Si no fuera porque es un animal polÃtico y la AlcaldÃa de Madrid pende del fragil hilo, que se puede romper en cualquier momento, de la desastrosa gestión de Manuela Carmena, yo darÃa hoy por finiquitada la vida polÃtica de Esperanza Aguirre. Su segunda dimisión, la primera le llevó a abandonar la presidencia de la Comunidad de Madrid, se produce por el mismo motivo que la primera: la corrupción.
Yo siempre sostuve que Aguirre dejó la Comunidad por varias razones, pero entre ellas la corrupción, cuyo caldo de cultivo siempre ha estado en Madrid. Este pecado original siempre la ha perseguido y, aunque estoy convencida de que ella no se ha llevado ni un duro, es muy difÃcil justificar que tu mano derecha, Francisco Granados, tu consejero, Alberto López Viejo, y ahora tu gerente en el PP de Madrid, Beltrán Gutiérrez, sean unos supuestos corruptos, y tú no sepas nada.
Con Aguirre se va toda una forma de hacer polÃtica y Rajoy, sin inmutarse, se quita otro obstáculo en el camino para el asalto al único fortÃn de poder que le quedaba en el PP: Madrid. Esta claro que con su dimisión le ha querido marcar el camino al presidente. Pero en el PP nadie va a llorar hoy la marcha de Aguirre, todo lo contrario: A enemigo que huye, puente de plata.
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