El empate del Madrid le dio a media tarde de ayer un aire nuevo a la Liga, pero a condición de que el Barça se concentrara en cada partido y no le ocurriera que por pensar tanto en ganar el Bernabeu acabara calcinando sus opciones ante un rival menor.
Luis Enrique presentó un 4-3-3 con Denis y André Gomes. El equipo empezó mandando aunque sin crear ocasiones claras. El Málaga se defendía con orden, intentando no quedar encerrado detrás y lo conseguía. El Barcelona sufría para la creación ofensiva y la sensación era que, para ganar, tendría que aprovechar las pocas ocasiones de que iba a disponer. Suárez coqueteaba con la cartulina amarilla: fingiendo faltas y protestándoselo absolutamente todo a Gil Manzano. Pero en el 14 volvió a dejar muestras de su calidad aprovechando una magnífica asistencia de Jordi Alba. Todo lo hizo bien: bajó el balón con el pecho y se orientó perfectamente en la carrera sin perder la referencia de la porteria, pero Kameni estuvo todavía mejor con un paradón formidable. Es una lástima que este chico insista de vez en cuando en no estar a la altura de su talento. Hablando de numeritos, ayer Neymar no se cambió las botas en el minuto 11.
El Barça encontraba su profundidad con Suárez, Neymar trabajaba lo suyo pero sin demasiada fortuna y Messi permanecía inédito. Le filtró, eso sí, un buen pase a André Gomes en el minuto 30, pero el portugués fue incapaz de imponer su superioridad física respecto de su marcador Rosales, que incomprensiblemente le ganó la mano.
Y ante tanta indecisión barcelonista, el Málaga aprovechó lo que tuvo y Sandro de un rápido contraataque batió a Ter Stegen. Patético Mathieu jugando al fuera de juego cuando Sandro arrancó desde su campo. No es que el Málaga hubiera hecho gran cosa, pero la flacidez física y moral del Barça recibía un merecido correctivo. Jugando como de mantequilla no se puede aspirar a ganar la Liga. En el 38, otra vez Mathieu, a la salida de un córner, remató de un modo tan desagradable que alguien tendría que reflexionar sobre si este hombre cumple los mínimos para jugar con Messi. Sergi Roberto e Iniesta calentaban en la banda. Luis Enrique hacía un correcto diagnóstico de su momentáneo naufragio. Muy bien Umtiti en todo lo que hizo, el más acertado de los últimos fichajes del Barça.
La segunda parte empezó como un reto para Luis Enrique, que si era incapaz de cumplir cuando el Madrid pinchaba no podría aspirar a absolutamente nada. Para empezar se cargó a Denis y a Mathieu y entraron los que calentaban. La noche se ponía épica. Esa épica a la que queda raro tener que recurrir cuando te enfrentas al Málaga. Algo alocado el Barça, se lanzaba a por todas al ataque y los locales encontraban sus espacios. Neymar quería reaccionar pero no se encontraba. Unzué es quien se encargaba de dar instrucciones desde la banda, en la pretensión de Luis Enrique de presentarlo como el próximo entrenador del Barça. Mientras tanto, los jugadores canalizaban su frustración protestándole al árbitro cada decisión en lugar de concentrarse en el juego. Juanpi en el 56 perdonó el 2 a 0 tras un error compartido de Iniesta y Busquets. Aunque sin demasiado acierto, Messi empezaba a liderar los ataques de su equipo. Alcácer entró por André Gomes. Suárez, raro en él, desaprovechó dos caramelos. Messi estaba cada vez más fino pero el tiempo pasaba y los goles no llegaban. Y en el 65 Neymar coronó su mal partido autoexpulsándose: una entrada fuera de lugar, innecesaria, de amarilla clarísima, la segunda.
Al Málaga le anularon un gol por un fuera de juego que no era, pero ni con semejantes regalos el Barça llegaba a reaccionar. Sergi Roberto reclamó un penalti que Gil Manzano sacó del área: otro error del colegiado. Pero el Barça caería doblemente bajo si le llorara al árbitro lo que no fue capaz de ganarle a un Málaga. Jony firmó el merecido 2 a 0 en el 90.
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