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India, potencia global en el s. XXI

Jorge Cachineroel

NB: Este artículo fue publicado anteriormente en El Economista.

El Economista, 3 de marzo de 2025, p. 33.

Narenda Modri fue reelegido primer ministro de la India por tercera vez el 1 de junio de 2024.

Las decisiones de su gobierno en política internacional responden a una cosmovisión basada en un análisis cuidadoso de la realidad actual.

Los miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) han pasado en ocho décadas de 50 a 193, muchos de los cuales han aumentado su peso relativo en la política internacional.

La clasificación de las veinte economías más grandes se ha transformado en ese tiempo.

China tiene el mayor Producto Interior Bruto y en 2027 India contará con el segundo en paridad de poder adquisitivo, después del chino, y el tercero en valor absoluto, detrás de los de Estados Unidos (EE. UU.) y de China, tras ser el décimo en 2014 y el quinto en 2024.

Está previsto que la India se convierta en el mayor contribuyente al incremento económico del mundo en 2028, al superar su economía el ritmo de crecimiento de la china.

Un mundo nuevo emerge debido a tres fuerzas poderosas.

La guerra regresó a Europa, no estalló de repente y sus orígenes no se encuentran en 2022.

La rivalidad entre EE. UU. y China es por el liderazgo mundial.

Muchos países sienten que sus intereses están siendo olvidados, como pusieron de manifiesto durante la Cumbre del G20 que la India presidió en 2023.

Estas naciones comparten una alineación múltiple para su política exterior y rechazan relaciones de exclusividad porque persiguen sus intereses nacionales, antes que nada.

El mundo se mueve hacia una arquitectura más abierta en las relaciones exteriores.

Los retos se han ampliado por regiones y por teatros de actuación y las naciones quieren contar con más libertad para elegir sus opciones diplomáticas para hacerles frente.

La transformación que está experimentado la India es colosal, en consonancia con las dimensiones de un país que es más una civilización nación que un Estado nación.

La población de la India superó el 1,4 millardo de ciudadanos, es decir, el mismo número de habitantes que tienen de forma agregada los 54 países de África.

Por último, la complejidad de la gobernanza de la India se debe a que está organizada en 28 estados, uno más de los miembros de la Unión Europea.

Estos cambios fenomenales están sucediendo en la India siempre dentro de un marco de democracia parlamentaria desde que obtuvo su independencia en 1947.

960 millones de ciudadanos estaban registrados para votar en las elecciones de 2024 y su resultado obligó a formar un gabinete de coalición, cuyo socio principal, Bharatiya Janta Party (BJP), al que pertenece Modi, gobierna sólo en 16 de los 28 estados de la India.

El sentimiento patriótico de los indios ha crecido desde que Modi fue elegido primer ministro hace una década y la ambición declarada de la élite política y de una gran mayoría de los habitantes de la India es que ésta se convierta en una potencia global en el s. XXI.

Para ello, la India debe manejar un entorno regional complejo, la conexión con las tres grandes potencias globales y la relación delicada que mantiene con su vecino chino.

Modi invierte tiempo y esfuerzos en integrar los intereses de sus vecinos en el desarrollo que está disfrutando la economía india, con la excepción de Pakistán.

El comercio, la economía, la conectividad y el turismo son las palancas que el gobierno de Modi está utilizando para gestionar una región complicada.

India desempeña roles ajustados a la medida de los miembros de ese vecindario como estabilizador de conflictos, como primera ayuda en emergencias, como brújula para la conectividad o como esponja de impactos inesperados.

La reputación de la India dentro las naciones más cercanas es poliédrica y rica.

Putin (i), DJT (c), Modi (d).

Modi escoge el curso de sus relaciones con las naciones más poderosas del planeta en subordinación a los intereses nacionales de la India.

Así, Modi compra petróleo y gas baratos de Rusia e importa tecnología de EE. UU.

Modi aborrece de una política exterior secuestrada por una concepción binaria, propia de los años 50 y 60 del siglo pasado.

China es el expediente más complejo dentro de las prioridades de la política exterior de Modi.

Los enfrentamientos fronterizos que estallaron entre Nueva Delhi y Pekín en 2020 han tenido el resultado no deseado para China de que la India haya cubierto sus necesidades tecnológicas gracias a EE. UU., en vez de haberse acercado a su gran vecino asiático.

Enfrentamientos entre China y la India, Valle del Galwan, 15 de junio de 2020.

Queda por solventar si ambas viven un choque de civilizaciones, de hostilidad perpetua, o no.

Los oficios del presidente de Rusia podrían ayudar a que China y la India abandonen sus rencillas, ya que aquél mantiene relaciones estratégicas con ambos países.

Finalmente, Modi tiene una visión muy pesimista del sistema global de gobernanza a través de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Modi está persuadido de que su modelo está fracasado, como las crisis de Ucrania y del Oriente Próximo han demostrado, ya que sus actores principales han excluido al Consejo de Seguridad de la ONU de su resolución.

 

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