Si  a una mujer le han quitado a su primera hija de seis años porque la menor sufrÃa aislamiento y residÃa en una vivienda sin condiciones higiénicas mÃnimas. Si esa mujer agredió a una trabajadora de los servicios sociales y antes habÃa sido incapacitada laboralmente por un trastorno paranoide de personalidad. Si esa mujer sin escuchar a ningún familiar decidió someterse a un tratamiento de fecundación in vitro en Estados Unidos con 64 años por despecho.
La consecuencia lógica es lo que ha sucedido. La perdida de la custodia de sus dos mellizos nacidos el pasado 14 de febrero.
Mauricia Ibáñez estaba obsesionada en volver a ser madre. Sin importarle los consejos de sus allegados. Olvidándose de su edad y del lógico deterioro fÃsico. Una decisión unilateral y egoÃsta. Ella misma reconoció que si no hubiera perdido la tutela no se hubiera planteado quedarse de nuevo embarazada.
Ahora son tres los menores en situación de indefensión. Ella no entendÃa la polémica, porque sólo miraba en una única dirección, mientras estaba envuelta en continuos procedimientos judiciales. Sin pensar realmente cuál es el futuro real de su dos pequeños de dos meses cuando ella es una sexagenaria.
¿Dónde empieza y acaba el derecho de ser padre? En este caso, la ciencia ha estado al servicio del deseo y la libertad de ser madre de una anciana sin pensar hasta que punto es una irresponsabilidad.
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