Gema Lendoiro el 25 abr, 2016 De un tiempo a esta parte se ha puesto de moda atacar a los niños. Ayer una columna firmada por un señor que dice ser figura del toreo, tituló asÃ: Idiotas con hijos, una opinión a puerta gayola sobre lo que él cree que significa ser padre hoy en dÃa. El titular no deja lugar a dudas: ser padre y convertirte en idiota es todo uno para el amable columnista. Hombre sincero, comienza su alegato diciendo que no le gustan los niños. A mà no me gustan las corridas de toros. Igual es por eso que no les he dedicado jamás una columna. Dice que no desea ahondar en lo que la LOGSE pudo o no hacer con los niños (como si en los colegios educaran) y tampoco va a decir nada de los vuelos en los aviones. Le deja la tarea a la compañÃa aérea. Yo también lo creo: deberÃan crear habitáculos para personas con alta incapacidad para relacionarse con la sociedad. A ser posible, en la bodega. Y por supuesto no me refiero a los niños. El figura del toreo dice que en torno a ser padre se ha creado una cultura. ¡Ha descubierto América! La Venus de Willendorf ha de ser, entonces, un sueño que hemos imaginado. Lo mismo el prehistórico que la talló tenÃa un salón de belleza y esa mujer es el antes y los arqueólogos no han encontrado el “después” que hizo para mostrar los beneficios de su negocio. ¡Y nosotros pensando que era un cántico a la fertilidad! Definitivamente somos idiotas. ¿Qué podemos hacer ahora con todos los libros de biologÃa, naturaleza y reproducción que versan, precisamente, sobre le hecho de tener hijos? ¿Acaso no hay ya tratados de pedagogÃa en los filósofos griegos? Se constata que hablar de los hijos es más antiguo que la tos. Escribir blogs sobre maternidad tampoco le parece bien al figura del toreo. Vaya por Dios, ¡qué mala suerte! Dice algo asà como que proliferan como las setas. Eso es porque no se ha metido en el apasionante mundo de la belleza, la moda o la reposterÃa. Como lo haga, le da un infarto. Pero lo mejor es que le parece increÃble que ¡reclamemos la conciliación! ¿Cómo nos podremos atrever a querer cuidar a nuestros hijos con lo infinitamente más interesante que serÃa ir a charlas dirigidas por él sobre la denuncia social del cine afgano? ¡Qué desazón! Al menos no nos ha enviado a casa a las que somos madres con el argumento de ¡si es que lo queréis todo, ambiciosas! Eso, he de reconocer, tengo que agradecérselo. Tiene mandanga que moleste que los que hemos iniciado la apasionante tarea de ser padres pretendamos tener un poco de tiempo para poder encargarnos de ellos. Más que nada por pura responsabilidad. No hemos tenido hijos porque tocaba. Los hemos tenido porque hemos querido. Y ahora, en coherencia con esa decisión, queremos educarlos. A ser posible, personalmente. Y si al señor no le molesta, también pretendemos seguir trabajando. Pero no lo hacemos por fastidiar, ¿eh?, que conste en acta que, básicamente nos guiamos por un instinto que nos sugiere que crecer con tus padres a diario atendido en cantidad y calidad, hará que seas un adulto feliz y sano mentalmente hablando. Hijos hipermotivados, dice. SÃ, por aprender y por crecer en ambientes seguros donde la bofetada a tiempo cada vez sucede menos. Y donde, por fortuna, el cinturón ha dejado de ser un método educativo en la mayorÃa de los hogares. Lo que este figura parece desconocer es que, precisamente los hijos a los que él llama hipermotivados, no son más que hijos educados por padres que les alientan a saber cada vez más y que harán que en un futuro lean columnas, como por ejemplo, las suyas. ¿O los prefiere rebañito enganchados a Mujeres, hombres y viceversa? Lo que para él es hipermotivar, para mà es educarles el criterio y el gusto. Siento no educar a su gusto, es decir, aborregando. Moderna de Pueblo es una de las mejores crÃticas sobre el absurdo postureo de muchos en esta sociedad. Empezando por los casi siempre coñazo crÃticos de cine A pesar de que en mi experiencia como periodista primero y editora de Planeta después (sÃ, también tuve una vida antes de ser madre), pude disfrutar muchas veladas y sobremesas con personas interesantes e importantes de