Por mucho que se empeñe la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de SantamarÃa, en explicar una y otra vez la reforma de las administraciones públicas que está realizando el Gobierno, nada será tan eficaz, para desgracia de los periodistas, que el golpe de mano del presidente de la Comunidad de Valencia al cerrar la televisión autonómica. En contra de lo que sostienen algunos, yo creo que Fabra ya tiene hecha la campaña electoral para las próximas elecciones autonómicas. Tristemente para los más de mil trabajadores que se quedan en paro, los ciudadanos, la gente de la calle, viene clamando hace mucho tiempo por una medida ejemplarizante que ponga fin al despilfarro público.
A los periodistas nos ha tocado pagar el pato de una nefasta gestión polÃtica que ha alimentado un monstruo que devora el presupuesto público y que no se puede justificar cuando hay que cerrar hospitales y reducir las becas. Con una deuda de 1.500 millones de euros y una plantilla de 10.000 trabajadores, las televisiones autonómicas se han convertido en antipáticas para los ciudadanos, que no le ven ninguna utilidad.
Fabra ha abierto una espita por la que van a empezar a pasar otras Comunidades. Me dicen que Madrid ya ha encargado informes jurÃdicos para ver la posibilidad de cerrar Telemadrid. Nadie querÃa ser el primero y el presidente valenciano ha iniciado un camino de difÃcil retorno. Aunque sea dolororoso, yo ya he empezado a escuchar el aplauso ciudadano, que no veÃa por ninguna parte el adegalzamiento de la administración pública. Una vez más, pagan justos por pecadores.
DecÃan que Fabra era un polÃtico débil, que le faltaba pulso, pero asÃ, de un hachazo seco, se ha situado en el debate polÃtico nacional y ha puesto en la picota a todos los presidentes autonómicos. Y ahora ¿qué van a hacer con sus televisiones?
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