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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

Tusitala, el contador de cuentos

Tusitala, el contador de cuentos
Pablo Delgado el

Los libros tienen sus propios méritos,
pero son anémicos substitutos de la vida real.

Robert Louis Stevenson.

Sabemos que editar a los clásicos es un valor seguro para las editoriales, sobre todo a las primerizas, pero para no pasar desapercibidos y aportar un valor añadido al mundo editorial se debe aportar un enfoque diferente, ya sea a través de una nueva traducción, nuevos comentarios, o como hace muy bien Graphiclassic aportando un punto de vista diferente y muy completo del estudio en profundidad de la gran obra de Robert Louis Stevenson “La isla del Tesoro”. Dedica su segundo número (el primero fue Moby Dick) a una obra por la que no pasa el tiempo y que ha sido traducida innumerables veces, adaptada a múltiples formatos expresivos como el cómic, el cine o incluso el teatro. Es una obra que siempre nos acompaña desde la infancia, dónde la encontramos por primera vez, pasando por la adolescencia, hasta llegar a la madurez en donde la releemos y aquellos que tenemos hijos queremos transmitirles la historia de ese chico intrépido llamado Jim Hawkins.

Graphiclassic que está a camino entre libro y revista, nos transmite esa pasión por la obra de Stevenson de una forma muy amena y estructurada y lo hace en torno de cuatro ámbitos:

EL AUTOR, SU OBRA Y SU TIEMPO. Esta parte del libro intenta profundizar en la compleja personalidad de Stevenson, marcada por su constante enfermedad, y hacer un minucioso estudio biográfico analizando su obra literaria más allá de su famosa isla. La salud de Stevenson le marcó de por vida cuando empezó a empeorar se mudó a Edimburgo, luego a Davos, Suiza, y finalmente se instaló en una finca que su padre le regaló, en el balneario de Bournemouth. Tres años más tarde partió a Nueva York. Tras una breve estadía en San Francisco, decide realizar un viaje hacia las islas del Pacífico Sur, donde finalmente se establece con los hijos de su mujer Fanny, la hija de ésta, Belle, y la señora Stevenson. La relación de Stevenson con los aborígenes —que lo bautizan como Tusitala, (“el que cuenta historias”)— es cordial, pero política: de hecho, el escritor toma partido por uno de los jefes locales contra la dominación alemana del archipiélago y escribe en la prensa británica sobre la penosa situación samoana.

Además en esta parte del volumen hay voces autorizadas, como las de Alberto Manguel, Rosa Montero o Javier Marías. La sección se cierra con un relato de Juan Madrid y un texto original de Stevenson en el que dialoga con los personajes de su obra. En este mundo en el que todos somos viajeros y en el que no existen tierras extrañas, sino que lo único extraño que hay en el somos los que transitamos. Pero en ese trayecto, Stevenson tuvo siempre en cuenta que lo importante no era tanto el llegar a ningún sitio, sino ir por el camino. Como reza el epitafio de su tumba en la isla de Samoa:

Aquí yace donde quiso yacer;
de vuelta del mar está el marinero,
de vuelta del monte está el cazador.

Lo fundamental en la escritura de Stevenson es crear un patrón o una trama en la que tejer el argumento, por lo que tanto las ideas como la forma de expresarlas deben aspirar a unos mismos objetivos de brevedad, nitidez y encanto que consigan conectar con el lector. Tenia muy claras cuales eran sus metas: elaborar “una red sensorial y lógica a la vez, una textura elegante y fecunda; eso es estilo, ese es el fundamento de la literatura. En su búsqueda de la precisión utiliza un vocabulario muy variado que hace su escritura identificable y singular. Es su marca de fabrica: palabras cultas o en desuso al lado de las jergas populares. Stevenson, a veces, ha sido visto como precursor inconsciente del lenguaje del cine. Al escribir encadena de forma lógica los hechos y elimina todos los detalles superfluos, lo que hace que se perciba la historia como una unidad de principio a fin.

LOS REFLEJOS DE LA ISLA.  La parte central del libro es un conjunto de visiones sobre lo que es y ha supuesto “La isla del Tesoro”, con voces imprescindibles de la literatura española e internacional. El conjunto de estos magníficos trabajos ayuda a comprender la pervivencia que ha tenido esta obra a lo largo de más de un siglo de existencia.


ARTE, ILUSTRACIÓN, CÓMICS, CINE… La tercera parte abarca estudios en profundidad de todas las imágenes que ha ido dejando “La isla del Tesoro” a lo largo del tiempo en mundos tan dispares como el cine, la ilustración o el cómic. Se incluye en esta sección un espléndido portfolio ilustrativo sobre los personajes de la novela realizado expresamente por Fernando Vicente para este libro. Además hay un completísimo listado de los grandes ilustradores históricos y actuales que han adaptado esta obra a sus lápices. Los primeros ilustradores que empezaron a adaptar “La isla del Tesoro” fueron Frank Thayer Merrill, su versión ha merecido fama y reconocimiento hasta la actualidad; Georges Roux, que fue el que más se acercó a las preferencias de Stevenson. También están Eugene Froment, Walter Paget, Milo Winter, Georges Edmund Varian, John Cameron y el ilustrador por antonomasia de la obra, Newell Convers Wyeth. Su obra ilustrada de 1911 de carácter realista, tuvo un enorme éxito y un gran influjo a lo largo de lo que restaba de siglo sobre sus colegas ilustradores. Tras la Segunda Guerra Mundial aparecieron figuras como Georges Beuville que apostó por incorporar un estilo más desenfadado a una historia que había sido visualizada normalmente por su vertiente realista; Norman Mills Price, su versión puede considerarse una de las más clásicas desde el punto de vista artístico y una de las mejores desde el punto de vista técnico. En España hay figuras que también ilustraron “La isla del Tesoro” como Desiderio Babiano, Federico Ribas, Fernando Fernández, Ángel Badia y Joan Pau Bocquet, este último, fue un ilustrador barcelonés recordado en la actualidad por su trabajo en el portadismo para la editorial Molino, su isla (es una de las mejores realizadas hasta la fecha en España).

Y termina con POST SCRIPTUM. Es una amplia miscelánea de temas relacionados con “La isla del Tesoro” y su autor.

Graphiclassic es un proyecto muy acertado que apuesta por los clásicos, por sus valores literarios y también por toda la riqueza cultural que han aportado y aportan a la sociedad. Para llevar a cabo su objetivo cuentan con la extraordinaria generosidad de firmas de reconocido prestigio que les han permitido abordar en profundidad los temas gráficos y literarios más complejos. Cualquier clásico ha tenido versiones de muchos tipos y en ese sentido su proyecto pretende, además de aportar material gráfico original, atender a las imágenes que han ido quedando en el olvido, tanto desde el punto de vista de la ilustración, el cómic o el cine, como desde cualquier otro medio de comunicación. Explican muy bien de forma atractiva y amena los caminos por los que un clásico llega a tanto a influenciar y como bien dicen desde Graphiclassic “a tocar el alma del lector universal y a generar en él un pensamiento arquetípico del que todos somos en alguna medida deudores”.

Su siguiente número (el tercero) va a estar dedicado a Julio Verne, otro acierto más. Por cierto, si estáis hoy por Madrid, no dudéis en acercaros esta tarde a Fnac Callao (calle Preciados, 28) a las 19:00 horas a la presentación de este gran volumen, con las intervenciones de Luis Albero de Cuenca, Fernando Vicente, Juan Tébar y Carlos Uriondo.

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