La definición de director de arte, nunca ha estado muy clara cuales son sus funciones, porque dependiendo de según en qué ámbito creativo trabaje, puede desempeñar unas funciones u otras. A modo general un Director de Arte es aquella persona que utiliza la creatividad para plasmar las ideas a nivel visual, es el encargado de coordinar (en el ámbito de la gráfica) el discurso visual, desde generar el concepto hasta poder encargar a ilustradores o fotógrafos que lo plasmen, para terminar el proceso con el arte final y su aprobación. Esta figura no siempre ha existido; gracias a figuras como la de Alexandre Cirici Pellicer (Barcelona 1914-1983) podemos a dÃa de hoy poder definirlas de mejor forma.
Cirici fue un visionario del diseño en la época de posguerra en Cataluña, capaz de comprender lo que estaba pasando en ella e interpretando todo aquello que sucedÃa a su alrededor. Observando los acontecimientos de su tiempo, llegaba a descubrir las tendencias artÃsticas y comerciales que subyacÃan en ellos y proponÃa hipótesis para llegar a interpretarlas. AtraÃdo por la idea de la Bauhaus y de la posterior experiencia de la Escuela de Ulm, sus ideas sobre diseño y cómo fueron evolucionando marcaron una fuerte tendencia para generaciones posteriores y para la profesionalización de un oficio como el diseño, que en España estaba empezando a darse a conocer.
La figura de Cirici es imprescindible para conocer el desarrollo del diseño gráfico en Cataluña. Fue una de las pocas figuras que establecerÃa una lÃnea de continuidad entre el antes y el después de la guerra. El marco general en el que se desarrolló, es decir, la normalidad marcada por una publicidad muy tecnificada que reivindicaba la figuración pero que no lograban desprenderse de los últimas resmas del art decó como referente de modernidad.
No fue hasta los inicios de los años cincuenta cuando, con la tÃmida entrada de los técnicos publicitarios, algunas personas empezaron a dedicarse Ãntegramente a la comunicación visual llamándolo entonces grafismo. Cirici Pellicer fue, y por sus trabajos lo sigue siendo, una personalidad clave, pero se le ha conocido principalmente por su labor como crÃtico e historiador de arte, además de como polÃtico, escritor y docente. Esta década trajo consigo la aproximación de Cirici al mundo del diseño y la publicidad, que habÃa despegado con una lenta recuperación en la posguerra con los trabajos para el Esbart Verdaguer, el Cercle Lumière y los intentos de Estela Films. Un acercamiento que, a mediados de 1951, darÃa sus frutos en la creación de la agencia de publicidad Zen o como la califica Enric Satué «boutique creativa», y en 1954, creó junto a su amiga Paquita Granados, Artes Gráficas Zen.
Zen no solo fue una agencia de publicidad, sino que fue la primera organización que ofrecÃa servicios de dibujo industrial, creación de modelos, estudio funcional y estético de la forma o mejor dicho, diseño industrial. De este modo defendÃa la necesidad del papel del diseñador en un momento en el que todavÃa no se habÃa introducido la noción de diseño industrial en nuestro paÃs. Desde la agencia consolidará, defenderá, proyectará y pondrá en práctica como artista, sus ideas del arte en relación con las necesidades sociales, es decir, practicará ese nuevo arte, el diseño.
Fue la primera agencia técnica de publicidad, pionera de la «publicidad cientÃfica» en España, dedicada a consolidar y dignificar la disciplina del diseño y que ofrecÃa a sus clientes los servicios de diseño, organización de ferias y exposiciones, escenografÃas, escaparates, diseños textiles, etc, además de poner a su servicio a un equipo de especialistas de primera calidad.
Cirici tenÃa una concepción precursora y avanzada sobre el diseño en una época en la que esta práctica aún no tenÃa nombre, al menos el que hoy se utiliza. Fue uno de los principales defensores, promotores e incluso activista de la cultura del diseño, sobre todo en Cataluña; quizá el pionero absoluto. Escribe Teresa MartÃnez Figuerola en su magnÃfico ensayo sobre Alexandre Cirici Pellicer publicado en Campgrà fic.
