A finales del siglo XIX y durante el XX, España no figuraba entre los primeros países cuyos nombres saltan a la mente al evocar la novela policíaca. Sí que se iban publicando traducciones de novelas policíacas o de crímenes, desde Wilkie Collins y A. Conan Doyle hasta Agatha Christie, Ellery Queen y Simenon, sin traer a cuento la boga reciente por un tipo de novela más violenta, con fondo urbano norteamericano, la llamada novela negra.
Alguna circunstancia especial o quizás alguna peculiaridad en la sociedad española de la época, impedía el crecimiento de las novelas policiacas en España, que se decantaban más por el estilo de novela policiaca inglesa, aquella relacionada con el enigma, con el misterio de habitación cerrada en el que un detective tenía que deducir y clarificar lo que había ocurrido. Un tipo de novela que se centraba más en el hecho de cómo ocurrió el asesinato que en el asesinado.
A lo largo de la historia de la literatura en nuestro país pasan algo desapercibidas algunas novelas o relatos que se diluyen por la gran obra del propio autor, como pasó con Emila Pardo Bazán. Nace el 16 de septiembre de 1851 en La Coruña, ciudad que siempre aparece en sus novelas bajo el nombre de «Marineda» y muere en Madrid el 12 de mayo de 1921. Lectora infatigable desde los ocho años. Su inquietud intelectual le llevó a interesarse no solo por aquello que ocurría en España sino también por todo aquello que acontecía fuera de sus fronteras, llegando a aprender varios idiomas.
El conocimiento de las obras de sus contemporáneos la anima a escribir su primera novela, Pascual López. Autobiografía de un estudiante de medicina. En 1881 publica Un viaje de novios, novela para la que utilizó las experiencias de un viaje a Francia, y ese verano, en Meirás, acaba San Francisco de Asís. El prólogo de Un viaje de novios es importantísimo para comprender lo que significa el naturalismo en la obra de Pardo Bazán, así como la serie de artículos que publica entre 1882 y 1883 bajo el título de La cuestión palpitante, la del naturalismo, corriente literaria que dio a conocer en España.
En esta línea naturalista escribe su tercera novela, La Tribuna (1883), así como las posteriores de Los pazos de Ulloa (1886), La madre naturaleza (1887) y La piedra angular (1891). En la copiosa obra de la escritora gallega abundan indicaciones explícitas de la fascinación ejercida en ella por los crímenes, el misterio y lo sobrenatural llegando a escribir finalmente La gota de sangre (Ediciones Siruela), el relato más extenso de género policiaco que llegó a crear.
La afición al género novelesco no es temprana en doña Emilia, que consideraba la novela un género menor, de mero pasatiempo, prefiriendo completar, siguiendo un orden, su formación intelectual, en la que encontraba muchas lagunas. Pero con este relato, Pardo Bazán se convierte en España en una precursora del género policiaco de estilo inglés, inspirándose en la idea del amateur sleuth, un detective sport, que consiste en que el protagonista, sin ser de la policía, ni detective, se ve obligado a volverse uno de ellos para demostrar su propia inocencia, buscando y descubriendo al culpable del asesinato.
La gota de sangre se inicia con la narración del médico del protagonista que le aconseja que tome medidas de ahuyentar su «neurastenia profunda» (el aburrimiento) acometiendo alguna aventura arriesgada o buscando sencillamente un cambio de ambiente. Las sugestiones de que se enamore o que viaje en el extranjero para combatir su apatía quedan descartadas, pero la tercera —«Pues no viaje usted por tierras; explore almas. No hay vida humana sin misterio»—, le atrae más, pero ¿dónde?, ¿cómo?, ¿cuándo? La superioridad descuidada del protagonista Selva, su confianza en su propia capacidad por solucionar el misterio y rematar la investigación sin ayuda de nadie, resulta ser justamente el elemento que subyuga al lector.
Por lo tanto, La gota de sangre es la incursión más ambiciosa y más sustanciosa de la autora en lo que, faltando etiquetas más exactas, puede llamarse novela policíaca. En ocho breves capítulos hace participar al lector en el juego de una trama que hubiera podido aguantar adecuadamente una novela bastante más extensa. Pero el escrito sale ganando por esta misma brevedad, pues quedan retratados perfectamente los personajes, el ambiente y la localización del crimen, al paso que todos los rasgos característicos del género—el asesinato, el motivo, las efímeras pistas falsas, la ofuscación total de la policía, el desenlace, etc… llegan a convencer al lector y adquieren gran cohesión mediante esta misma estructura narrativa.
Un fino relato de género policíaco en el que Pardo Bazán muestra una imagen romántica del investigador aficionado, que como bien escribe en el prólogo Alicia Giménez Bartlett, autora en los años noventa de la famosa inspectora de policía Petra Delicado, está llena de ironía, distanciamiento, de humor displicente, que entronca con los héroes característicos de la época dorada del género. Una magnífica ocasión para divertirse y apreciar la elegancia del estilo, la precisión de cada término y la recuperación de un castellano que, siendo antiguo, palpita de vida y gracia.
La gota de sangre // Emilia Pardo Bazán // Ediciones Siruela // 2023 // 15,95 euros
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