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Blogs La viga en el ojo por Fredy Massad

Satirizar la arquitectura. Entrevista a Klaus (2ª parte)

Satirizar la arquitectura. Entrevista a Klaus (2ª parte)
Fredy Massad el

Egos acariciados por la caricatura, egos más allá de su propia sátira y la importancia del efecto del humor gráfico en la época de internet y las redes sociales son temas en esta segunda parte de conversación con Klaus.

En este contexto, en que se decreta esa muerte de la crítica, la sobresaturación de información sobre arquitectura ha abolido cualquier reflexión mesurada sobre proyectos, planteamientos, ¿consideras necesaria una transformación de los formatos y medios de expresión de la crítica para poder dotarla de una verdadera capacidad de acción – particularmente dentro de un entorno democratizado de social media (de manera que esta democratización no contribuya a aumentar la frivolización del discurso, ni a reducir la reflexión a meros likes o dislikes)?

Como comentaba aquí, es cierto que, con el boom digital, la discusión lógica y la crítica meditada -la justicia la dejamos para otros foros- han sido sustituidas por la repetición de mantras y la enunciación de opiniones sin conocimiento alguno. Creo que fue Robert Wilensky el que hizo una (re)versión del teorema de los monos infinitos, y dijo: «Todos hemos oído que un millón de monos aporreando un millón de máquinas de escribir [durante un millón de años] terminaría por reproducir las obras completas de Shakespeare. Hoy, gracias a Internet, sabemos que esto no es cierto.» En cualquier caso, por genial −y apocalíptica, como diría Eco− que sea la reflexión de Wilensky, lo cierto es que estamos demasiado al comienzo de la era digital como para valorar sus efectos a largo plazo. Yo creo que el sistema encontrará naturalmente formas de autorregularse. Ahora mismo, la información aún tiende a un cierto flattening virtual, con lo que resulta difícil diferenciar. Puede resultar abrumador. Pero no creo que esto dure para siempre. Esta misma discusión tuvo lugar seguramente cuando surgió la imprenta.

Hablando sobre autocrítica, y dado que tus viñetas resultan una de las críticas más certeras y punzantes que se están haciendo sobre el panorama arquitectónico, ¿cómo reciben tus viñetas sus protagonistas? ¿Aceptan la caricaturización de sus egos?

Obviamente, no tengo feedback de toda la gente a la que caricaturizo, pero aquellos que se han puesto conmigo personal o virtualmente −Michael Hays, Sanford Kwinter, Antoine Picon, Ciro Najle, Ethel Baraona, Kieran Long, Sophie Lovell, Kostas Terzidis…− se han mostrado más halagados que ofendidos. En algunos casos, de manera muy notable. Creo que verse caricaturizado acaricia más que hiere el ego. Es la cuestión de estatus de la que hablábamos antes.

 

Shardnado! Kieran Long, comisario del Victoria & Albert Museum, Renzo Piano, y el rascacielos londinense conocido como “The Shard”, caricaturizados en una de las tiras de la serie “Numerus Klausus”, realizada para la revista digital Uncube. “A Sophie Lovell, editora de la revista, le pareció muy floja. En la siguiente, la caricaturicé a ella.”

 

Uno de los personajes habituales en tus viñetas es Rem Koolhaas, su egocentrismo y su pose cínica. Coincidimos en que es una figura fundamental para comprender gran parte de las dinámicas de la arquitectura de los últimos tiempos. Pero, ¿no es también uno de los principales artífices de haber llevado la arquitectura al cul-de-sac en que hoy se encuentra?  Tu viñeta dedicada a él tras el anuncio de que sería el próximo director de la Bienal de Arquitectura de Venecia aludía a su astucia, a su capacidad para manejar-manipular el sentido de una frase, información, y revertirla hacia su persona.

¿Cómo era aquella frase de Benavente? «Bienaventurados nuestros imitadores porque de ellos serán nuestros defectos». Creo que esta imagen encaja muy bien con la manera de proceder de Koolhaas. Para mí el momento más interesante y sorprendente −por lo que tiene de inusitadamente revelador− en su discurso lo supuso aquella ocasión en la que, en una entrevista, dijo (cito de memoria) que había una distancia muy consciente entre lo que decía y lo que hacía. Y esto me parece clave: Koolhaas/OMA es probablemente una de las prácticas profesionales que más influencia han tenido en la arquitectura por mímesis. Basta mirar a los últimos años 90 para ver los gestos del Educatorium repetidos una y mil veces, empezando con MVRDV, progenie de OMA por excelencia. Sin embargo, ¿se encuentran contenidos en estos gestos los parámetros de la actuación de Rem Koolhaas? No, desde luego. No es la forma lo que interesa a/en Koolhaas.

