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‘Guerras Híbridas’ en Asia Central y el tablero de ajedrez de Estados Unidos

‘Guerras Híbridas’ en Asia Central y el tablero de ajedrez de Estados Unidos
Edificio de la alcaldía de Almaty, Kazajistán, 5 de enero de 2022
Jorge Cachinero el

Se suele asociar el nombre del general Valery Gerasimov, jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa, con el origen de las expresiones “guerra híbrida” o “métodos híbridos” como definitorias de los conflictos militares del siglo XXI.

Es cierto que, a finales de enero de 2013, el general Gerasimov pronunció un discurso ante la Academia de Ciencias Militares de su país, que fue publicado por Voienno-Promyshlenny Kurier, bajo el título “El valor de la ciencia radica en la anticipación”, y que, tres años después, el 27 de febrero de 2016, el general Gerasimov volvió a hablar ante la Academia de Ciencias Militares sobre las características de las guerras contemporáneas.

La caracterización que el general Gerasimov hizo en esos textos de los conflictos militares contemporáneos incorporaba la utilización de expresiones como “guerra híbrida” o “métodos híbridos”, que habían estado ausentes, hasta ese momento, del léxico militar oficial ruso.

General Valery Gerasimov

En palabras del general Gerasimov, “en los conflictos contemporáneos es cada vez más frecuente que se dé prioridad a un uso conjunto de medidas de carácter no militar, políticas, económicas, informativas y de otro tipo, que se ponen en práctica con el sostén de la fuerza militar. Son los llamados métodos híbridos”.

Sin embargo, en el pensamiento militar universal existe formulada, desde los tiempos de Sun Tzu (544 a.C. – 496 a.C.), general y estratega militar chino, autor de El arte de la guerra –Bingfa, en chino, el que es, probablemente, el primer tratado conocido sobre la guerra y sobre ciencia militar-, la aspiración de alcanzar “la excelencia suprema (que) consiste en quebrar la resistencia del enemigo sin necesidad de combatir”.

Este tipo de guerra indirecta, que evita los costes políticos, económicos y físicos de la guerra directa, está enraizado como concepto en el pensamiento estratégico estadounidense y se ha usado frecuentemente por Estados Unidos (EE. UU.).

En 2014, el general Gerasimov introdujo, durante una presentación pública en Moscú, el concepto de la “aproximación adaptativa” al referirse a un uso por un Estado de medios no militares -por ejemplo, las revoluciones de colores, que, para entonces, ya se habían experimentado en Siria, en 2011, o en Ucrania, en 2013 y en 2014-, que, a la vez, cuentan con el soporte de fuerza militar encubierta y de interferencia militar abierta -ambas componentes de la llamada guerra no convencional-, una vez encontrado el pretexto adecuado, contra un Estado adversario.

Kiev, Ucrania, febrero de 2014

A esta combinación del uso de revoluciones de colores y de métodos de guerra no convencional es lo que se denomina como “Guerras Híbridas” y es, cada vez más, frecuentemente atribuida a la forma en la que EE. UU. proyecta su fuerza, especialmente, en geografías y en territorios cercanos a Rusia, en los que EE. UU. no quiere, o sabe que no puede, utilizar, con éxito, sus recursos militares, de una forma abierta.

En el sustrato doctrinal de esta forma de actuar de EE. UU. se encuentra la influencia profunda del pensamiento del geógrafo británico Halford Mackinder y su The Geographical Pivot of History, de 1904, que subrayaba la importancia del poder terrestre en la capacidad para controlar el mundo frente a la tesis previa de su duelista teórico, Alfred Thayer Mahan, quien, en 1890, con su The Influence of Sea Power Upon History, había teorizado sobre la importancia de la estrategia naval de las naciones para proyectar su influencia global.

Para Mackinder, el control del Heartland -corazón o centro geográfico del mundo, en español-, es decir, Rusia y Asia Central, otorga el control sobre la isla mundial –World-Island, en inglés-, es decir, Eurasia, cuyas costas eran definidas como el Inner Crescent, es decir, la curva en forma de medialuna que, dentro del Heartland, lo circunda y está en contacto con el océano, es decir, los mares del planeta.

En esta visión del mundo de Mackinder, la Europa del Este es la puerta de entrada al corazón –Heartland– geográfico del mundo, de tal forma que quien gobierna la Europa Oriental, manda sobre el Heartland; quien gobierna en el Heartland, manda sobre el World-Island; y, por último, Mackinder concluye que quien gobierna el World-Island, manda en el mundo.

Mapa de representación de la tesis de Mackinder sobre el mundo

Desde que Mackinder vio el mundo así, pensadores, especialmente, polacos -como Josef Pilduslki- y estadounidenses -como Nicholas Spykman o Saul Cohen-, han tratado de formular estrategias que materializaran, en la práctica, en el caso de estos últimos, la visión excepcional de EE. UU. como líder del mundo y sobre cómo debería utilizar mejor sus recursos para evitar el surgimiento de potencias mundiales competidoras, especialmente, aquellas que, por razones históricas, nacieron y están asentadas en el Heartland del mundo.

