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Blogs Madre no hay más que una por Gema Lendoiro

Contra el machismo, educación en igualdad.

Gema Lendoiro el

He de reconocer que hay días en que me toca ponerme más seria de lo normal. Hoy es uno. En este blog digo que en la maternidad una se da cuenta que donde dijo digo, ahora dice Diego.  He de reconocer que cuando no era madre me reía bastante de las medidas que algunos políticos adoptaban para combatir el machismo, muy especialmente la parte más extrema de este; la violencia de género.  Ahora me avergüenzo de haberme reído. Y me reía porque no pensaba que medidas que tuvieran que ver con el lenguaje, por poner un ejemplo, fueran realmente efectivas. Ahora confieso que me equivoqué. Si hay algo que puede desterrar el machismo, es la educación. Y la mejor educación es la que se adquiere de pequeños: niños y niñas.

Antes de ser madre viví inmersa en un mundo profesional donde jamás visualicé el machismo más allá del famoso techo de cristal que toda multinacional cumple a rajatabla. El mundo del periodismo y el de las editoriales donde llegué a ser directora de una y editora en uno de los sellos de mayor renombre de este país me facilitaron un bagaje profesional y cultural de calidad, así como muchos contactos. Recuerdo haber compartido mesa y mantel con escritores de renombre, políticos, vicepresidentes de gobiernos, jueces estrella de la audiencia nacional, deportistas de élite, artistas varios…y nunca percibí machismo alguno. Era la editora que los llamaba para comer y ofrecerles que escribieran un libro y jamás percibí en ellos sombra alguna de minusvaloración a mi persona por el hecho de ser mujer. Por lo tanto, creo que en algunas facetas de la sociedad, en algunos ámbitos profesionales, el machismo está a punto de fenecer. Es un avance.

Y quiero ser cuidadosa con esto porque me consta que esto no es así en otros campos laborales. Me da la sensación que a mayor especialidad en el trabajo y mayor remuneración económica del puesto, menos cabida para el machismo hay. ¿Cuál es la lectura de todo esto? Cuanto mayor nivel de estudios tenga una mujer y cuanta mayor responsabilidad tenga su puesto de trabajo, menos posibilidad tendrá de sufrir discriminación por ser mujer. Como siempre, se cumple la máxima veritas liberabit vos. ¡Qué gran razón! La verdad, en el sentido del conocimiento y no de la religión, os hará libres.

Tema laboral, por lo tanto, en vías de solucionarse, entre otras cosas porque los puestos de trabajo están sujetos a una ordenación jurídica que no se la puede saltar nadie y el que lo haga tendrá que responder ante la justicia. Pero queda una parte de la sociedad donde hay mucho por hacer. Lo principal es en la educación.

Ha sido cuando me he convertido en madre cuando me he dado cuenta de la “trampa” que la sociedad nos tenía deparada. Y no por el hecho de ser madre sino por lo que la sociedad admite como válido que eso te convierte en una trabajadora con menos capacidades, como si eso tuviera que ser un intercambio: – Señora, aquí tiene a su hijo, ya es usted madre, por favor devuélvanos su ser de mujer y profesional.

No.

Nada podemos hacer, a priori, por cambiar comportamientos machistas en los hogares. No lo podemos someter a ordenamiento jurídico pero sí podemos modificar los pensamientos de toda una población con una educación basada en la igualdad plena.

El otro día me detuve a charlar con una madre del cole de Doña Tecla. Este cole es de enseñanza francesa, laica y de corte liberal muy en la línea de los valores de la república francesa. Ella me dijo algo que me llamó la atención: “Cuando busqué pareja para casarme y tener hijos tuve claro que no quería un español, soy la única mujer entre hermanos y siempre tuve que poner la mesa, recoger…por ser la chica, algo que me reventaba profundamente porque era injusto, por eso me casé con un belga”

Me dolió saber que tenía razón. Hay excepciones pero queda mucho camino por andar. Me dolió reconocerme parte de una sociedad que todavía ve normal que las niñas pongan y recojan la mesa mientras los niños juegan. ¿Por qué? Puedo entender que lo haga la madre si no trabaja fuera de casa pero ¿las niñas o adolescentes chicas? No.

En los colegios, al menos al que mi hija va, les enseñan esta igualdad. Y si antes de ser madre me parecían exageraciones por cuanta obviedad tenían, hoy me parecen imprescindibles. Si una niña nace en una familia machista que al menos sepa qué es lo normal y qué no lo es. Los padres somos los que trasmitimos la educación, los valores y una madre que da por hecho que las mujeres de la casa son las que ayudan en las tareas del hogar, es una madre que sigue dando vida a un modelo profundamente injusto.

 

 

 

Hay que desterrar comportamientos. Y hay que desechar frases. 

– Las niñas son unas cursis

-Las niñas son unas ñoñas

-Las niñas juegan con muñecas y los niños construyen legos porque hay que pensar.

-Las mujeres ponen la mesa

-Las mujeres recogen la mesa

-La mujer tiene que aprender a cocinar para poder llevar una familia

-Los niños no lloran, eso es de nenas

-Tienes que pintarte más, así no le vas a gustar a los chicos

-No le compres una cocinita al niño que lo vas a amariconar

-No juegues con muñecas que eso es de niñas o marquitas

-Llamar a los niños débiles de forma despectiva: “nenaza”

-Hacerle creer a una adolescente que con esas pintas va “buscando guerra”

-El rosa es de niños o de mariquitas

-Las niñas hacen ballet, los niños, fútbol

-Madre que sirve la mesa pide primero los platos de  los hombres para servir la comida dejando a las mujeres para las últimas porque son mujeres

-Establecer horarios de llegada a casa cuando salen en la adolescencia diferentes; los chicos, por ser chicos, pueden llegar más tarde

-Tienes que hacerte de rogar con los chicos, se acuestan con las frescas pero se casan con las decentes (en lugar de enseñarles a ambos que su cuerpo es sagrado y que las relaciones sexuales tienen que ser consentidas, porque ambos la desean y responsables para evitar enfermedades venéreas o embarazos no deseados)

Hay muchas más, podrá estar todo el día. Conviene que sigamos esforzándonos en desterrar estos comportamientos que encierran una gran mentira que es, además, profundamente injusta: que las mujeres somos menos que los hombres. De nada sirve todo esto si eres mujer y con el ejemplo le enseñas a tus hijos que es mamá la que hace las tareas del hogar mientras papá lee el periódico. El ejemplo es lo más valioso.

Si eres madre o padre y me estás leyendo, si tienes hijos de diferente sexo y son ahora pequeños, por favor, no discrimines. Poner la mesa no es de chicas, las niñas no tienen que hacer la cama de sus hermanos porque son niñas. Las niñas no son más débiles, no son menos listas ni tienen menos oportunidades. En tu casa puedes tener ahora mismo correteando con pañales a una futura jueza de la audiencia nacional, a una futura premio Nobel de química. Y si tienes solo varones edúcalos en la igualdad y el respeto hacia las personas no en función del sexo sino porque son seres humanos. No eduques machistas. Educa ciudadanos del mundo hechos y derechos.

PD. Este post está dedicado a todas las mujeres que sufren día a día y en silencio la lacra asquerosa del machismo. Y lo sufren en su propia familia por parte de sus maridos, madres, suegras, cuñadas y demás miembros. A todas ellas mi abrazo profundo.

 

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