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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

El libro como objeto denominador social y cultural

La Biblioteca Nacional muestra una amplia representación de las cubiertas de vanguardia de un variado elenco de libros del siglo XX

El libro como objeto denominador social y cultural
Pablo Delgado el

En las últimas décadas el libro -en concreto su formato-, ha sido foco de reflexiones en un sector que alcanzó los 2.319 millones de euros en 2017, una cifra ligeramente superior a la del ejercicio precedente, según el informe de Comercio Interior del Libro 2017. Según el Observatorio del libro, aunque nos decantamos más por el papel, la compra de libros digitales sigue creciendo. Un formato el digital que parece que se está asentando como un complemento, más que como un competidor del libro en papel. En este formato impreso adquirimos cada vez más libros de tapa dura y menos en formato bolsillo y la librería tradicional continúa siendo el lugar favorito para la compra de los libros.

Unos libros que están dispuestos en las mesas de novedades entre las cuales nos arremolinamos, ojeamos, y escuchamos a través de sus portadas, gritos que nos buscan para que les cojamos, los abramos, y sobre todo, los leamos. Ese espacio del grito, es el de la cubierta. Ella puede llegar a significar algo más que la representación de aquello que nos podemos encontrar cuando nos adentremos en la lectura del libro que viste. Desde la perspectiva del tiempo puede llegar a ser un reflejo de un momento cultura y gráfico de un espacio concreto de la sociedad en la que ha aparecido por primera vez esa cubierta expuesta en las librerías.

Firmado P. Cubierta del libro de Leon Trotsky, «La revolución desfigurada», Cenit, 1931, BNE.

Y ¿quién no se ha comprado alguna vez un libro solo por la portada? Seguro que hay más de uno. John Updike dijo que, «una buena cubierta debe ser recesiva en su representación, dirigiendo el paso hacia el interior del libro (…) para este fin, la seducción es la táctica más exitosa». Además de ser una seducción para el lector, las cubiertas de los libros pueden llegar a ser también ese modo de representación de un modelo cultural y social determinado. Una ventana de diseño que en un contexto concreto representa un estilo y una época.

Contó en su día en un diario nacional (El País), el escritor y editor Alberto Manguel que «la historia de las cubiertas es mucho más reciente que la historia del libro. El libro nace hace unos seis mil años, en Mesopotamia, bajo la forma de tabletas de arcilla, generalmente conservadas en cajas de cuero o de madera; las primeras cubiertas remontan apenas al siglo V de nuestra era cuando el códice de hojas plegadas empezó a remplazar casi por completo los engorrosos rollos de papiro. Para los primeros lectores de códices, como para los lectores de nuestros textos electrónicos, sólo el contenido del libro era tenido en cuenta: la cubierta poco importaba. Durante largo tiempo, las cubiertas sólo tuvieron una función práctica: proteger el libro que cubrían. Puesto que los códices eran guardados acostados sobre los anaqueles, las cubiertas llevaban a veces el título (o el nombre del autor) escrito en el lomo o en el costado: esta voluntad de identificación tal vez contribuyó más tarde al deseo de decorarlas. Si bien hay ejemplos de cubiertas decoradas en los siglos V y VI, la costumbre de dar a la cubierta su propio valor estético no se estableció hasta siglos después. En la alta Edad Media, y sobre todo en el Renacimiento, las cubiertas transformaron al libro en objeto de lujo, y la encuadernación fue reconocida como un arte en sí mismo, a medio camino entre la orfebrería y la alta costura».

Luis Bagaría. Cubierta del libro de Ángel Cabrera «Mamíferos marinos», Madrid, Espasa Calpe, 1931, BNE.

Si tomamos el libro bajo un prisma histórico e influenciador, «siempre ha sido un vehículo esencial de información y difusión de la cultura. Las ediciones se enriquecen con cubiertas de atractivo diseño que logran así llamar la atención y convertirse en un reclamo seductor en las librerías. Gracias al esfuerzo editorial realizado en España a comienzos del siglo xx, disponemos en la actualidad de un patrimonio bibliográfico de excepcional valor para entender la historia y la cultura de la España». Apunta Alicia García Medina de la Biblioteca Nacional y comisaria de la nueva exposición que se muestra en la Biblioteca, La seducción del libro. Cubiertas de vanguardia en España 1915-1936 (Desde el 26 de febrero hasta el 5 de mayo de 2019).

