El pacto alcanzado por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con Bildu, formación polÃtica de los herederos del sangriento legado de ETA, ha sido el mayor ejercicio de incoherencia moral que yo he visto en los últimos años, por no decir en toda mi vida profesional.
De un presidente sin escrúpulos como el que tenemos en España no me deberÃa extrañar ya nada, pero martillearnos, como si todos fuéramos tontos, con el nuevo mantra de que no ha tenido más remedio que echarse en brazos de esta banda por culpa del Partido Popular, es una ofensa a la inteligencia humana.
Decir, como vienen diciendo desde el miércoles, cuando se desveló el acuerdo, el presidente, sus ministros y los dirigentes socialistas, que el objetivo era salvar vidas que solo puede garantizar el estado de alarma, con quienes precisamente tienen una trayectoria de sangre por haberse dedicado a sesgar la vida con el tiro en la nuca y el coche bomba, es de una vileza que no tiene parangón. Y además, utilizando como moneda de cambio la reforma laboral, que digo yo que qué tendrá que ver con el coronavirus, sino es que si se deroga aumentará su reguero de vÃctimas, en este caso laboral, más paro y más pobreza.
Antes que con Bildu, y si realmente habÃa tanto peligro como dice Sánchez, yo a estas alturas ya no me creo nada de lo que dice este timador de feria, uno se sienta con el Partido Popular y pacta una prórroga del estado de alarma. Se atornilla a una mesa, qué bien que le ha atornillado Rufián a la del diálogo para Cataluña, y llega a un acuerdo, eso es el diálogo.
La soberbia de este presidente le ha llevado a esta ignominia, a esta falta de respeto a los asesinados, a sus familias, a los españoles de bien …… Pero le da igual, no alberguen esperanza de alguna señal de arrepentimiento. Lo hará otra vez, si le hace falta para seguir en el machito, le da igual todo con tal de seguir en el poder.
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