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Blogs Música para la NASA. por Álvaro Alonso

GERMÁN SALTO (SONY, 2022)

Se reabre una rama dorada del pop español

GERMÁN SALTO (SONY, 2022)
Álvaro Alonso el

Nos encontramos ante lo que puede considerarse como un auténtico hito en la historia del pop español. Y nada mejor para defender tan valiente afirmación que desgranar las razones y los argumentos manteniendo un diálogo abierto con las propias canciones.

El disco se abre con un breve vals, para dar paso a “Solo el tiempo”, un medio tiempo que arranca semejante a unos Counting Crows en clave memoria colectiva, para enseguida tomar forma original como un potencial hit por el que planeara una melancólica melodía de guitarras preciosistas y arpegios de violines que recuerdan de forma encantadora a aquellos himnos firmados por Carlos Berlanga con Alaska.

El festín musical continúa con “Nada que hacer”, la canción más mutante del disco, de hecho se inicia como si fuera un homenaje a Brincos, Juan y Junior, Los Pasos, Solera, Tílburi o cualquiera de los nombres que fueron creando esa fina y poco explorada línea del pop melódico preciosista en castellano a finales de los sesenta y primeros setenta, para acabar mutando a unos furiosos guitarreos a lo Neil Young & Crazy Horse que, para quienes conocen los conciertos de Germán y su banda, saben que son momentos de tormenta eléctrica muy esperados por su público.

En el centro del disco, Germán Salto ha elegido el tema más autobiográfico o al menos de tintes más intimistas del disco. Esa ruina que es la vida del artista o del diletante, a la vista del propio yo en los momentos donde en la soledad de la resaca la realidad te habla directamente a la cara reflejada en la mesa de cristal donde solo quedan restos. “Arder, humo y desaparecer” se llama la pieza barroca, cuyo título lo dice todo. La orquestación es asombrosa, con picos en extremo sinfónicos, insólita partitura en el terreno del pop español cabría decir, y desde luego digna de estudio.

Tales complejidades han de dejar paso a un ritmo con más chicha rockanrolera. Y es que es un acierto el haber situado a continuación “Cuando no tenías sed”, la canción más enrollada del disco, un rock que recoge lo mejor de la herencia de unos Rodríguez, por decir un nombre que viene a la mente. Coros de estadio, melodías mainstream, guitarras con glamour, ritmos saltarines, bajos poderosos, riffs incendiarios. Vamos, un hit en toda regla. Para radio-fórmulas atrevidas, para corear y bailar en los directos.

Llega el turno al primer sencillo extraído del disco, la inmortal “No”, un clásico inmediato del pop español, confeccionado y publicado en 2022 pero con aires que nos retrotraen a `aquel tiempo tan feliz´, cuando Rafael Trabuchelli, Waldo de los Ríos o Juan Carlos Calderón llenaban de arreglos fastuosos los discos de las décadas prodigiosas.

Y es el turno de la que, para muchos, puede acabar siendo la gran “tapada” del disco, esa canción fabulosa que suele no llamar la atención de primeras, pero que va ganando con las escuchas. Canción `bañera de agua caliente con grifo abierto, pompas de jabón y botella de champán en habitación del hotel Ritz´, esta “Ciudad Invierno” puede ser sin duda una de las mayores epopeyas líricas que ha dado el pop español en su historia. En un colchón de finísima orquestación creciente, los coros de Nina de Morgan acaban haciendo que el oyente termine con los pelos de punta cantando ese estribillo que reza: “No vas a salvar lo que era ya un final…”. Los instrumentos se retiran, dejando sola la batería, hasta abrazar el silencio.

Un vals de cierre, tras la versión remezclada de “Solo el tiempo”, de apabullante final, sirve de colofón para un disco donde, no lo olvidemos, hay deuda con los Beatles en las composiciones, aunque son muchas otras las referencias que podríamos encontrar, de Costello a Bacharach, sí, pero también de Pecos a Trébol, más o menos inconscientes. Últimas filigranas sonoras, versos lúcidos, acaso algo cínicos, que no hacen sino demostrar un momento de gloriosa creatividad que, digámoslo alto, no puede ser más que motivo de celebración. El pop en castellano ha ganado por fin para su legado a un activo y a un entero llamado Germán Salto.

 

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