Fue también todo un impulsor de los nuevos conceptos de mobiliario y decoración funcional. «Lo suyo era el dibujo arquitectónico, y las escenas remiten siempre a la representación y la visión del espacio, a ese vacÃo tan caracterÃstico del movimiento moderno que toma forma gracias a la luz y los contornos, empleando la nitidez de su trazo, su destreza en el dibujo a mano alzada (…) Con una extraordinaria memoria visual, le permitÃa dibujar con gran exactitud y precisión las figuras o edificios que veÃa, lo que demuestra, además, un gran conocimiento de la geometrÃa y de los sistemas de representación diédrico, cónico y axonométrico».
En el terreno gráfico, se sirve de un discurso que superpone formas de arte figurativo, generalmente procedentes de tradiciones culturales y artesanas, con formas que tenÃan su origen en el arte abstracto. La misma colisión se produce en el uso de la escritura caligráfica con los tipos mecánicos, letras de imprenta de plomo. Esta concepción, junto a la temática surrealista son los dos grandes temas que articulan la obra gráfica, tipográfica y publicitaria de Cirici, siendo enemigo de las aproximaciones, ya que para él todo pasaba por la exactitud y la precisión, hecho que justifica que no supiera hacer caricaturas.
Uno de los trazos caracterÃsticos en la personalidad gráfica de Cirici es el procedimiento de integración de la tipografÃa con la caligrafÃa, y de esta con la ilustración, para llegar asà a poder mostrar una voluntad expresa de tomar el discurso empÃrico con el que transmitir vitalidad, fuerza, espontaneidad, y movimiento. Una de las técnicas de su obra gráfica era el collage. A su particular estilo de dibujo de lÃnea clara, incorpora recortes de fotografÃa que acaba complementando con dibujos a plumilla o pincel. La aplicación de esta técnica tiene su auge cuando la aplica a la publicidad que realiza para Perfumes Puig una vez que ya habÃa dejado Zen y habÃa montado su propia agencia Pan junto al empresario Victor Sagi.
Además de Zen y Pan, más tarde creó Espira. Tres agencias indispensables e históricas del grafismo en España, ya que desde ellas Cirici creó campañas para firmas como Gales, Puig, Gradulux y muchas más, dejando una impronta pionera en el desarrollo de comunicar un mensaje visual. Además, Cirici, se implicó en la creación y definición de los planes de estudio de las primeras escuelas de diseño de Cataluña y de España, como fueron la Escuela de Arte del FAD, Elisava y Eina, además de ser el introductor en la Universidad de Barcelona (UB) de los estudios de semiologÃa como método de estudio de la obra de arte: la SemiologÃa Visual.
Cirici fue un gran defensor de la lÃnea y el trazo. Su estilo narrativo y poético que en ocasiones han tildado de «cursi», se opuso al dibujo academicista y las lÃneas suntuosas, viriles y rÃgidas de la época en la que se encontraba. Aunque su olfato le permitió años más tarde situarse como uno de los pioneros en comprender las amplias posibilidades que la fotografÃa artÃstica tenÃa en el campo de la publicidad. A finales de los cincuenta, se trataba de una época en la que los profesionales del sector eran artistas alejados de las estrategias comerciales y complejidades actuales.
En definitiva, y como bien apunta MartÃnez Figuerola, es imprescindible seguir hablando de esta figura crucial en el conocimiento y desarrollo del diseño en nuestro paÃs. Un libro -el de MartÃnez Figuerola- que ayuda en poner en valor y en conocimiento de todos a un Cirici que se enfrentó a la renovación estética del diseño y la comunicación visual de la cultura catalana, en una época de posguerra en la que esta todo por hacer de nuevo. Fue una persona polifacética, visionaria, que incluso llegó a implementar las t-shirts con mensajes tan comunes que llevamos ahora. Un Cirici que se atrevÃa con todo, que incluso ejerció la polÃtica siendo el senador más votado en unas elecciones.
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