la vida cultural española e internacional, sÃ, ahora soy idiota porque me parece mucho más apetecible hacer un picnic con mis hijas y su padre que otras cosas, digamos, más culturales. Que, por cierto, las sigo haciendo. La razón por la que la vida da un vuelco espectacular cuando tienes hijos y todo lo demás pasa a ser absolutamente prescindible y secundario tiene una explicación tan lógica que no merece ni siquiera ser explicada. Desde luego ir al festival de Cannes y conocer actrices y actores de gran renombre internacional tiene su aquél, pero ver cómo tu hija descubre cómo nace un ternero y comprobar esa cara de sincero asombro, de que no está de vuelta de nada y que, por lo tanto, todo le interesa,  particularmente, me mola más. Es cosas de idiotas con hijos, supongo. SÃ, hablamos de nuestros hijos porque los amamos. Como los enamorados hablan de sus parejas y nadie jamás ha puesto el grito en el cielo por algunas brillantes novelas de amor. Pero no es lo único que hacemos. Hacemos más cosas. No me convertà en mema cuando parÃ, lo único que hice fue cambiar el objeto de interés de mi aprendizaje. Lo que sà hice fue ser más responsable. Y me recogà más en mi casa porque habÃa creado, ahora sÃ, un hogar que cuidar y proteger. Dejé de subirme en el coche de cualquier borracho imbécil y aprendà a cuidarme mucho más porque tenÃa (tengo) dos personas que, al menos de momento, necesitan de todos los cuidados de su madre y de una permanente sonrisa. Ojo, todo esto co- responsabilizado con el maravilloso padre que tuve a a bien escoger para ellas. Educar un hijo es una tarea que requiere de una gran dosis de responsabilidad y de ausencia de ego. Y a veces eso duele. De todas las responsabilidades que me han tocado en la vida es la única que siempre ejerceré hasta que muera. Y lo haré única y exclusivamente por una razón: Porque las quiero más que a mi propia vida. Y eso jamás va a cambiar. Hagan lo que hagan. Claro que ese amor solo es posible conocerlo cuando tienes hijos. Aunque moleste leerlo. Comprendo que le fastidie que interese más la lectura de cómo lidiar con las rabietas de tu hijo que de la “imprescindible” lectura de su última crÃtica cinematográfica. Será que, el pueblo, en general, es idiota. Solo unos pocos están tocados por la mano de los hados con la sabidurÃa y/o la comprensión lectora. Que no, que no tenemos mala comprensión lectora. Hemos comprendido perfectamente el sentido de su columna. Si ha sido tan valiente a la hora de publicarla, sea igual de denodado para aceptar lo que opinamos sobre su exposición. Y no, no soy partidaria de imponer a los hijos de uno a los otros pero básicamente porque no soy partidaria de imponer nada. De hecho soy bastante más cauta a la hora de llevar a mis hijos a cualquier lugar donde no hayan sido expresamente invitados. Y desde luego no me ofende que haya lugares solo para adultos. Que quiera muchos a mis hijas no signifique no me guste disfrutar del placer de una conversación con adultos degustando una cena y un vino. Soy idiota, pero quizás no tanto. Si no le gustan los niños, le compadezco. Pero básicamente porque el mundo está lleno de ellos. Salvo que salga usted solo por la noche, se los va a encontrar en todas partes. A mÃ, sin embargo, no me molestan los adultos que no tienen hijos. Creo que a ningún adulto con hijos le molesta que otro no los tenga. No sucede lo mismo al contrario. Y si bien estoy a favor de que haya espacios libres de niños, también me gustarÃa que hubiese espacios libres de idiotas. Porque en una cosa estoy de acuerdo con él: hay muchos idiotas con hijos. Pero ya lo eran antes de reproducirse. Pero no es menos cierto que también hay muchos idiotas sin hijos. Me puedes seguir en facebook, en Twitter y en linkedin PD. Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid…recuerdo que, si seguimos teniendo tan pocos hijos en España, en el año 2029 el sistema de bienestar estará seriamente tocado y hundido. apegoDiversión adultoseducaciónfeminismogritos nomachismoniñospatriarcadorespetoSin categorÃa Tags apegocrianzaniñosodio a los niños Comentarios Gema Lendoiro el 25 abr, 2016