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Blogs Música para la NASA. por Álvaro Alonso

El arte de Miles Davis

El arte de Miles Davis
Álvaro Alonso el

 

A finales de los años cincuenta el jazz volvía a apuntar hacia la novedad: Sonny Rollins grababa temas que escapaban al 4/4 convencional; Coltrane se valía de sus láminas de sonido; Monk componía piezas escuetas y asimétricas a la vez que tocaba en un estilo puntillista; Cecil Taylor improvisaba una música atonal marcada por el toque percusivo, y los jazzmen más ligados a la bohemia literaria mezclaban música y poesía. George Russell acababa de aportar un trasfondo teórico al jazz modal con su libro The Lydian Chromatic Concept of Tonal Organization for Improvisation. En todo caso, Miles Davis sería el elegido –según Frank Tirro-  para marcar el camino a los de su generación a raíz de su siguiente visita al estudio (marzo y abril de 1959), visita en la que se rodeó de los músicos Bill Evans, John Coltrane, Cannoball Adderley, Paul Chambers y Jimmy Cobb.

El álbum resultante, Kind of Blue, concentró en un solo punto una nueva expresión para el combo de jazz. Los músicos por fin dejaban de interpretar canciones basadas en la progresión armónica; ahora la estructura descansaba sobre temas y patrones modales y de escalas. “So What”, la canción que abre el disco, emplea una sola escala modal en vez de la acostumbrada progresión armónica en cada una de sus frases de ocho compases. Tras la introducción corresponde al bajo la ejecución de la melodía inicial. Los acordes del pianista Bill Evans aportan ilusión de cambio armónico, ilusión creada por el paso del primer al segundo acorde. El solo de trompeta de Miles es escueto, en contraste con el abundante y veloz aporte de notas que efectúan los saxofonistas. El propio Bill Evans, en la trasera del elepé publicado por Columbia, describe en Improvisation in jazz del carácter extremadamente espontáneo de estas sesiones. Miles Davis apenas si llevaba unos cuantos sketches al estudio de grabación, por lo que fue un auténtico reto para los músicos ponerse a crear desde la improvisación todos juntos.

El significado histórico de este registro es inmenso: Coltrane y Cannonball Adderley seguirían explorando las implicaciones de esta sesión durante el resto de sus carreras artísticas, pero no sólo ellos, sino que fueron incontables los músicos jóvenes que se vieron influidos por la música en ella generada.

¿Dónde comenzó todo? El momento decisivo en la vida de Miles Davis, el que lo convertiría en devoto del jazz, lo constituyó una actuación de la orquesta de Billy Eckstine en el Riviera Club de Saint Louis. El destino quiso que el trompeta de Eckstine estuviera indispuesto y al joven Miles, que llevaba tocando la trompeta desde los trece en su nativa Saint Louis, le propusieran actuar como sustituto. Entre los integrantes de la banda de Eckstine se encontraban luminarias como Dizzy Gillespie, Charlie Parker, Dexter Gordon, Art Blakey y Sara Vaughan.

Cuando en 1944 Miles se traslada a Nueva York con la excusa de estudiar en Juilliard, lo que tiene en mente es seguir tocando con sus ídolos. No tardó en encontrarse tocando en el Three Deuces de la calle 52 con Charlie Parker y en establecer una estrecha relación con Gillespie. Con tan solo 19 años se le ve en humeantes escenarios con Bud Powell, Coleman Hawkins y Thelonious Monk. Y en 1945 graba sus primeros registros encuadrado en los Charlie Parker´s Ree Boppers, Billie´s Bounce y Now´s the Time, acompañado de Dizzy Gillespie al piano, Curly Russell al bajo y Max Roach a la batería. Estos dos blues, hoy día comunes en el repertorio jazzístico, exhibían unos impresionantes chorus de Charlie Parker. Miles luchaba por no sucumbir como un novato que era en la jungla atestada de maestros del be bop en la que se había adentrado con la esperanza de no salir de ella jamás. Va pergeñando un estilo propio, hasta que el lirismo característico de la trompeta de Miles Davis se registra por primera vez en Hollywood, durante las sesiones que dieron lugar a Ornithology, justo antes de que Charlie Parker sufriera su crisis nerviosa de 1947 por la que fue hospitalizado en Camarillo. Fue el arranque de una carrera que llevaría a Miles Davis al panteón de los más ilustres del jazz.

Miles se dejó abandonar en los brazos de la diosa electricidad a partir de 1969 que es cuando se publica In a Silent Way. Es el llamado “periodo eléctrico” que se verá completado con el doble álbum Bitches Brew (1970), donde van haciendo acto de presencia la guitarra hendrixiana de John McLaughlin, el bajo agresivo de Jack Bruce, Holland o Henderson y los teclados calientes de Chick Corea, Zawinul o Jarrett, dando entrada a percusiones africanas, hindúes o brasileñas y a bateristas despiadados como Billy Cobham, Jack DeJohnette o Al Foster. La música se vuelve salvaje y tribal, una banda sonora perfecta para la jungla urbana donde impera un meltin´ pot multicultural. 

Una mañana de septiembre de 1991 Miles Davis moría a la edad de 65 años. Hacía décadas que se había convertido en una leyenda viva del jazz y uno de los artistas más influyentes de todos los tiempos. Difícil no sucumbir a esa “chulería” tan característica suya a la trompeta, esa misma que homenajeaba Cristina Lliso y su grupo madrileño Esclarecidos.

Miles fue un nigromante capaz de atrapar notas en el aire y engullirlas dentro del instrumento. Un cazador de melodías capaz de convertir una simple canción pop como “Time after Time”(1985) de Cindy Lauper en una pequeña obra de arte.

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