Ignacio Gil el 04 feb, 2016 Irak aparece en el undécimo puesto del Índice de Estados Fallidos (2013) como país más inestable del mundo. La guerra terminó pero Iraq sigue siendo protagonista de uno de los dramas humanitarios más opresivos de los últimos tiempos, donde la población civil es la que está sufriendo las terribles consecuencias del conflicto. Además, las minorías étnicas, y en concreto los cristianos, están sufriendo un verdadero genocidio por parte del ISIS. Así lo confirma esta familia de Mosul. Walae y sus dos hijos, consiguieron llegar a Madrid el pasado mes de agosto. Sin embargo llevaba años esperando salir, desesperada al “vivir entre el miedo y la persecución”. Recuerda con rabia todo lo que la guerra le ha arrebatado: a su marido, a su hijo mayor quien está desaparecido, su trabajo en la universidad, sus ahorros, su casa y un largo etcétera. Walae debería estar cansada, cansada de esconderse en su casa, cansada de pasar las horas y los días estudiando un plan para escapar, cansada de pasar miedo, cansada de los sobornos y de las amenazas. Y sin embargo, sorprende su fortaleza, su energía e incluso alguna sonrisa que desliza entre los dolorosos recuerdos de lo que ha sido el camino hacia su libertad. Los servicios de inteligencia tienen a los cristianos en su punto de mira y son frecuentes los secuestros, las torturas y las desapariciones. Walae cuenta como se destruyen y profanan las iglesias en Mosul desde hace años. Uno de los momentos más dolorosos se produjo hace tres años: el ISIS secuestró a su hijo Saud. Aunque tras el pago de un rescate fue liberado, los días de cautividad han pasado factura. Además de la tortura y los malos tratos, Saud no logra superar el miedo. En dos ocasiones se ha intentado quitar la vida y sigue en tratamiento psiquiátrico. El itinerario ha sido complicado y el precio altísimo porque la documentación y los permisos los han tenido que conseguir de las mafias. Compraron visados para España, (por 15.000 dólares cada visado), para llegar finalmente a Holanda donde tienen familia. Sin embargo por problemas burocráticos se vieron forzados a volver a Mosul. Nuevamente, la desgracia se cebó con ellos: unos encapuchados irrumpieron en su casa y secuestraron a su hijo mayor. Hasta hoy no han vuelto a saber de él. Aún presos del dolor y el miedo tuvieron que huir de nuevo, periplo que les ha traído finalmente a Madrid, donde consta su primera entrada y donde se les están tramitando – “lenta e ineficazmente” los expedientes de asilo. Walae tiene los pies en la tierra, ha sufrido todo lo que se puede sufrir. Está dolida, indignada y harta. Solo pide una oportunidad para empezar junto a su familia una nueva vida. Rocío Gayarre Refugiados Tags IrakRefugiados Comentarios Ignacio Gil el 04 feb, 2016