Es decir: obviamente, le interesa la forma, pero la plástica no es su campo de acción. No es un virtuoso del trabajo de la forma, ni en su expresión más libre ni en la geométricamente más rigurosa. Hace poco, Brett Steele me comentaba que había rastreado los orígenes de los dibujos y fotografías que el bueno de Rem había utilizado para la confección de “Exodus”, porque -me confesaba-, «Rem couldn’t draw to save his life». Su arquitectura −o más bien, su quehacer− van por otro lado. Por eso existe esta distancia consciente entre lo que dice y lo que hace. Cuanto más lejos se le busque, más crecerá su estatus legendario, por inalcanzable. Y por eso también, me extraña tanto que tuviera este momento de debilidad y lo reconociera.

Rem Koolhaas, como otros (recuerdo a un suizo también de poco pelo…) antes que él, lleva mucho tiempo construyendo su propia leyenda, queriendo ser reconocido como el nuevo Le Corbusier −llegando hasta el extremo de (de)construir su propia Ville Savoye−. Y, admitámoslo, lo ha hecho muy bien. En los primeros 90 era un arquitecto reconocido pero un tanto outsider. Cuando emigré a Harvard a finales de los 2000, allí era Dios. Sin embargo, no le echaría la culpa del escenario actual de la arquitectura. La culpa es, claro está, de sus imitadores. [Sonríe irónicamente].

Koolhaas at the GSD: Current Preoccupations. Aprovechando una nueva charla de Rem Koolhaas en el GSD, Klaus aprovecha para reciclar su primera viñeta sobre el arquitecto holandés: Sustained Cynicism, realizada varios años antes. «Por increíble que parezca, esta viñeta, parcialmente reciclada, es la que más visitas ha recibido en un solo día en la historia del blog. Lo amen o lo odien, su poder de atracción es innegable» comenta.

 

Señalas como una característica definitoria de tu trabajo el hecho de la inmediatez: la necesidad de reflexionar y formular una opinión crítica sobre algún hecho relacionado con lo arquitectónico en el preciso momento en que éste se produce.

Bueno, yo soy ese listillo que en una conferencia te susurra constantemente al oído, apostillando cada frase del orador. Mis dibujos parten de esta misma necesidad malsana. Alguien los definió de una manera bastante acertada: «Son como viñetas editoriales, pero sobre arquitectura». El problema es que esta inmediatez se corresponde más bien poco con mi lentitud como dibujante, lo que hace que a menudo su tiempo haya pasado antes de que consiga terminarlos. Tengo cajones llenos de bocetos que nunca llegaron a ver la luz porque el hecho al que hacían referencia dejó de ser de actualidad. Me pregunto qué ocurrirá dentro de unos años con las que sí que vieron la luz.

Coincido en la necesidad de esta urgencia, que creo que está directamente relacionada con las actuales dinámicas mediáticas de la arquitectura y cómo éstas construyen –o quizá mejor dicho, componen−, de manera constante e incesante, conceptos y personajes (con el objetivo de seguir generando una especie de fascinación acrítica en torno a ellos).

Me interesa relacionar todo esto con la importancia de internet, a la que tú también aludes, ya que la viñeta supone un golpe de efecto que creo que puede superar de manera más eficaz a lo que puede aportar un post breve con intención crítica en un blog escrito acerca de algún hecho «de última hora», no sólo por la riqueza y precisión de lo que desea comunicar sino también por cómo predispone al receptor a leer e interpretar su mensaje.

Aquí me has perdido un poco, así que voy a contestar lo que me dé la gana. Creo, efectivamente, que la ubicuidad de información en internet ha generado una reducción del tiempo de fama warholiano: acostumbrados a este feeding continuo de información, nuestra memoria se vuelve también más corta, y por lo tanto, aquellos que quieran permanecer en la retina digital del observador se ven forzados a una presencia constante, lo que redunda inevitablemente en una pérdida de calidad en la información. Y también es cierto, como creo que apuntas, que esta información resulta tan contextual −tan dependiente de un momento determinado− que su caducidad es casi inmediata. El humor gráfico, por otra parte, tiene la ventaja de que el hecho en sí es únicamente la excusa necesaria para realizar un chiste que es, en general, la revisión de un gag intemporal.

 

«Lo bueno de la posición de francotirador que supone tener un website en el que colgar tu material es que puedes ser todo lo autoindulgente –y oscuro- que quieras. En los trabajos para publicaciones con un editor de verdad suelo tratar de limitar los chistes autorreferenciales hechos por mi propio placer. Aunque no siempre lo consigo.” Sobre estas líneas, una de esas ocasiones, en las que, con la excusa de publicarse en un número sobre Berlín, y con ocasión de la muerte de Mark Fisher, Klaus introducía otra de sus obsesiones: Pink Floyd y su The Wall. «La discusión ficticia con el editor en la viñeta se reprodujo después en la vida real», apostilla.

