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Sábado de ramas de sauce y campanillas en Belgrado

Sábado de ramas de sauce y campanillas en Belgrado
F. Pastrano el

Mañana de sábado soleado. La primavera ha llegado a Belgrado y la explanada del templo de San Sava está muy concurrida por paseantes y turistas, pero sobre todo por fieles que van a rendir sus respetos a este santo, el fundador de la Iglesia Ortodoxa Serbia. Muchos padres con sus hijos pasan por puestos de globos y casetas de souvenirs antes de entrar en el impresionante edificio neobizantino.

Globos junto al templo de San Sava, Belgrado.

Para muchos es el templo ortodoxo más grande del mundo. Otros dicen que es la Catedral de Cristo Salvador de Moscú. Depende de cómo se mida. De lo que no hay duda es de que este es bellísimo e impresionante. Fachada de mármol blanco y granito, cúpulas verdosas, la mayor de 70 metros de altura rematada por una cruz dorada de 12 metros, lo que hace un total de 82 metros. Hay otras 18 cruces más pequeñas.

Fachada de San Sava y el icono del santo que besan los fieles.

Parece recién construida, pero no es verdad. Lo cierto es que aún no se ha acabado. La idea de levantar un templo en el centro de Belgrado dedicado a este hijo de un príncipe serbio empezó a tomar cuerpo a finales del siglo XIX, pero fue imposible por el estallido de las dos Guerras de los Balcanes (1912-1913) y de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Por fin empezaron las obras en 1935 en la loma en la que los otomanos quemaron sus restos en 1595, pero su verdadero impulso no fue hasta 1985 financiado exclusivamente por donaciones, por lo que algunas lo llaman la Sagrada Familia de Belgrado.
Cuando esté acabado, en su interior decorado con mosaicos, cabrán casi 11.000 personas.

 

Familias de cristianos ortodoxos acuden al templo de San Sava.

Pero a los fieles no parece importarles que dentro estén en plena y ruidosa faena los obreros y que todo esté cubierto por plásticos. Hacen cola para entrar, rezar, encender velas y besar el icono del santo.

 

Niñas con las coronas de sauce y las campanillas.

Nuestro calendario, el gregoriano, se utiliza oficialmente en casi todo este mundo globalizado, pero algunos países tienen sus propios almanaques. Así sucede en Serbia, donde al ser de mayoría cristiano ortodoxa, en los actos religiosos se rigen por el calendario juliano. Durante muchos siglos, en Europa funcionaba este último, denominado así en honor del emperador Julio César, hasta que a finales del s. XVI fue sustituido por el gregoriano, promovido por el papa Gregorio XIII.

 

Hija y madre lucen la corona de sauce.

Hoy, 23 de abril, en las iglesias ortodoxas es es el 10 de abril. Hace un mes que pasó la Semana Santa, pero aquí empieza mañana la suya, y hoy, víspera del Domingo de Ramos, celebran la Resurrección de Lázaro, por eso le llaman Vrbica Lazareva.

 

A veces las flores son sustituidas por cintas de colores.

En el Mediterráneo conmemoramos la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén con palmas y ramas de olivo. En Serbia apenas hay palmeras, y las sustituyen por ramas jóvenes de sauce.

 

Una mujer compra coronas de sauce en la festividad de Vrbica Lazareva.

La fiesta de Lázaro (“Levántate y anda”) es la exaltación de la vida, es decir, de los niños (“Dejad que los niños de acerquen a mí”). Es tradicional que en este día estrenen ropa y, sobre todo las niñas, luzcan coronas hechas con ramitas de sauce entrelazadas con flores.

 

Una joven con la corona de sauce en el Castillo de Kalemegdan, en la confluencia de los ríos Danubio y Sava.

Sus padres compran las guirnaldas en los puestos que hay en la entrada de los templos. También unas pequeñas campanillas metálicas que simbolizan el triunfo de la vida joven frete a la vieja parca. Y las cuelgan al cuello. Algunos hermanos varones, celosos, también se ciñen la corona, e incluso se ve llevándolas a señoritas que se sienten niñas.

Fotos: Pilar Arcos.

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