Algunos de estos pensadores concibieron ideas como la de empujar a los pueblos no rusos a rebelarse contra la Unión Soviética para fracturarla en entidades étnicas diversas que sus vecinos pudieran explotar o como la de intentar controlar el Inner Crescent de forma que se pueda acceder al control de Eurasia y de África.

Zbigniew Brzezinski, profesor estadounidense, nacido en Varsovia e hijo de diplomático polaco, consejero del presidente estadounidense Lyndon B. Johnson, entre 1966 y 1968, y consejero de seguridad nacional del presidente estadounidense Jimmy Carter, entre 1977 y 1981, reformuló muchas de las enseñanzas sacadas de los autores anteriormente mencionados, cuando, en 1997, publicó su The Grand Chessboard: American Primacy and its Geostrategic Imperatives.

Zbigniew Brzezinski

Para Brzezinski, si EE. UU. quiere preservar su liderazgo y dominio unipolar del mundo, debería controlar Eurasia utilizando los que denominó Balcanes EuroasiáticosEurasian Balkans, en inglés-, es decir, todos aquellos territorios del Sudeste europeo, de Asia Central, de partes del sur de Asia, del Golfo Pérsico y del Próximo Oriente, que, en su opinión, son, por naturaleza, inestables y, por lo tanto, susceptibles de sufrir la intromisión de vecinos más poderosos.

Además, Brzezinski amplió los conceptos originales sobre las naciones del Inner Crescent para incluir en él a las antiguas repúblicas soviéticas, ya independientes, de Asia Central y del Cáucaso, a las que definió como “calderas étnicas” a las puertas de Rusia.

En fin, la visión de Brzezinski era una estrategia de desestabilización periférica de esos “Balcanes Euroasiáticos” con el propósito, a través del caos permanente, de debilitar a Rusia y preservar, así, la hegemonía universal de EE. UU.

En el terreno de la doctrina militar, estas tesis se han visto acompañadas por la conceptualización en EE. UU. -desde que, en 1989, William Lind y otros oficiales de la Fuerzas Armas de EE. UU. publicaran su “The Changing Face of War: Into the Fourth Generation”, en el Marine Corps Gazette– de la llamada Guerra de Cuarta Generación.

Esta Guerra de Cuarta Generación se define precisamente por su indefinición, dado que tiene lugar en un mundo más fluido, descentralizado, no linear y asimétrico.

Es una guerra sin teatros de operaciones para ejércitos regulares, sin trincheras y sin disparos entre soldados.

La guerra tiene lugar en un entorno en el que ha desaparecido la distinción entre la población civil y las Instituciones Militares.

La fuerza se proyecta a través de y gracias al soporte de un gran desarrollo tecnológico, con estructuras operativas ligeras y con un énfasis especial puesto en las guerras de la información y de la comunicación

Son guerras que se desarrollan a través de operaciones especiales, psicológicas, de manipulación y de intoxicación, con medios cibernéticos y bacteriológicos, fuera del marco del Estado-nación, atacando la cultura y la civilización de los adversarios.

Asimismo, si fuera necesario, los Estados combaten, dentro de este modelo, adaptando o mimetizando formas y maneras de actores no estatales, ya sean, originalmente, o de guerrilleros, o de la insurgencia urbana, o del sabotaje, o de terroristas o del crimen organizado transnacional –Transnational Organised Crime (TOC), en inglés-, o de combatientes no convencionales, o de mercenarios.

Lo dominante es el caos y el uso de métodos no convencionales de combate, a través de la utilización de aliados y de terceros, mientras que el liderazgo se ejerce en la sombra.

Esto es lo que define a las Guerras Híbridas con las que EE. UU., como otras potencias, grandes o medianas, está muy bien familiarizado.

EE. UU. ha refinado su pensamiento doctrinal al respecto como muestra la Joint Vision 2020 de su Departamento de Defensa, de la que el concepto de la Dominación de Espectro CompletoFull Spectrum Dominance, en inglés- es su columna vertebral: persuasiva durante la paz, decisiva en la guerra y preeminente en cualquier tipo de conflicto.

Las guerras del siglo XXI son y serán, también, para EE. UU., Guerras Híbridas, que combinan y que seguirán combinando las revoluciones de colores -violencia limitada, entornos urbanos, revueltas sociales, caos contra las autoridades, redes sociales y división de los lazos sociales intracomunitarios-, más baratas, con las guerras no convencionales -violencia sin límite, entornos urbanos y rurales, revueltas sociales, pero, sobre todo, físicas, caos contra todo, redes físicas surgidas de las redes sociales y división de todos los lazos en la sociedad-, más caras.

La pugna por el control del Heartland está abierta, desde hace tiempo, al uso de las Guerras Híbridas, como se puso de manifiesto en Georgia, en 2008, en Siria, en 2011, en Ucrania, en 2013 y en 2014, o en Bielorrusia, en 2021.

Pronto sabremos lo que realmente ocurrió en Kazajistán, al comienzo de 2022, en vísperas de la celebración de la Navidad ortodoxa y de la reunión, en Ginebra, Suiza, entre EE. UU. y Rusia para discutir sobre sus necesidades de garantías de seguridad respectivas.

 

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