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Blogs Música para la NASA. por Álvaro Alonso

John Renbourn vuela alto

John Renbourn vuela alto
Álvaro Alonso el

El gran guitarrista folk John Renbourn, generoso maestro de las cuerdas, nos dejó a los 70 años la madrugada del jueves al sufrir un ataque al corazón mientras descansaba en el que era su refugio desde hacía años en Hawick, Escocia. Nacido en Londres en 1944, vivió un momento de esplendor incomparable cuando tras años de estudio y aprendizaje forma dueto con Bert Jansch. La fusión de ambos guitarristas echaba chispas cuando graban Bert & John (1966) y las composiciones conjuntas elevaron el listón del folk de las islas a cimas solamente conocidas antes por su mentor y guía Davie Graham.

Bert Jansch recordará después que hubo una cantante y compositora auténtica pionera que les influyó a Renbourn y a él casi tanto como Graham. Se trata de Anne Briggs, una mujer que les dio a conocer una parte importante del legado tradicional que los dos guitarristas rescataron del olvido. John Renbourn había grabado con Bert Jansch “The Time Has Come” en 1966, un canción original de Anne Briggs, al igual que”Wishing Well”, “Go Your Way My Love” o “Blackwater Side”, que en el disco de Jansch de 1969 titulado Sampler reconoce el autor que se la escuchó a Anne Briggs por primera vez. La Briggs, según Jansch, tenía gotas de sangre “gipsy” en sus venas, lo que se reflejaba en su manera de atacar la música tradicional de las islas. Por suerte, en 2009 Sony editó rescatando del ignominioso olvido a esta maravillosa cantante editando su único disco, The Time Has Come, publicado por el pequeño sello Topic en 1971.

Pero el sello que confió en estos músicos fue Transatlantic, una rareza al margen del mercado fruto del empeño de un joven de 21 años llamado Nat Joseph que en 1961 comenzó una andadura que le llevó a registrar discos de artistas luego legendarios como Dubliners, Ian Campbell, Alexis Corner o Gerry Rafferty. Sin embargo, su momento llegó: el folk se convirtió solo por un instante a ambos lados del océano en el signo de los tiempos, y el trabajo hermoso y delicado de estos músicos saltó fronteras, hasta el punto de tener su minuto de gloria a nivel mundial.

Algo antes, Bob Dylan había compuesto “Masters of War” en 1963 para el Freewheelin´ apropiándose de una canción tradicional, como desvela Bert Jansch, que se llamaba “Nottanum Town”. Ahora estamos en 1969 y el folk vive su particular canto del cisne cuando de pronto Bert Jansch, Joh Renbourn, Terry Cox, Jacqui McShee y Danny Thompson graban su reconocida obra maestra bajo el nombre de Pentangle.

El disco en cuestión se llamó Basket of light, un disco lanzado por la improbable decisión de la BBC de situar una de sus canciones como sintonía de la archipopular serie Take Three Girls, las aventuras de tres chicas británicas compartiendo piso en los convulsos derroteros de los años sesenta. Una serie de la que hablaban los panaderos, los albañiles, los lecheros, que aún hoy recuerdan la melodía de inicio, como nosotros recordamos a Vainica Doble cuando nos acordamos de  la serie de 1984 a 1991 Con las manos en la masa.

Las nueve canciones de Basket of Lights las firmaban casi todos los miembros del grupo, una orgía sónica imperecedera que va pasando del contrabajo omnipresente de Thompson al sitar y la guitarra de Renbourn, el delicado triángulo, la voz ultraterrestre de la McShee, los coros entre victorianos y barrocos, y la otra guitarra cuando no el banjo del también desaparecido en 2011 Bert Jansch en procesión que no se sabe en qué tanto por ciento es folk o es jazz.

Discos como Basket of Light no serían reseñables si no fuera por la recepción posterior, a brazos abiertos, de toda una generación de músicos actuales en pleno siglo XXI que contra todo pronóstico versionean a los maestros desde una actitud sorprendentemente rockista, incorporando distorsión y electricidad a raudales, así Yo La Tengo, Thurston Moore, Vetiver, Beck o James Yorkston & The Big Eyes Family Players. Porque lo que hizo Renbourn con su gran amigo Jansch, consciente o inconscientemente, es dejar un legado auténtico que muchos jóvenes hoy aprendices en el laborioso arte de la guitarra, ansiosos por aprender, por ejemplo, la técnica del fingerpicking, aprovechan a manos llenas.

 

 

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