Dejar tu salud en manos de lo puramente emocional o de tu nivel de motivación es un arma de doble filo. Estar motivados es algo muy poderoso, pero también tiene unas fluctuaciones enormes. No siempre estamos a tope emocionalmente por lo que intentar ser conscientes de lo que nos ocurre y tomar control de las sensaciones puede ser fundamental para no abandonar nuestras metas. He aquí cuatro etapas o estadios por los que pasan la mayoría de nuestros grandes propósitos
Primer paso: tengo que actuar y hacerlo ya
El primer tipo de motivación que todos experimentamos se basa en un sentimiento emocional casi automático. La emoción que pone en marcha nuestro deseo puede ser positiva o negativa. Puede que veas en un medio de comunicación el caso de alguien que perdió cincuenta kilos y te ha dado grandes esperanzas, o se te vino el mundo encima el día que el médico confirmó que tienes diabetes. Debes saber que por mucho que te impacten ambas cosas, esta motivación es temporal y de corto recorrido. Si te quedas aquí, por raro que te parezca, casi seguro que tus propósitos de cambio no duran ni un mes.
Segundo paso: vencer nuestras propias excusas
Si no se te pasa el susto o la emoción del paso uno, la primera barrera real con la que nos enfrentamos somos nosotros mismos. Los típicos ‘es que me lo merezco’, ‘es que hoy he tenido un día muy duro en la oficina’, ‘es que hoy he dormido poco’, ‘es que mi vida es muy estresante’. Siempre se encuentra una razón detrás que justifica una acción negativa. En esta fase dos, necesitamos reconocer conscientemente nuestros ‘desencadenantes’ para ayudarnos a enfocar nuestras respuestas de una manera más saludable o fiel a nuestros propósitos.
Tercer paso: encontrar un significado más profundo a tu objetivo inicial
Apuntarnos a un gimnasio porque nos ha asustado el médico, o porque queremos llegar guapos a la foto de la boda de la prima Loli, no son pilares sólidos. Es necesario profundizar en el verdadero significado de esa sensación inicial. Habernos abandonado hasta un punto en el que nuestra salud lo está pagando o que no estemos del todo cómodos con nuestro cuerpo son problemas con numerosos matices y ramificaciones. Llega la hora de aplicar nuestro ingenio emocional y empezar a buscar recursos para modificar todo aquello que queremos: libros, gimnasios, entrenadores, blogs, recetas o programas de entrenamiento…. Aprovecha tu determinación para llenarte de recursos que te permitan lograr tus metas. Rodéate de las personas adecuadas para crecer y desarrollar tu aptitud emocional. Crea un entorno a tu alrededor que sea fructífero y edificante.
Cuarto paso: conviértete en una referencia para otras personas como tú
Cuando logras tus objetivos y has sido capaz de corregir muchos malos hábitos, te conviertes en una persona con experiencias dignas de compartir. Que tú hayas podido puede ser la mayor ayuda que otra persona puede tener para encontrar su motivación, o el ejemplo a seguir. Este situación tiene un efecto de retroalimentación ya que motivar a otros continuará reavivando tus propias metas y logros.
Entre estas cuatro etapas hay un pegamento universal, no es otro que la acción. Si quieres conseguir lo que sea que te propongas, tendrás que ‘mover ficha’. Quedarte solo en la lectura la meditación o expresar tus deseos sin pasar a la acción, tiene mal futuro. Sea lo que sea aquello que estás buscando, cualquier camino empieza con el primer paso. Ponte en marcha y que la fuerza te acompañe.
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