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Blogs La capilla de San Álvaro por Luis Miranda

El Día del Señor

El Corpus Christi de 2024 fue una manifestación de la comunidad creyente de Córdoba como muy pocas veces se había visto

El Día del Señor
Cofradías en el cortejo del Corpus Christi en Córdoba. FOTO: RAFAEL CARMONA
Luis Miranda el

No es del todo verdad que las calles llenas en Semana Santa, y menos en ciertos lugares con determinadas cuadrillas y bandas, sean una demostración de músculo del catolicismo y de la fe cristiana, pero tampoco lo es que haya que mirar con esos mismos ojos cautos al Corpus Christi. Esa Iglesia que en estos mismos años algunos ven caminar hacia la demolición o la irrelevancia es la misma que salió a las calles convocada por lo que el poeta llamó el limpio corazón del Sacramento. Sin cambios, coreografías ni cornetas que rompen cristales, con cofradías y con mucho más que cofradías, la procesión eucarística de 2024 se esperaba solemne y cuidada según el buen camino emprendido en el año anterior, pero sin dejarlo fue también una manifestación de la comunidad creyente de Córdoba como muy pocas veces se había visto.
Alguien tuvo que pensar que aunque las hermandades son las que más saben de cortejos, representaciones y pasos en la calle, la presencia de Jesús Sacramentado en las calles, de Dios mismo y no de una imagen a la que se le puede tener más devoción que a otra, compete a todo el que se dice católico y acude a misa. Hace diez años, cuando la procesión se autoconfinó en la Judería después de un tiempo de soledad, al Corpus iba más o menos quien no tenía más remedio.
Las parroquias programaban sus misas de todos los domingos, el calor daba la excusa para quedarse en la piscina y la presencia de las cofradías era el pretexto para que otros movimientos no acudiesen y hasta se permitieran criticar. Eran tiempos de estandartes y de nada más que estandartes por calles vacías.
Ahora el obispo ha hecho sonar las campanas de la Catedral en todas las iglesias de la ciudad, ha pedido suspender las misas que interfieran con la procesión y tiene toda la pinta de que alguien ha invitado a otros movimientos cristianos que no son las hermandades, que por cierto dieron una lección de compromiso sin apenas ausencias, con cortejos a veces más que decentes y bellísimos altares.
Entre la soberbia Cruz de Mardones y la Custodia con el Santísimo tal vez hubo unas 3.000 personas que tardaron en pasar tres cuartos de hora a buen ritmo, y al terminar los bacalaos, llegaban Pastoral Gitana, Madres Mónica, Manos Unidas o el Apostolado Mundial de Fátima, que demostraban que el rezo ante el Santísimo no obliga sólo a los cofrades y adoradores.
Los que se agobian delante de los datos y temen una apostasía colectiva tienen razones, pero cuando avanzaba Jesús Sacramentado por el Patio de los Naranjos y la Esperanza tocaba ‘Rey de Reyes’, tanto tiempo después de que hubiera empezado el cortejo, los ojos fijos en Algo que es mucho más que una imagen de madera, los que se aferran a la oración pensaron que, como decían las madres, en Córdoba volvía a ser con toda propiedad el Día del Señor.

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