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Burkina Faso, yihadismo y golpes militares

Burkina Faso, yihadismo y golpes militares
Jorge Cachinero el

Burkina Faso es un país sin salida al mar, que se encuentra situado en el África Occidental, al sur del desierto del Sáhara, es decir, dentro de la franja de tierras semiáridas de una región conocida como el Sáhel –Sahil, en árabe, o “frontera del desierto”-.

Burkina Faso

El Sáhel se extiende desde las orillas senegalesas del Océano Atlántico, en el oeste, hasta las del Mar Rojo sudanés, en el este, a lo largo de 5.400 km., y forma, así, una cenefa de transición -de más de 3 millones de kilómetros cuadrados, seis veces la superficie de España- entre el desierto, al norte, y el cinturón de sabanas húmedas, al sur, que ocupa el norte de Senegal, el sur de Mauritania, el gran recodo del río Níger en Malí, Burkina Faso -antiguo Alto Volta-, el sur de Níger, el noreste de Nigeria, el centro-sur del Chad y Sudán.

Sáhel

Burkina Faso se encuentra en el epicentro de los conflictos y de la violencia que el Sáhel ha experimentado en los últimos años, en los que el triple comercio de armas, de drogas y de seres humanos en dirección hacia Europa y la convergencia -conocida en otras regiones del mundo- entre el terrorismo internacional de matriz islamista, el crimen organizado multinacionalTransnational Organized Crime (TOC), en inglés- y la política han convertido a la frontera sur del desierto del Sáhara en la región de África donde se ha producido el más rápido crecimiento de la actividad terrorista de los grupos militantes islamistas.

Desde 2015, la violencia en esta zona, en general, se ha duplicado cada año y en Burkina Faso, específicamente, además, fue, en 2022, dos veces superior a la de 2020.

La realidad es que Burkina Faso se encuentra en una situación crítica ya que va camino de convertirse en un Estado fallido, dado que el gobierno no controla más del 40% de su territorio -10 de las 13 regiones del país están bajo la influencia de las organizaciones terroristas yihadistas-, las muertes por enfrentamientos violentos se acercan a las 2.500 anuales, desde hace cuatro años, y 2 millones de personas están desplazadas dentro de un país que tiene una población total de 22 millones.

El actor no estatal violento por excelencia en Burkina Faso y, por extensión, en todo el Sáhel es Jama’at Nasr al-Islam wral Muslimin (JNIM)Grupo de apoyo al islam y a los musulmanes, en español-, cuya presencia activa deja una huella que se extiende a los cuatro países que forman su frontera meridional -Benín, Togo, Ghana y Costa de Marfil-, a la zona meridional de Malí y a la occidental de Níger.

Zonas de influencia de JNIM en Burkina Faso.

JNIM es una estructura fruto de una coalición de grupos terroristas islámicos –Al-Mourabitoum, la rama sahariana de Tanẓīm al-Qā’idah fī Bilād al-Maghrib al-Islāmī o, en español, Al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), Ansar Dine y Katibat Macina-, que se aglutinaron en 2017 y que, de forma adicional, acabaron absorbiendo, entre 2016 y 2021, al grupo Ansar ul-Islam.

Asimismo, el Estado Islámico (EI) sigue estando activo en el Sáhara occidental, en el Sáhel central y, también, en Burkina Faso y representa una amenaza muy seria en la región, desde que una facción de Al-Mourabitoum se separó de esta organización, en 2015, para formar la franquicia llamada Estado Islámico del Gran Sáhara (EIGS).

A partir de 2019, EIGS está enfrentado a JNIM y a todos los grupos que lo formaron en 2017.

Varias son las características que perfilan a JNIM como grupo terrorista yihadista.

  • Los grupos que forman JNIM son de naturaleza local y están muy arraigados y pegados al terreno en el que operan.
  • JNIM cuenta con una estructura organizativa muy difusa, lo que le proporciona la ventaja de que sus comandantes locales cuenten con mucha autonomía, que, sin duda, redunda en que la recluta de nuevos miembros sea más fácil y que sus operaciones locales sean más efectivas gracias a una mejor asignación de recursos y de elección de objetivos.
Campaña de reclutamiento de JNIM, “Adelante por la causa de Allah”·, febrero de 2020.
  • A pesar de lo anterior, JNIM es una organización disciplinada y con una visión estratégica de su propósito.
  • El modelo de funcionamiento de JNIM está siendo recompensado con el éxito, a la vista de los ritmos acelerados de crecimiento y de extensión geográfica de la organización.
  • En las zonas en las que opera, JNIM está involucrado en las actividades criminales -secuestros a cambio de dinero o de Inteligencia local, robos, especialmente, de vehículos, contrabando y tráfico, fundamentalmente, de oro- que allí tienen lugar, sin llegar nunca a hacerse con el control de ellas.
  • JNIM deja a los locales que gestionen los crímenes en los que está implicado, de los que JNIM obtiene el doble beneficio de maximizar la eficiencia y los ingresos que le reportan dichos negocios ilegales, por una parte, y de conectarles, por otra, con las comunidades locales implicadas en los mismos.
  • En relación con esas poblaciones locales, JNIM, en definitiva, o bien desempeña el papel protector típico de los jefes mafiosos o bien establece relaciones informales de cooperación y de transacción en las que los bienes, la información anticipada sobre lo que pueda ocurrir en el terreno y el dinero cambian de manos.