 

Una viñeta −como tal vez pueden hacer un tweet o un post de facebook dentro de las redes sociales− suscita una diferente predisposición de lectura que despierta ánimo de reflexión, e incluso de debate, discusión, polémica… que creo que, desde la voluntad de revisar, desmitificar y así transformar, toda una serie de cuestiones que están determinando el estado actual de la arquitectura, resulta mucho más necesaria por cuanto puede generar un estado de opinión más activo y crítico, liberado de los temores, reverencias y fascinaciones que rodean a la arquitectura y, sobre todo, a determinados personajes.

Creo que eres excesivamente generoso, pero me alegro de que pienses así [risas].

¿Alguna reflexión sobre el valor de la caricatura y la sátira como inductores de reflexión, quizá subversiva, que te gustaría añadir?

Hay algo que comentábamos, creo que en la conversación con Brendan [Cormier] y Jimenez [Lai], y es, en relación con la desmitificación de la que hablas, el valor del humor y la caricatura como generadores de ideas, que te obliga a repensar, a darle la vuelta a aquello que satirizas. Y en esta deformación se producen nuevas ideas. O, dicho de otro modo: cuando copias algo, si lo copias lo suficientemente mal lo transformas en algo diferente y, con suerte, inesperado. Esto es lo interesante de las traducciones entre diferentes medios, por ejemplo… Y de ahí nos moveríamos al rol de la ficción… Pero esta es una caja de Pandora que preferiría no abrir, porque temo que nos llevaría a otra conversación igual de larga.

Dejémosla cerrada entonces, provisionalmente, hasta otra nueva conversación.  Regresando a tu trabajo, ¿has tomado parte este año en alguna exposición?

No, este año aún no hemos montado nada. En cualquier caso, esto es algo que siempre surge por iniciativa de otros. Por supuesto, siempre colaboro, pero la idea y, en general, el montaje, siempre parten de otra gente. De otro modo, nunca habría expuesto en lugares como Chicago, Londres o Cambridge. Son otros los que se encargan. Yo tengo una vida bastante recluida, como de monje copista de la Edad Media…

Pero abandonas puntualmente esa lejanía del mundanal ruido para participar en conferencias. ¿Tienes nuevos proyectos ahora mismo en marcha? ¿Continúan con esa intención satírico-crítica?

Eso es. Salvo en esas ocasiones. En lo relativo a nuevos proyectos hay un par de cosas en preparación, pero sin fecha aún. Con respecto a proyectos en el campo de la edición, lo cierto es que MAS Context: Narrative fue un sueño hecho realidad. Hacía tiempo que quería sacar algo sobre las intersecciones entre narrativa gráfica y arquitectura, y hacerlo a través de ellos fue estupendo. Gran parte del mérito se lo lleva Iker Gil, que es un trabajador incansable y además sabía poner el punto justo de cordura cuando fue necesario. En cualquier caso, reunir en un solo volumen a Peter Cook, François Schuiten, Joost Swarte o Chris Ware, por citar solo algunos, iba más allá de nuestras expectativas. El número es fruto de una mezcla de empeño y casualidad [Schuiten y Swarte se incorporaron tras un evento en Nápoles en el que fue invitado a participar]… y muchísimas horas de trabajo. En principio, “Narrative” es un producto acabado, pero quién sabe, puede que haya un spin-off. No puedo negar que me mordió el veneno de la edición.

Por otra parte, en lo respectivo a los “cartoons” tengo más proyectos que tiempo. Durante este año, tengo intención de proseguir con mi colaboración habitual en Uncube,  al la que se suma otra con Arquine, desde el número de Marzo de este año, y una serie de dibujos para A10, la revista que fundó Ibelings, más una colaboración puntual con The Architectural Review. Al margen de esto, llevo un tiempo aplazando un par de trabajos que se salen de lo satírico y entran más en el terreno de la ficción. Uno de ellos es un mini-libro para la serie Structures, de Uncivilized Books. La otra es una serie de relatos ilustrados que no sé si algún día verán la luz. Pero esto es, nuevamente, otra (larga) historia.

 

Megaestructuras y ciencia ficción, en dos de las viñetas realizadas para The New City Reader (2010-11), de Kazys Varnelis y Joseph Grima, y en una viñeta realizada con motivo del 10º aniversario del 9-11 y publicada en la revista italiana Studio.
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