Rafael Amargo ha sustituido estos días a Isabel Pantoja, que habrá podido descansar un poquito de Telecinco y ponerse una serie. La polémica con él es doble: su detención y su personalidad. El “furor levantado” ha revelado un mundo de familia, amigos, allegados y ex. El universo Amargo. Primero su padre, que se las tuvo con una reportera. Mueve las manos y los brazos como el hijo, como un bailaor. Nos hizo acordarnos de Antonio Guerra y su arusiano “que te comes la patilla, mamón”. En realidad, el hombre estaba haciendo lo que el gobierno con el Congreso, un perímetro, pero perdió las formas y pidió disculpas. Con una traqueotomía, solo podía hacerse oír a gritos y ¿acaso es posible gritar sin mover las manos y ponerse un poco energuménico?
Abierto el juicio mediático, los argumentos de Amargo, por lo general, no han convencido mucho. El polvo encontrado era de unas “reformas” y lo que había en la casa era “alegría”. Quizás llegaban y cantaban lo del tanguillo: “Dame, dame melón con jamón, que quiero endulzar mi vida y alegrar mi corazón”.
Al dar Amargo la espantá, en el “Deluxe” fueron con todo. Se mezclaron eufemismos como “se perdía”, “es liberal”, o “volvía y ya no estaba como antes” con cosas de gran crudeza que no se han dicho de nadie en televisión.
La polémica alcanza a su “modus amandi”. No solo que le guste “celebrar”. Lo explicó en Nius: “Soy chapado a la antigua, pero moderno y bisexual”. “Se busca su modernez” (o modernitud) pero se niega a ser gay o “maricón”. Esto molesta a algunos, quizás porque no se respeta su bisexualidad (¿no se acuerdan de su novia japonesa, Yuko Sumida?). Su mismo arte lo es. La delicadeza se mezcla con momentos en los que parece un patriarca gitano. A veces Lauren Postigo, a veces Mauricio Colmenero. Amargo no sería gay, incurriría en “actos gays”, como decía Mailer. O como Roy Cohn en boca de Al Pacino: “Roy Cohn no es homosexual, Roy Cohn es un hombre que se acuesta con tíos”. No seamos, pues, “hijos del diablo”.
(Publicado en Abc el 8-12-2020)
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