El otrora bajista del grupo sevillano Tiernos Mancebos -Martín León Soto-, no ha dejado de intentar hacerse un hueco en la música española desde los años ochenta, conocedor incansable de su ingenio y su valía. Bajo el nombre de Maleso, presenta un nuevo disco, Casémonos, el décimo y, tal vez, el definitivo, doce composiciones propias, excepto una letra fantástica, “Canciones de cuna para Lilith”, muy Vainica Doble, que no es suya, sino de Luis María Pérez Martín. Todo un descubrimiento. “Pues puede ser -nos comenta Luis-, me encantan las Vainica”. Con la ayuda en la producción del legendario Javier López de Guereña, que los más relacionarán con Javier Krahe, ha facturado un disco sólido, intrépido, algo lunático y muy pedagógico, lleno de cultismos disparatados, alusiones histórica y secretos de alcoba, ora imaginaria ora vivida. El disco es una delicia musical, variado en el tratamiento de cada tema, adecuando con gusto y sentido del humor la instrumentación, escúchese “Algo de Bach”, letra inspirada, no muy políticamente correcta, con el saxo de Andreas Prittwitz haciendo virguerías. El disco se despliega por una variedad de estilos, así la Kinksque “Mujer ilustrada”, dedicada a una mujer tatuada hasta en su “zona austral” con cervantinos versos. Envidia de unos Gabinete Caligari o unos Siniestro Total en sus momentos de máxima inspiración son estas rimas que encuentra en la penumbra de su retorcida mente de poeta Maleso. Con violonchelo de Ana Rodríguez y flautaina del de Guereña, una desgarrada “Pensar es de pobres”, canta a la vaca, cuando piensa: “me dan pienso, luego existo”. Ácida crítica de la estupidez digital de una era en la que los libros han quedado como objeto de regalo o para uso como posavasos, pero que nadie hace propios, un olvido monumental de los clásicos a los que Maleso resucita verso a verso. “Huellas digitales” es todo un baladón tropical, aires de bossa-nova de fina sensualidad. Sigue el delirio de amor en una de las cimas de este singular disco: “Acostarme contigo (no pretendo)”, canción oximorónica de cabaret y cortinas rojas y reconstrucción erótica del análisis sintáctico. Ahí Maleso toca prácticamente todo (voz, guitarra, bajo, teclado), excepto la batería de Marcos Gamero. El clima a chiringuito llega con “La muerte y la señora García”, un punto funky para acompañar unas viñetas cotidianas de el difícil encuentro en un entorno común de tres generaciones. Destaca “Vagamente”, una canción de amor de sinuoso vaivén, con coros de Jorge Daniel Collado, Nacho de Micheo y Manolo Rey, con un bonito piano de Maleso, que canta a la nostalgia sentimental desde la mayor de las perezas. El disco termina entre el bolero y el son cubano, con “Versos de hazte mayor”, bongoes de Jorge Daniel Collado guitarras de Michael Padilla. Al terminar el disco, uno llega a la conclusión inequívoca de que nos encontramos ante la obra de un hombre tocado por la musa y el duende. Y la certeza de que Maleso hace tiempo que no se come un rosco. Pero que lo lleva con espíritu deportivo. De ahí el críptico título del elepé: “Casémonos”. No lo duden, se llevarán a casa una auténtica joya. Aún no es tarde para formar un hogar. Martín apuesta por ello sin ambages.
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