Pues sí, es 23 de julio y la tierra es redonda, ya lo sospechaba Aristarco de Samos y no le hacían mucho caso. Aquí en Dallas, Tx, hay luna creciente, estrellitas tintineantes, norte sur este y oeste. Con lo cual, uno se queda un poco más tranquilo. Hay vida y hay muerte, hay ricos y hay pobres, policías y ladrones, almas cándidas y piratas holandeses. Y hay conciertos. Un sitio civilizado. Lo que no me podía esperar es que me pusieran a currar tan rápido, porque lo de que Roky Erickson toque en el Granada Theater que, pese a ser un teatro es de los de ver el concierto de pie, por tramos para inteligentemente evitar las oleadas, y con acústica espléndida, pues como que me pilló por sorpresa. Después de una tarde de estar ¡en tres casas! haciendo intercambio de muebles (sofás cama amasijo de hierro que pesan como un disco de Perales en replay de benditos solteros con olor a dios sabe qué, gatos incluidos un mes en cuarentena), celebración fin de intercambio de muebles (bendita juventud, la suya, claro) con pinta inacabada antes de poder llegar por la 75 (mara de deu) a casa a darse una ducha y pedir un UBER para ir a ver a Roky Erickson por 5 dólares cerveza incluida. Sí, han oído bien. Claro, compré cuatro entradas. “To pa mi”.
Hubo un grupo antes de la escena local de los de suena bien, es interesante, identifico referencias… con el que hablé después del concierto porque le tocaba al singer songwriter estar en el puesto de camisetas (sosas…, más chulas las de los 13Floor Elevators…, ahí sí piqué), bastante peculiar el grupo telonero, pero con la cosa esta tan posmoderna de “no quiero ser famoso ni comerme el mundo”. Nada que ver con Roky Erickson, una autentica (con mayúsculas) leyenda del rock. El concierto fue absolutamente brutal. Los tejanos parroquianos, muchos de ellos jóvenes millonarios en pareja chick al estilo cordobés (tal y como yo lo recuerdo de mis visitas a Córdoba) veían el espectáculo con decoro pero no con desconocimiento. En competición abierta por el mejor sitio, una de las parejas tejanas al estilo cordobés se me adelantó y me puse a practicar eso de chocar ls botellas tan al estilo yanqui. El zagal, joven guapetón y con paciencia estoica me advertía de que hace 5 años ya lo había visto a Roky tocar, sentado en una silla. Y efectivamente así fue. Sí, pero con un guitarra alucinante, que volaba por encima de cualquier fuzz, un bajista que daba la impresión de dar clases en Berkeley en sus ratos libres y un batería en el mismo plan.
Luego, mientras una fantástica camarera me rellenaba de batería el móvil (aquí la gente que curra no es que sea amable, es que parecen San Francisco de Asis), fui tomando posiciones en el foro, que lo hay, delante del escenario. Y tiré decenas de fotos de los zapatos, cables, monitores de sonido, esas cosas que molan, una obsesión personal, y del resto del concierto. Sé que es una crónica imperfecta porque no estuvisteis allí y yo sí, y del concierto y las canciones no os estoy contando nada. Es para que os muráis un poco de envidia.
Desde el foro, en primera línea, pude ver a todo el público del Granada entregado al gran Roky Erickson y su banda de acompañamiento actual, una fabulosa alfombra mágica de acompañamiento. Ah, en este video se me ve entre las primeras filas. Ars longa, vita brevis.
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