Seamos jóvenes otra vez

Seamos jóvenes otra vez, resistamos con amor y melancolía a las hordas populistas que han tomado Barcelona y Madrid. Seamos gesta, conquista, son tiempos del Rey Arturo y queremos las estrellas.

Alcémonos, amotinémonos, volvamos a decir minuciosamente las verdades que nos han traído hasta aquí. Pongamos acentos de luz en aquello en lo que creemos. Siéntete convocado a la gran batalla de los hombres libres. Lo contrario de la libertad es el caos. Seamos una vez más el esplendor del individuo contra la siniestra maquinaria, la exigencia del deber contra los derechos desparramados, el deber de la libertad contra el desorden y la bicicleta.

Seamos la derecha, vayamos a los grandes restaurantes. Bienaventurados los amigos que tienen yate y jet privado, bodegas profundas, palacios con largos pasillos y mullidos cortinajes. Seamos castillo, seamos estandarte. Seamos cazador, matador, tanque. 

De entre todos los medios de transporte, el que más gasolina gaste. De entre todas las duchas, la de más agua. De entre todas las distancias, la más clara. Seamos jerarquía. Seamos Israel, que es la élite de la Humanidad. Seamos la idea en la que los Estados Unidos se basan. Seamos todos los sentimientos, resumidos en el Calvario.

Seamos gintónic, pero en lugar de tónica, champán. Así nació el French 75. Volvamos a ser jóvenes, con el ímpetu que nos hizo sentir inmortales. Seamos superación tribal, música de Bach contra el tam-tam y la teba de lana fría de Bel que vuelve menos salvaje el verano. 

Ahora que Barcelona y Madrid han sido tomadas por la racaille, ahora que La Civilización está siendo atacada, ahora que el resentimiento se ha instalado en el corazón del sistema, seamos jardín recortado frente a la selva, piscina contra el charco, y esa alegría tan de casa buena, tan estimulante y tan de derechas, que no tiene miedo porque sabe la vida es una pasada y que el mundo está bien hecho.