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Blogs Música para la NASA. por Álvaro Alonso

El atlas de la melancolía de Real Estate

El atlas de la melancolía de Real Estate
Álvaro Alonso el

Todas las canciones felices se parecen unas a otras. Las melancólicas, lo son cada una a su manera. Las canciones de Real Estate, un quinteto de Nueva Jersey/Brooklyn con tres discos en su haber, son en conjunto un pequeño tratado de lo que da de sí la melancolía entendida como un estado de percepción que atraviesa con precisa lucidez, espíritu de geometría y ausencia de ilusión los diferentes estados de cosas de la realidad eliminando la pátina superficial de brillo superfluo.

Observa el melancólico el paso del tiempo con el ánimo de una mano que se agita en la estación de tren diciendo adiós incluso cuando el tren aún no ha partido y persistiendo en el gesto cuando ya solo quedan las partículas de polvo al trasluz de la mañana.

Real Estate, grupo de los que cabe calificar de independientes, es uno de los miles que brotan en todo el planeta de las manos de la autoproducción. Amigos que se juntan y entran a ensayar unas canciones por lo general ideadas por el líder, un guitarrista en el caso que nos ocupa llamado Mathew Mondanile, que ya había probado suerte con el proyecto Ducktails. Tienen la fortuna de ser contratados para su segundo disco por el prestigioso sello Domino, y ya con un ingeniero productor experimentado, Kevin Mc Mahon, graban diez canciones que resultan ser como diez mandamientos del pop.

El grupo no tiene unas grandes expectativas de éxito pero hete aquí que, de pronto, ocurre algo inesperado. Pitchfork, revista digital que se jacta de marcar la tendencia a nivel internacional de lo que se cuece en la música independiente en tiempo real, encumbra esas diez canciones contenidas en el elepé Days a lo más alto de lo acontecido en el pop en 2011.

Así da comienzo el camino hacia la popularidad de Real Estate (nombre que parece más de inmobiliaria que de grupo de música), afianzado en la primavera de este 2014 cuando lanzan por fin su tercer y último elepé titulado Atlas, de nuevo diez canciones como diez mandamientos, misma lógica interna, mismo análisis de la melancolía, misma simplicidad de acordes. Pero con mejor producción y mejor sonido, gracias a que el disco se graba en el estudio del grupo Wilco en Chicago.

En la búsqueda de un estilo propio de suave psicodelia pop, Real Estate entran en diálogo con sus hermanos mayores: Velvet Underground, Television, Galaxie 500, Feelies, Go-Betweens o Mutton Birds. Pero identificarlos se complica cuando entre las versiones de sus directos y en las caras B vemos que atacan a los Grateful Dead y a los Nerves de Peter Case y Paul Collins.

Sin embargo, las canciones de Real Estate, espirales doradas de luz crepuscular, de inmediato remiten a un oscuro grupo de pop griego de los años ochenta, maestros de esa “melancolía de vieja caja de música”, aquellos hoy olvidados Fantastic Something. Y si no, vean y comprueben en este documento de la música pop fechado en 1983.

“Donde habite el olvido”. Si no me equivoco esto pasará también con Real Estate cuando dejen de estar en la cresta de la ola. Después de unos cuantos discos brillantes pasarán a un olvido barnizado de prestigio desde el cual podrán observar orgullosos su magnífica obra, su particular tratado en torno a la melancolía, esa emoción aliada de la percepción que hila fino al contacto con la realidad y descubre lo que ésta oculta. Las canciones de Real Estate ayudan a descubrir todo su potencial, hoy en día aún por descubrir.

 

 

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