Si no tienes formación en un campo concreto te resultará complejo saber quién es bueno y quién no. Si estás buscando un entrenador o una entrenadora para que te guíe en tu puesta a punto, es muy fácil vernos influenciados por el aspecto físico de dicho profesional. Solemos concluir que si él o ella tiene un cuerpazo es porque tiene el método mágico que obrará un milagro en mi cuerpo. Esto no funciona así y puede que el físico más impresionante tenga escasísima capacitación para sacar lo mejor de ti. Eso no quiere decir que no sea súper fuerte, súper guapo y súper simpático. Nada tiene que ver.
El error que ocurre en estos casos es que la decisión está siendo mucho más emocional de lo que pensamos, y eso también induce a otras personas a pensar lo mismo por ese comportamiento de imitación que tan fácilmente aparece en la sociedad. Si quieres ponerte en manos de un profesional de la salud tenemos que intentar eliminar los factores emocionales de la decisión. Te propongo tres preguntas que debes hacer cuando intentas decidir si alguien vale la pena o no:
- ¿Dónde aprendió? No se trata de cuántos títulos acumula una persona. Llenar una pared de diplomas tiene su valor, pero no es garantía. Hay determinados lugares con más o menos prestigio. Si un día te encuentras con un entrenador que ha pasado un tiempo formándose en Westside Barbell (cosa poco probable) puedo decirte que nada importa que no tenga un título oficial. Estás ante alguien muy serio. La filosofía del lugar donde se imparte la formación es muchas veces más importante que la formación en si misma.
- ¿A quién ha ayudado? El perfil de los clientes de un entrenador nos da mucha información sobre aquello que consigue y su manera de trabajar. Si sus clientes tienen claras mejoras es que su sistema funciona. Esta cuestión es más compleja de lo que parece ya que el progreso no se basa en si adelgazan o si musculan de manera notable, en muchas ocasiones el progreso está en la movilidad, en la coordinación, en la mejora de sus marcas deportivas o en sus indicadores de salud general. Puede, y suele, haber mucha más información objetiva tras los cambios físicos externos de una persona.
- ¿Cuál es la opinión de otros profesionales? Si eres un entrenador y todos los demás en tu campo dicen que eres bueno, entonces probablemente seas bueno. Este punto es el más difícil por el simple hecho de que es imposible que todo el mundo conozca y pueda valorar al resto de profesionales de su sector. Pero si los compañeros del entorno de dicho profesional le respetan, incluso cuando no están de acuerdo con lo que haga, es una buena señal.
Un buen resumen de estas reflexiones es que tenemos que diferenciar entre que algo nos guste y tener la certeza de que realmente es bueno. Te puede gustar mucho cómo te atienden en tu frutería, pero eso no implica que creas que es el mejor sitio para que le hagan una reparación a tu moto. Esta misma lógica es válida también para tu salud. Aunque nos cueste, apliquemos la razón antes que la emoción, y que la fuerza te acompañe.
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