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Juan Ortega a la hora de encerrar procesiones

Este viernes 20 de mayo la Villa de Fernán Núñez hace Hijo Predilecto al histórico director de la banda de música del Círculo Cultural Calíope

Juan Ortega a la hora de encerrar procesiones
Luis Miranda el

Muchos ya lo saben, pero los amantes de las buenas marchas de Semana Santa que hoy buscan en Córdoba los rincones en que suenan las obras de Enrique Báez, Pedro Gámez Laserna y Ricardo Dorado son hijos en el espíritu, el buen gusto y el criterio musical de Juan Ortega García. Cuando no había discos ni conciertos en que se anunciase una recuperación histórica o un estreno de lo que andado el tiempo casi sería un clásico, la banda que él dirigía, Calíope, lo hacía como la lluvia fina que no parecía calar aunque después siriviera para que las simientes, no muchas pero sí bien fundadas, diesen fruto. Llevaban los de Fernán Núñez en la carpeta ‘Virgen de las Angustias’, ‘Saeta cordobesa’ y una marcha que casi nadie conocía fuera de Andalucía y que él y los suyos ya propusieron en 1990, antes de que todo el mundo cayese en la cuenta de que una procesión no podía salir a la calle sin ‘Mater Mea’.

Este viernes 20 de mayo la Villa de Fernán Núñez hará Hijo Predilecto al hombre que con esfuerzo del todo desinteresado, gusto irrenunciable por el trabajo bien hecho y una humanidad que excede en altura a toda clasificación levantó una de las mejores bandas de Andalucía y una gran coral. Su trabajo no quedó, desde luego, en la Semana Santa, y ahí están dos discos enteros además de ‘La verbena de la paloma’, la ‘Marcha Eslava’ de Chaikovski y hasta las ‘Danzas del Príncipe Igor’, por no hablar de tantos coros y romanzas de zarzuela donde aflora el recuerdo imperecedero de la voz de Antonio Sillero.

La banda de música del Círculo Cultural Calíope, dirigida por Juan Ortega, en un concierto ante la Esperanza Macarena

Pero el que quisiera podía encontrarlo en cierto rincón. Justo a esa hora bendita en que otros cerraban bares, había unos cuantos que se iban a encerrar procesiones y encontraban a Juan Ortega con su banda, con Calíope, cuando la Virgen de las Angustias, en ciertos años ya tan suya como de los que iban debajo de la túnica, navegaba entre San Agustín y San Pablo, daba igual el destino final, y se sucedía con excelencia aquello que tenía de nombre de pila música, sin la etiqueta del compás o del género. Y así subía al aire la historia infinita de ‘Amarguras’, los trombones que en ‘Salve Regina Martyrum’ enmarcan el trío sutilísimo, la contundencia telúrica de ‘Expiración’, la gracia regionalista, siempre sin la ventaja de saltarse una sola nota del fraseo, de ‘Margot’, y la emoción de aquella ‘Por una Madre’ que Enrique Báez le entregó sabiendo quién podía ser el mejor custodio de sus obras, fueran marchas o la ‘Misa de San Miguel’ que tantas veces ha sonado bajo el crucero de Santa Marina.

En los instrumentos de Calíope y en el criterio de su director no había obras demasiado vulgares, sino vicios y mal gusto al interpretar, y hasta ‘Pasan los campanilleros’ o ‘Rocío’ podían ser recogidas y no bullangueras si se le encontraba el lugar a las maderas y a la finura. Por eso tras el manto negro de la Virgen de los Dolores cualquier marcha sonaba a Viernes Santo y solemnidad en aquellos años en que a Córdoba venían pocas bandas y casi ninguna a la altura de aquella que proponía alternativas a los dogmas de Abel Moreno y ‘Encarnación de la Calzada’. Cuando llegaron la Esperanza, Patrimonio Musical y los nuevos compositores él y los suyos ya conocían aquel camino en el que habían dejado señales que muchos supieron ver y darle las gracias por hacer circular toda aquella riqueza.

Que ahora sea Hijo Predilecto no es un honor ni un premio, sino poco más que un reconocimiento a un cargo que ha ejercido con naturalidad y pasión durante más de treinta años abonando y cuidado el árbol inmortal de la música con el nombre de Fernán Núñez en la bandera. Ya que hubo épocas en que se quejaba de que su esposa tenía que ponerle Réflex por las noches en los brazos de tanto moverlos acompasando oberturas y coros en los ensayos y en los conciertos, los que este viernes lo arropen harán bien en aplaudir hasta que también a ellos les duelan las manos.

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