Europa sigue cavando su agujero

NB: Este artículo fue publicado anteriormente en El Economista.

El presidente de Estados Unidos (EE. UU.), Donald J. Trump (DJT), levantó la camisa a los líderes de la coalición de los indispuestos, al hacerles una propuesta inaceptable para quienes quieren arrastrar a Occidente hacia una guerra contra la Federación de Rusia.

DJT ofreció a estos dirigentes europeos que, si exigen que EE. UU. aumente las sanciones contra Rusia, ellos deberían imponerlas con carácter exhaustivo a China o a la India por mantener sus relaciones comerciales con Moscú.

Ese emplazamiento era una invitación envenenada para que los europeos se dieran cuenta de que no podían seguir viviendo en la ilusión de que DJT es tonto y manipulable fácilmente.

La respuesta a EE. UU. desde Europa fue que no podían cometer el suicidio de tomar una decisión que iría contra sus intereses, dado que China y la India son socios comerciales críticos para la economía del Viejo Continente.

La coalición de los indispuestos quedó expuesta ante la hipocresía monumental que ha intentado sostener durante meses por querer forzar a Washington para que continuara realizando el trabajo sucio que sus miembros no pueden afrontar.

Una política exterior de una nación o de una asociación regional que se respete a sí misma ha de tomar en cuenta, por este orden, su geografía, su historia, sus intereses y sus valores.

La alternativa es olvidarse de los asuntos que preocupan a los ciudadanos, quienes, en estos momentos, en Europa, son los que están reclamando a sus dirigentes que conviertan sus intereses nacionales en la prioridad de sus agendas políticas.

Infinidad de naciones lo están haciendo así hoy en día.

Turquía protege sus intereses al preservar el TurkStream, que comienza en la costa rusa, recorre más de 930 km a través del mar Negro y llega a tierra en la región de Tracia en territorio turco.

El TurkStream conecta las mayores reservas de gas de Rusia con la red turca de transporte de gas y proporciona energía fiable a Turquía y al sur y al sudeste de Europa.

Ankara está haciendo exactamente lo contrario que Alemania, en 2022, cuando permitió que el NordStream fuera destruido, quedándose sin una fuente constante y barata de energía sobre la que se asentaba la competitividad de su modelo económico nacional.

La cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), que se celebró en Tianjín, China, a finales de agosto, reforzó su enfoque euroasiático y los asuntos prioritarios que allí se discutieron fueron de contenido económico y financiero.

La orientación de los países miembros y asociados de la OCS hacia las relaciones comerciales ha desbancado los temas de seguridad, que fueron los primordiales en el momento de la creación de la organización.

Todo lo contrario de lo que están intentando hacer los responsables de la Unión Europea (UE).

La realidad incontestable de la India como potencia global emergente se manifestó en el trato preferencial que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, y el presidente de China, Xi Jinping, dispensaron a su primer ministro, Narendra Modi.

Esa troika que lidera la SCO nueva se formalizó en China, con lo que se abandonó el liderazgo dual que Pekín y Moscú habían ejercido sobre ella desde su creación a comienzos del siglo XXI.

Las fotos de esos tres líderes juntos en Tianjín durante los días que duró dicha cumbre son las de dos gigantes asiáticos y uno euroasiático en sintonía, como recordatorio a la vista de todos de un mundo nuevo emergente.

EE. UU. necesita adaptarse desde su rol de hegemon mundial a un papel por construir dentro de un mundo multipolar y más complejo.

Los roces actuales entre EE. UU. y la India serán temporales y sus relaciones bilaterales, tan críticas para Nueva Deli, volverán a la normalidad, especialmente, cuando finalice la guerra en Ucrania.

Europa, sin embargo, sigue atascada en los años 90 del siglo pasado, a los que no hay retorno posible, es decir, los de una Rusia debilitada y de una seguridad continental ejercida por EE. UU. subcontratada por los europeos a un coste bajo.

El mundo asiste al surgimiento de nuevas rutas logísticas y comerciales, ya sean el Océano Ártico o la Iniciativa de la Ruta y del Cinturón, y el número de potencias emergentes, globales o regionales, con ventajas competitivas propias sigue creciendo.