Salvador Sostres el 09 dic, 2015 He ido a ver Ocho Apellidos Catalanes. Y me ha gustado mucho. Me han gustado los actores, me han gustado las situaciones, me han gustado los gags, me ha gustado el humor y me ha gustado la trama. También me gusta que a a la película le esté yendo tan bien, que todo el mundo la vaya a ver, y que tenga una recaudación formidable. En cambio la película ha sido destrozada por la crítica. ¿Por qué? No hay ningún motivo artístico, pues se trata de una comedia ligera en absoluto inferior a las que cada año presenta Woody Allen. La película ha sido destrozada por resentimiento, por envidia y por pedantería. La película ha sido triturada, como se tritura en España todo lo que triunfa. Los que siempre tienen una lección que darte, en nombre de su fracaso; los que quieren que te sientas tan triste como ellos, los que nunca nada bello construyeron, ni nada que diera esperanza, han comparecido una vez más para tratar de robarnos la alegría de Ocho Apellidos Catalanes. Les supo tan mal que disfrutáramos con Ocho Apellidos Vascos, que a su hermanita pequeña han ido a cargársela. Con toda la arrogancia, sin ninguna piedad. No les hagan caso y acudan al cine. No se dejen arrastrar por el asco de los que nunca llegaron a nada. Sean felices, sean libres. La alegría no es un pecado ni el éxito es un crimen. Cuando nos reímos nos parecemos a Dios, porque estamos hechos a la semejanza del dulce gran amor. Me gusta Ocho Apellidos Catalanes, me cae bien Emilio Martínez Lázaro, estoy a favor del placer, del júbilo, y de esta idea de España, sutil, tierna y conciliadora que subyace en la película y que es y será siempre la solución entre los hombres y las mujeres de buena voluntad. Otros temas Comentarios Salvador Sostres el 09 dic, 2015