JNIM no es -a pesar de lo que algunos analistas y miembros de organizaciones no gubernamentales (ONGs) occidentales suelen insinuar, desde una condescendencia que, en realidad, lo que transmite no es más que un racismo bien profundo- una agrupación violenta, pero, benevolente.

La ideología y la estructura organizativa de JNIM son totalitarias y, de acuerdo con ellas, ésta actúa con violencia contra las poblaciones locales, que, en opinión de los militantes yihadistas, pudieran haber cometido infracciones a su interpretación rigorista del islam o hubieran colaborado con las autoridades del Estado.

Por mucho que algunos pretendan ver en JNIM a un grupo de bandoleros disfrazados de yihadistas o a un grupo criminal que utiliza la ideología de la guerra santa como cobertura para sus actividades delincuenciales, JNIM es, en definitiva, una organización terrorista yihadista, a la que sus estructuras difusas, su apariencia de partidas de cuatreros locales y el desconocimiento que algunos de sus miembros más jóvenes puedan aducir sobre los objetivos y las aspiraciones reales de sus jefes no pueden confundir a los que la observan o la combaten.

El pasado 30 de septiembre tuvo lugar en Burkina Faso un golpe militar, el segundo en un año.

Las razones de éste fueron las promesas incumplidas de mano dura y el fracaso completo del programa antiterrorista del presidente del Consejo de transición, en el poder, coronel Paul-Henri Sandaogo Damiba, quien fue incapaz de contener y de hacer frente a las embestidas terroristas yihadistas en el país, a pesar de haber añadido a sus responsabilidades las del ministerio de Defensa el pasado mes de septiembre.

Sólo entre febrero y agosto de 2022, 274 soldados y civiles murieron en atentados y en ataques terroristas de los islamistas.

Los propios colegas militares y de partido -el Movimiento Patriótico para la Conservación y la Reconstrucción- de Damiba, encabezados por el capitán Ibrahim Traore, fueron los que llevaron a cabo esa asonada de la que responsabilizaron a Damibia por haber tomado “decisiones peligrosas” que debilitaron gradualmente el sistema de seguridad del país y por haber permitido que “la burocracia (…) se intensific(ara) durante el período de transición, poniendo en peligro las operaciones de carácter estratégico“.

Ibrahim Traore (c).

Ibrahim Traore tiene 34 años, goza de gran prestigio entre los soldados de las Fuerzas Armadas de Burkina Faso y es miembro del Movimiento Patriótico de Conservación y Reconstrucción desde su creación.

Traore demostró su valía como líder militar durante la Operación Otapuanu, desarrollada en la región oriental del país, durante 2019, y, también, participó en operaciones de combate contra terroristas en la región del Sáhel y en el norte de Burkina Faso.

Durante las concentraciones de apoyo al golpe de Traore, que se han celebrado en Ouagadougou, la capital del país, los manifestantes portaron banderas de Burkina Faso y de Rusia, calificaron a Damiba de “traidor“-su francofilia no le ayudó en lo más mínimo- y exigieron que se pidiera ayuda a Moscú para luchar contra los yihadistas, de forma similar a lo que sucedió en Malí, a comienzos de 2022, cuando se expulsaron a las tropas francesas del país.

Banderas de Rusia y de Burkina Faso durante las manifestaciones en favor del capitán Traore, Ouagadougou, capital de Burkina Faso, 30 de septiembre de 2022.

Los acontecimientos de Malí y de Burkina Faso reflejan la dimensión de la debacle de Francia en las que fueron sus colonias de África Occidental.

La crisis de seguridad que el yihadismo ha creado en Burkina Faso es un problema grave para el país.

No obstante, lo es, también, para Malí, para Níger, para el Sáhel, para toda África Occidental, para Europa, para el Próximo Oriente y para Asia.

Pretender minusvalorar el riesgo de seguridad que la ideología y que la práctica violenta de JNIM representan es irresponsable, cuando no, consciente o inconscientemente, cómplice con sus objetivos.

 

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