Una exposición en la que podemos disfrutar y poner en común los diferentes movimien­tos de vanguardia que revolucionaron «la concepción del arte en una apuesta decidida por nuevos lenguajes que rom­pen con los moldes del pasado. A ellos se adhieren los artistas que trabajan en España y esta re­novación del lenguaje plástico queda reflejada en las cubiertas de los libros que se encargan de ilustrar. De esta forma, las cubiertas se convierten en un recurso más de extraordinaria importancia para la difusión de las nuevas concep­ciones artísticas».

Francisco Rivero Gil. Cubierta del libro de María Enriqueta «Brujas, Lisboa, Madrid», Espasa Calpe, 1930, BNE.

Esta exposición que se presenta en la Sala de las Musas del Museo de la Biblioteca, pretende reivin­dicar y poner en valor, por un lado, el trabajo de tantos y tan ex­celentes artistas españoles volcados en abanderar la renovación cultural en España, y por otro, el esfuerzo realizado por los edito­res que comparten con ellos el mismo propósito. La exposición muestra una amplia representación de las cubiertas de vanguardia en los primeros años del siglo xx en España. Una muestra significativa de ese renacimiento cultural, denominado por el historiador José Carlos Mainer como La Edad de Plata, que quedó truncado por el estallido en 1936 de la Guerra Civil.

«La satisfacción que sentimos cuando leemos un buen libro es in­comparable, y no es menor la que experimentamos cuando foca­lizamos nuestra atención en la piel ilustrada que lo recubre y que «custodia» la magia del abecedario, ya convertido en palabras. Los principales movimientos artísticos de entreguerras —cubis­mo, dadaísmo, futurismo, expresionismo, surrealismo— influ­yeron decisivamente en el desarrollo gráfico del lenguaje y, por consiguiente, en los mecanismos y soportes de la comunicación visual. El libro se entiende «ahora» como un eficaz marco y so­porte para la transmisión y difusión de los manifiestos artísticos, ideológicos y estéticos propuestos por las distintas técnicas crea­tivas. Todo ello permite incorporar al escenario de la ilustración de cubiertas de libros nuevas fuentes y recursos gráficos, como el collage y el fotomontaje, la abstracción, las teorías del color y, como no, la tipografía, confirmando el diseño gráfico como la disciplina estrella con la que poder modernizar transversalmente las normas y los usos tradicionales de la comunicación visual. Sin olvidar la aportación de la psicología de la Gestalt, enfocada hacia el modo y la forma en que la percepción y el pensamiento codi­fican el mundo —el hombre dispone de los sentidos para tomar conciencia y descubrirlo— y de la Bauhaus con su apuesta por las formas esenciales». Comenta Mónica Carabias Álvaro.

Ramón Puyol. Cubierta del libro de Felipe Trigo «En los andamios Madrid», Renacimiento, BNE.

A lo largo de todos estos años, las cubiertas han cambiado, multiplicado sus estilos, volviendóse más complejas o más discretas, más comerciales o más exclusivas. Siguen ciertos movimientos artísticos (las efusiones neogóticas de William Morris o los inventos tipográficos del Bauhaus), se pliegan a voluntades comerciales, pero sobre todo a partir de los finales del siglo XIX potencian el libro como objeto a través de su diseño, y la portada es la mejor arma de las editoriales frente a la versión electrónica. Las mesas de novedades de las librerías son la escena de un espectáculo que ahora se enriquece y aumenta.

«Oscar Wilde sostenía que sólo la gente superficial no juzga por las apariencias; su observación redime al lector que, obnubilado por la cantidad de títulos que impúdicamente se le ofrecen desde los escaparates de las librerías, se deja seducir por aquellos con las cubiertas más vistosas o más originales, más elegantes o más audaces. Para quien nada sabe de un cierto libro (título misterioso, autor desconocido, editor ignoto) la cubierta ilustrada insinúa el contenido, como en una suerte de adivinanza iconográfica ofrecida a la perspicacia del lector».

La exposición es una ocasión singular para disfrutar del diseño que se realizaba a principios de siglo en España y ver cómo junto a la renovación tipográfica, que utiliza sencillas formas geométricas y modelos inspirados en los prin­cipios de la Bauhaus, la técnica del fotomontaje en su vertiente crítica más ácida, influenciaron en el modo de hacer diseño editorial.

La seducción del libro. Cubiertas de vanguardia en España 1915-1936 // Biblioteca Nacional // hasta el 5 de mayo de 2019
De lunes a sábado de 10 a 20 h.
Domingos y festivos de 10 a 14 h.
Entrada gratuita.
Sala de de las Musas del Museo de la BNE.

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