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Rusia y Turquía, fragilidad y flexibilidad (2/2)

Rusia y Turquía, fragilidad y flexibilidad (2/2)
Erdogan (i), Putin (d).
Jorge Cachinero el

Moscú y Ankara están buscando constantemente el equilibrio necesario entre sus intereses respectivos y, después de años de interacción y de conflictos superados, han cimentado sus relaciones sobre dos principios fundamentales.

1.- Rusia reconoce los asuntos que son importantes para la seguridad de Turquía y nunca ignora los intereses turcos, ya sea en Siria, en Libia, en Nagorno-Karabaj, en el Cáucaso o en Asia Central.

Apertura del TurkStream entre Rusia y Turquía, 2020. De derecha a izquierda: presidente de Serbia, Vucic, presidente de Turquía, Erdogan, presidente de Rusia, Putin, y presidente de Bulgaria, Radev.

Para ello, los dos líderes, Putin y Erdogan, junto con sus equipos respectivos -ministros de Asuntos Exteriores o de Defensa y jefes de Inteligencia- siempre encuentran tiempo para reunirse y para negociar.

De hecho, los presidentes de Rusia y de Turquía ha invertido mucho en la dimensión personal de su relación y Erdogan ha sido el presidente con el que Putin se había reunido, antes de la pandemia de la COVID19, con más frecuencia, es decir, hasta diez veces al año.

2.- Putin y Erdogan no sólo conocen perfectamente las líneas rojas marcadas por cada uno de ellos, sino que, además, hablan sobre ellas y negocian sobre posibles soluciones y oportunidades en torno a ellas cuando sus intereses respectivos están en conflicto.

Las resoluciones de las crisis entre Rusia y Turquía de 2015 y de 2016 así lo atestiguan.

La relación entre Rusia y Turquía desborda el nivel meramente táctico ya que sus dirigentes son capaces de entender y de gestionar de forma beneficiosa para las dos partes los asuntos que son críticos para cada una de ellas, más allá de una resolución sucesiva de problemas que se pudieran encontrar en el camino, para saber anclarla entorno a los intereses comunes.

Entre todos éstos, destacan los de carácter económico, como el turismo o la importancia de la diáspora rusa en Turquía, como la construcción de plantas de energía nuclear de tecnología rusa en Turquía, como el comercio entre ambos países o como la construcción de gaseoductos rusos hacia Turquía.

El vínculo personal entre Putin y Erdogan es decisivo para entender el estado actual de las relaciones que existen entre los países que lideran.

Ambos llegaron al poder casi simultáneamente y han dirigido sus naciones a través de momentos y de experiencias complejas y dolorosas.

Putin y Erdogan saben gestionar una interlocución personal que se mueve entre el partenariado estratégico y la rivalidad con mucha flexibilidad.

En definitiva, es una relación que, a veces, puede ser frágil, pero que, siempre, es resistente, irrompible.

No debería sorprender que los turcos consideren a Putin, por lo que reflejan las encuestas, el político internacional más popular, a pesar del descenso que esos resultados muestran desde febrero de 2022.

Turquía ve en Rusia el apoyo que le permite reforzar su ambición de soberanía e independencia internacionales, en un momento en el que el orden liberal internacional, con EE. UU. como su hegemon, está siendo cuestionado y Rusia obtiene de Turquía el respeto como la gran potencia que es y que algunos le escamotean.

Rusia y Turquía son competidores en muchos ámbitos.

Sin embargo, Turquía sabe y no olvida que Rusia es el socio más importante para los turcos

  • por su vecindad,
  • por ser proveedor de gas y de petróleo para las empresas y para los ciudadanos turcos,
  • por el turismo ruso,
  • por el desarrollo de la energía nuclear en Turquía y
  • por los intereses comunes en el Mar Negro, en el Cáucaso y en Asia Central.

Estas son las razones por las cuales Turquía no apoya las sanciones económicas de EE. UU. y de la Unión Europea (UE) a Rusia y por las que, cuanto más problemática es la relación de Turquía con EE. UU., con sus socios de la Organización del Tratado de la Alianza Atlántica (OTAN) o con la UE, más comprensión hay en Turquía hacia las posiciones de Rusia.

Por todo lo anterior, tras el sabotaje siniestro del NordStream, llamó la atención que, el pasado 14 de noviembre de 2022, el ministro del Interior del gobierno turco acusara a EE. UU. de ser el responsable de la organización y de la ejecución del atentado terrorista llevado a cabo, el día anterior, en el centro de Istanbul, como medio de enviarle un mensaje al ejecutivo de Turquía -similar a lo que se hizo con el de Alemania, mediante el atentado bajo las aguas del mar Báltico- recordándole de qué lado debía estar.

Atentado terrorista en Instambul 13 de noviembre de 2022.

En EE. UU. se piensa que Turquía es un aliado, pero no, un socio,

Rusia piensa sobre Turquía, en cambio, justo lo contrario.

A la vista de los actos de terrorismo internacional del sabotaje del NordStream o del atentado de noviembre de 2022 en Istanbul, sería legítimo cuestionar el trato que EE. UU. dispensa a los que describe como aliados suyos.

Las elecciones parlamentarias y presidenciales turcas de junio de 2023 inquietan en Rusia.

Erdogan y las elecciones presidenciales de 2023.

Si bien en Turquía se cree que la mayoría parlamentaria cambiará y el país contará con un gobierno más prooccidental que el actual, esto no tendría que suponer ningún cambio radical en las relaciones que se han construido durante dos décadas entre Rusia y Turquía, entre Putin y Erdogan.

Si Erdogan no fuera reelegido como presidente de Turquía, el futuro de la complicidad entre Moscú y Ankara podría estar en entredicho.

 

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