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Blogs Que la fuerza te acompañe por Alfonso M. Arce

¿Es la natación un ejercicio tan completo como se dice?

Nadar se considera una actividad física perfecta. Veamos si es así

¿Es la natación un ejercicio tan completo como se dice?
Alfonso M. Arce el

La respuesta sencilla es un sí. La natación es un deporte repleto de beneficios y de muy pocos riesgos, al menos cuando hablamos de nadar en una piscina perfectamente controlada. Esta aparente perfección esconde una única pega importante que os expondremos más adelante, pero como punto de partida hay que volver a incidir en que ningún ejercicio vale para nada en si mismo, es la aplicación de una intensidad adecuada para cada persona lo que hará que una actividad física concreta te aporte beneficios.

Generalizando, se pueden establecer dos grandes grupos de nadadores y nadadoras. Los que encuentran en el agua un lugar perfecto donde eliminar el estrés gracias a la sensación de flotación, ponerse unos tapones en los oídos,  y olvidarse de la rutina diaria mirando básicamente un suelo azul. Por otro lado, están las personas que ven en la piscina lo mismo que un corredor en una pista de atletismo. Tienen unas distancias concretas por cubrir a nado, con un objetivo de tiempo o manteniendo una frecuencia cardíaca determinada. En ambos casos la natación es perfecta, para empezar porque cada uno hace lo que le da la gana, pero es fácil adivinar que hay grandes diferencias entre unos y otros. Pero vamos a analizar los motivos por los que todo el mundo recomienda nadar, aunque no se hayan metido en el agua nada más que para refrescarse:

Es beneficiosa para tus articulaciones

Una de las principales ventajas de la natación es que no compromete tu salud articular, este hecho hace que sea muy recomendable para personas con problemas de osteoporosis, artritis reumatoide o cualquier otra circunstancia personal que haga que tengas dolor en tus articulaciones. En este sentido es una actividad indicada con suficiente base científica para lograr no solo prevenir el dolor articular, sino para mejorar diferentes patologías que lo provoquen. Ni un solo pero.

Es la manera más segura de hacer ejercicio si te estás recuperando de una lesión

Nadar es una de las opciones más elegidas por las personas que acaban de salir de una lesión, más todavía en las relacionadas con el tren inferior. Es aquí donde el agua obra «milagros», permitiendo alcanzar una intensidad de ejercicio que nos sería imposible conseguir sin hacernos daño con el impacto del suelo firme. En este sentido la natación también es perfecta, aunque en algunas lesiones de hombro debes consultar a tu fisioterapeuta porque puede que algunos movimientos o estilos de natación no te vengan nada bien.

 

Es un ejercicio que quema muchas calorías

Eso no tiene por qué ser así siempre. Meterte en una piscina y chapotear con torpeza no es comparable a intentar batir tu marca personal de 200 metros mariposa. De cualquier manera, nadar te ofrece un montón de posibilidades a la hora de quemar calorías, alternando estilos en cada largo, intervalos de intensidad, añadiendo dificultades como lastres en tobillos y muñecas o utilizando palas de resistencia por nombrar algunos ejemplos. Si te estás preguntando si existe alguna comparativa entre las calorías que se pueden quemar nadando y las que se queman corriendo, la respuesta es que hay muchísimas. A mí no me gustan porque una tabla es algo frío y generalizado, basado en medias matemáticas,  y cada persona es una y sus circunstancias son las suyas, pero os dejo estos números publicados por la Harvard Medical School para que tengáis referencias:

Comparativa del gasto calórico corriendo y nadando durante 30 minutos con diferentes intensidades y pesos de la persona que hace el ejercicio.

Estas tablas, que necesitan generalizaciones, implican bastante falta de exactitud. Por ejemplo, los números cambian por completo en función al estilo. Nadar a mariposa casi triplica las calorías que se consumen nadando a braza. Hilando todavía más fino, los datos no tendrían nada que ver si estamos nadando en una piscina o si estamos nadando en aguas abiertas, donde todo es mucho, pero que mucho más exigente:

El estilo mariposa es un reto físico que no está al alcance de todos.

Nadando se ejercita todo tu cuerpo

Efectivamente. Nadar implica utilizar una enorme cantidad de grupos musculares. Frente a los corredores, que realizan un excelente trabajo en sus piernas, la natación, sin excluir las piernas, le añade el trabajo de tu espalda, pectoral, brazos y hombros, además de todo el core. Por supuesto si se le añade intensidad, estos beneficios se multiplican. Creo que no hace falta explicar que si nadas sencillamente para eliminar el estrés de tu día buscando una experiencia relajante, disminuye el beneficio muscular. En absoluto es malo, pero no esperes conseguir la espalda de Michael Phelps nadando placenteramente media hora, dos días a la semana. En este vídeo puedes comprobar todas las activaciones musculares en los diferentes estilos:

Todo tiene un pero

Aunque en el caso de la natación, hay que rebuscar mucho, sí que hay algo que te pierdes si es el único ejercicio que haces. Por fortuna o por desgracia, no somos seres anfibios y tu día a día se desarrolla en tierra firme, no en el agua. Por este motivo nunca deberías dejar de trabajar tres movimientos funcionales básicos: sentadillas, pesos muertos y press de hombro. También te vendrá bien realizar trabajo de movilidad, flexibilidad y, sobre todo, equilibro. Este último es irrelevante en el agua pero muy útil en la vida de secano. Para acabar, la falta de impacto, que es uno de los principales valores de la natación es también uno de sus puntos débiles. La palabra impacto tiene unas connotaciones muy negativas, pensar en impacto nos lleva inmediatamente a visualizar un accidente. Pero en personas sanas sin ningún problema articular, está demostrado que el impacto (dentro de unos límites, claro) tiene un importante valor para la salud ósea y muscular. Si eres un fanático de la natación intenta que al menos un día a la semana en tu rutina tengas trabajo de fuerza fuera del agua y que corras un poco o saltes a la comba. Te vendrá bien. Piensa que los grandes atletas de la natación, también realizan mucho trabajo físico fuera del agua para conseguir sus resultados.

El campeón Michael Phelps haciendo sentadillas pesadas. Algo deben tener.

Otro dato a considerar

Entramos en territorio escatológico, pero me gustaría mencionarlo ahora que estamos todos saliendo de la crisis ocasionada por el coronavirus y parece, espero que así sea, que la conciencia por la higiene ha aumentado. Hay una corriente de pensamiento, por no decir un grupo porcino, que piensa que el cloro de las piscinas es suficiente para acabar con su orina. Bien, en algunos análisis de la calidad del agua, se han llegado a detectar hasta 75 litros de orina en piscinas públicas y hasta 8 en piscinas de comunidades de vecinos (dejamos de lado las piscinas infantiles). Aunque pensar en 75 litros de orina resulta impactante, ambos datos apenas llegan al 1% del agua que contiene la piscina. El problema es que si a esto le añadimos el entrar al agua sin la ducha anterior pertinente, implica añadir restos de sudor y/o cremas de cuerpo. Todo este mejunje hace que se hayan detectado determinadas reacciones químicas con el cloro que ocasionan la aparición en el agua de sustancias tóxicas como la tricloramina y el cloruro de cianógeno, que pueden causar algunos problemas respiratorios, especialmente a personas con asma. Ante esto, lo único que puedes hacer es escoger bien la piscina en la que vas a nadar y que, como siempre suele pasar, pagar algunos euros de más por una mayor higiene llegado el caso, merece mucho la pena. Que la fuerza te acompañe.

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