Se cumplen quince años desde que un chico nacido en 1975 en el Prat irrumpiera en el panorama musical con una colección de canciones extraordinarias. Se trataba del primer disco de Pigmy, titulado Miniaturas, una obra aparentemente sencilla, dedicada a las melodías y arreglos pop, pero que guardaba en su interior un desbordante conocimiento del folk, el rock, el progresivo o la psicodelia de ambos lados del Atlántico. Todavía recuerdo mi impresión al saber que Vicente Macià, porque ese es su verdadero nombre, pudo abrazar a Kevin Ayers. O que Nick Garrie, el buen británico autor de la pieza de culto The Nightmare of J.B. Stanislas se quedó de visita invitado en su casa unos días. ¿Unos días? Aquello se convirtió en meses, y no había manera de echarlo. Tiene Vicente, Willy para los amigos, anecdotario para un libro. Ahí está su pasión absoluta y sin ambages por los Pink Floyd. Y no le hagas discutir si con Barret o sin él. Por favor. Estamos en otro nivel. En el video de “Mi canción”, de su nuevo y flamante tercer disco Manifestación, se ve a un personaje vestido de apicultor que va mostrando carátulas de discos tan dispares como los primeros sonidos de novelas de aventuras de Sandokán, primeros amores como Dire Straits o Supertramp, placeres de interior como Leonard Cohen, o series medias estelares como Michael Jackson. No puede faltar a la cita Paul Simon, con Garfunkel o en solitario. Llega la psicodelia, el S.F. Sorrow, el primero de los Doors. Y las obras maestras, de los Pet Sounds de Beach Boys al Joy of a Toy de Kevin Ayers. Y se destapa el misterio: Pigmy es el recolector que obtiene el néctar de toda esta deliciosa música para lanzar como un frisbi discos repletos de canciones que rondan a tientas la perfección, sea lo que sea eso.
Han pasado 15 años y Pigmy vuelve a sorprender, ya lo hizo con Hamsterdam, un universo completo en donde se contaba una singular odisea, también en miniatura, pero esta vez de un pequeño ratón. Disco conceptual que integraba, al tiempo, piezas de gran valor intrínseco, como canciones singulares, véase la preciosísima “Pan y Música”.
En este nuevo trabajo, Manifestación, hay todo un universo también subterráneo que sirve de hilo conductor en una epopeya medieval, intra-muros, de claustro y silencio monástico. En realidad, una bella excusa hermética para mostrar, eso sí, con extrema belleza plagada de instrumentos poco usuales en el pop independiente, como el laúd, el sítar, el violín o el harpsicordio, canciones populares en Spotify (que como se suele decir, pero es cierto en este caso, merecerían muchas más escuchas y un mejor posicionamiento) como el primer single, “Manifestación” de impactante videoclip, canción que se va ampliando en capas que se expanden hasta el infinito en una orgía sideral, “El hombre menguante”, la insuperable delicadeza pop de “Almendros en flor” o esa preciosidad llamada simplemente “Ana”.
Uno ya no sabe qué altavoz ponerse para convencer a la población de la grandeza mayúscula de este humilde, pese a todo, músico del Prat de Llobregat, que, insisto, requeriría ser recibido en el Teatro Real o el Auditorio de Música, acompañado de una orquesta filarmónica. Yo sigo erre que erre. Por si hay alguien al otro lado que no sea sordo del todo.
PIGMY actuará el sábado 30 de mayo en Madrid, acompañado de banda en una celebración de los 15 años de Pigmy y “Miniaturas”. Contará, además, con la aparición estelar de José María Guzmán para tocar algunas canciones del grupo Solera y Cánovas, Adolfo, Rodrigo y Guzmán. También Alondra Bentley y otros invitados sospresa.
Lugar: Sala Fotomatón. Puerta, 20:30. Entradas a 10 euros. https://mutick.com/e/pigmy-en-madrid
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