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Blogs French 75 por Salvador Sostres

¡Qué gran alegría!

Salvador Sostres el

Niño Viejo

Cocina: 10
Sala: 7 Niño Viejo; 9 Hoja Santa
Servicio: 8 (Diego Braga, 10).

https://g.co/kgs/QP5ac1

Niño Viejo y Hoja Santa son en este momento los dos de los restaurantes -junto a Gresca, Tickets, Disfrutar y Alegría- donde mejor me lo paso del mundo. La cocina de Paco Méndez en su conjunto, tanto la más mexicana como la más creativa, la más ligera y la más profunda, tiene la calidad y la técnica de los mejores cocineros del mundo y evidentemente es una estupidez -y una corrupción- que sólo tenga una estrella Michelin.

Pero además del nivel gastronómico y creativo importa lo bien que nos lo pasamos, la experiencia en su globalidad, y por su sensualidad, su intensidad y la amabilidad del servicio, cenar en Niño Viejo o en Hoja Santa, o en los dos a la vez como a mí me gusta hacer, porque como se ha visto en Cataluña esto del derecho a elegir está sobrevalorado y sólo trae problemas. ¿Decidir qué? ¿Y para qué? Yo me siento aquí, tráigalo todo y que sea lo que Dios quiera. La cocina de Paco Méndez contiene esta gran alegría de vivir y de reír, de recordarnos que la vida es un lugar maravilloso y que siempre es inútil enfadarse. Vayamos a Hoja Santa. Vayamos a Niño Viejo. Declaremos que la felicidad no es cursi y que la amistad es el gran sentimiento de los hombres libres.

De Hoja Santa, absolutamente todo. De Niño Viejo, más o menos también, aunque hay que confiar en el sentido de la mesura del director del restaurante, Diego Braga. Y para beber la cerveza Malquerida y las margaritas de Cala Montjoi. No pueden ser más sensacionales, aunque es muy probable que a partir de la cuarta no puedan recordar el resto de la cena. Mi querido amigo Manu me escribió el domingo para decirme: “Magnífica cena ayer en Niño Viejo. Hoy tengo una de las peores resacas de la historia, pero no es preocupante porque si hay algo seguro en la vida es que la siguiente será aún peor”. Ésta es la idea y sobre todo: éste es el espíritu. Hay que amar hasta que duela, Aute lo dice, y Paco Méndez con su arte te pone ante la vida urgiéndote a darlo absolutamente todo. ¡Qué gran alegría!. Sin el encanto, Borges lo dice, todas las demás virtudes son inútiles y Niño Viejo y Hoja Santa poseen este encanto, esta disposición sexy, favorable a los intereses de la Humanidad.

Intolerables servilletas de papel en Niño Viejo que no sólo pueden ser erradicadas sino que tienen que serlo, como mínimo para mí y para quien conmigo va (yo tampoco es que haya venido a salvar al mundo entero, la verdad). Los hules folclóricos dan colorido pero es igualmente intolerable que sean de plástico. Que los recreen en lino. No se puede conspirar desde el propio restaurante contra la credibilidad de la alta cocina de Méndez y contra la tan satisfactoria y sensacional experiencia de cada cliente. Es más caro el lino, lo sé. Y los márgenes del lujo son estrechos: también lo sé. Pero el talento necesita sus atributos y su puesta en escena y ni Maria Callas resucitada nos emocionaría si nos cantara en el váter.

Vayamos a los dos restaurantes sin límite de ninguna clase. Celebremos hasta las malas noticias. Dios nos mandó a Paco Méndez para recordarnos que todavía espera mucho de nosotros.

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