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Tania Sánchez y punto

Tania Sánchez y punto
Marisa Gallero el

 

Cuando Pablo Iglesias parecía un profesor más de Ciencias Políticas, que en sus ratos libres presentaba un programa alternativo en La Tuerka, sin tener todavía ninguna aparición estelar en tertulias, Tania Sánchez era diputada de Izquierda Unida por la Asamblea de Madrid y asidua a Las Mañanas de Cuatro y Al Rojo Vivo. Entonces nadie dudaba que contaba con personalidad y voz propia.

Mucho antes de que Podemos fagocitará a IU, Tania perdió su voz para convertirse en un eco de Pablo, por esas cosas que tiene la política y los medios de transformar a las mujeres en las novias de otros. Sucedió cuando se conoció su relación con el flamante líder de la formación, y también cuando presentaron Adelante Podemos para las primarias autonómicas de Madrid.

La etiqueta de «las novias de» fue la primera reacción ante la candidatura puesta en marcha por Rita Maestre junto a Tania Sánchez. «Fue frustrante. Siempre he tenido una visión feminista de la política, pero no había sufrido en mis carnes el machismo. No existes políticamente, porque hay cerca de ti un hombre que se come todo».

Como si fuera una venganza, Tania se ha unido a Iñigo Errejón en la lucha contra Iglesias por el control del partido en estas primarias decisivas. Sin embargo, niega ser errejonista. «No estamos tuteladas por nadie. No respondemos a consignas. Si nos dividiéramos entre errejonistas y pablistas se acabaría Podemos. Tenemos que construir una organización más allá del ciclo electoral. Para ello, creemos que falta gente. Democratizar el partido, ¿es pablista o errejonista? Es sentido común. No entiendo Podemos sin uno de los dos. Es como si le dijeras a alguien que tiene que elegir entre papá y mamá».

Tampoco cree que vuelen puñaladas traperas ni que Iglesias le quitará la portavocía de la Comisión de Defensa del Congreso de los Diputados al conocer por la prensa que estaba en el proyecto antagónico. «No siento que haya un proceso de cuchillo. El debate en Podemos no va a ser una guerra civil. Es más sano y constructivo. Tenemos matices estratégicos y tácticos para conseguir los mismos objetivos: el modelo de Vistalegre hay que superarlo. Necesitamos una organización descentralizada, con capacidad y espacio para decidir. Y lo más fundamental, el futuro del país pasa por Podemos. Tenemos que estar a la altura de la herencia del 15M».

Por ello, no hace sangre con la información que implica a su rival, Ramón Espinar, en una supuesta especulación de la venta de una vivienda de protección pública, a pesar de las contradicciones e incoherencia en sus declaraciones. Quizá porque le recuerda al «error de principiante» que cometió al «no ser consciente» de que adjudicaba contratos a la cooperativa de su hermano cuando era concejal del Ayuntamiento de Rivas. «Estamos acostumbrados a titulares que quedan en nada. Siempre damos explicaciones cuando intentan enfangarnos».

Con la perspectiva del tiempo, la que podría ser una de las candidatas a disputar la presidencia de la Comunidad de Madrid a Cristina Cifuentes en el 2019, recuerda su frase de «no. Punto. No voy a entrar en Podemos. Punto» como algo humano. «Pensaba: ¡Déjame ya con la preguntita!».

«Creo que hubiera sido incoherente otra posición, aunque sé que la gente lo ve al revés. “Peleaste por ti. Hiciste ese movimiento porque tenías pactada una silla en Podemos”. ¡Y no fui en esa lista autonómica! Saltamos sin red, con el convencimiento político de que era mejor sumar la fuerza de IU. Fracasé tanto dentro de mi organización, como en convencer a Podemos. Dos años después, todos asumieron que tenían que hacer lo que propusimos. Finalmente, descubres con cierta satisfacción que fuimos más rápidas al ver por dónde iba el cambio del país».

Y recurre a una frase que repite constantemente Pablo Iglesias. «La política es cabalgar con contradicciones y tomar decisiones sobre los márgenes de la realidad».

 

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