Más sanciones contra Rusia

NB: Este artículo fue publicado anteriormente en El Economista.

Los objetivos que se persiguen al imponer sanciones económicas contra una nación son forzarla a un cambio de estrategia, infligirle un daño económico o enviar una señal política al mundo que las observa.

La ola nueva de sanciones contra Rusia que Estados Unidos (EE. UU.) anunció y que la Unión Europea (UE) anticipó en octubre de 2025 no cambiará la decisión de los dirigentes rusos sobre los objetivos políticos y militares de su campaña en Ucrania.

Moscú está actuando con madurez y autocontrol.

Su apuesta por parar el curso expansivo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte hacia el este, de hacer frente a cualquier amenaza a su existencia como nación y de participar en la arquitectura de seguridad europea no va a modificarse.

Ni estas sanciones, ni las anteriores, ni cualesquiera que puedan decidirse en el futuro presionarán a Moscú para que se siente en una mesa de negociaciones con Ucrania en condiciones menos favorables que las actuales.

El paso del tiempo, más bien, al contrario, reforzará en el campo de batalla las expectativas favorables de Rusia sobre un acuerdo hipotético entre las partes y debilitará las de sus adversarios en Ucrania, en la UE, en Europa y en EE. UU.

La economía rusa tampoco se verá afectada seriamente y tanto China como la India quieren seguir siendo los más grandes clientes del petróleo ruso, cuyas compras representan el 47% y el 38%, respectivamente, del total de sus exportaciones.

Rusia y China elevaron sus relaciones bilaterales a la categoría de asociación estratégica en 2019, que fue reforzada en 2024, y Pekín no dejará de adquirir hidrocarburos rusos porque sería contrario a su interés nacional.

China fue muy clara al respecto y transmitió este mensaje con nitidez al gobierno del presidente Donald J. Trump (DJT).

Narendra Modi, primer ministro de la India, tuvo que desmentir en octubre que hubiera hablado por teléfono con DJT para asegurarle que paralizaría la compra de petróleo ruso, como intoxicaron los medios de comunicación occidentales habituales en estas tareas.

La India quiere seguir adquiriendo petróleo ruso porque, si no, sería contrario a sus intereses, como declaró Modi, y cubrirá durante 2025 el 34 % de sus necesidades con la importación desde Rosneft y Lukoil, que representan el 60 % de dicho suministro.

Queda por comprobar si la UE acabará por apropiarse de los más de €200 millardos en activos rusos que congeló en 2022 y que ahora pretende entregarle a Ucrania para seguir financiando su esfuerzo bélico.

La reacción de fondos e inversores puede ser devastadora para las expectativas de los mercados europeos, cuando aquellos comprueben el valor que los dirigentes europeos le otorgan al derecho de propiedad en su región.

El único efecto positivo de estas sanciones sería tranquilizar temporalmente al Estado profundo de EE. UU. y a los dirigentes de Bruselas y de algunos países europeos al hacerles creer que DJT ha cambiado en su relación con Rusia.

Si así fuera, esto le daría espacio y tranquilidad a DJT para continuar sus conversaciones discretas con los diversos representantes y enviados de Moscú.

Los anuncios estadounidenses contra las compañías de petróleo rusas, Lukoil y Rosneft, no les sorprendieron a estas y las reacciones de los mercados fueron instantáneas.

El precio del barril de petróleo ruso subió, sus mayores clientes, chinos e indios, se están beneficiando de los descuentos correspondientes y las compañías suministradoras ajustarán sus cadenas globales de suministro a la realidad, en caso de necesidad.

Si el objetivo estadounidense y europeo era influir sobre Pekín o sobre Nueva Deli para que redujeran o cortaran sus relaciones con Moscú, los hechos demuestran lo contrario.

Modi suspendió su participación en persona durante la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, celebrada en Kuala Lumpur, Malasia, del 26 al 28 de octubre pasado, para evitar encontrarse con DJT.

El canciller de Alemania, Friedrich Merz, lleva intentando, desde que llegó al poder en mayo de 2025, que el presidente de China, Xi Jinping, le reciba, sin éxito hasta el momento, y anuló una visita a Pekín a finales de octubre ante la falta de disponibilidad de este.

Su ministro de Asuntos Exteriores, Johann Wadephul, canceló su visita oficial a China en octubre al comprobar que China solo le concedía un encuentro, solo uno, con su homólogo, Wang Yi, y con ningún otro miembro de la dirigencia china.

La diplomacia de China es sutil, pero, en ocasiones como estas, puede ser muy estridente en sus manifestaciones.

Asimismo, EE. UU. busca con las sanciones incrementar indirectamente los costes de energía de Rusia y de la India para reducir la ventaja competitiva de sus modelos económicos nacionales de la que aquellos son un factor fundamental.

El gasto de China en investigación y desarrollo ligado a las tecnologías críticas del futuro es el doble del que se realiza en EE. UU. y es más eficiente gracias a los costes más bajos de los recursos chinos, especialmente los energéticos.

Las sanciones adicionales son una respuesta al aumento de la frustración por el curso de los acontecimientos en el campo de batalla en Ucrania y serán contraproducentes para las economías estadounidense y europea.