Incluida en la programación de Design Doha – una bienal organizada por Qatar Museums con el objetivo de destacar la innovación y calidad del diseño producido en Qatar, los países de Oriente Medio y el norte de África-, la exposición Colors of the City: A Century of Architecture in Doha ha propuesto una interesante lectura de la evolución arquitectónica de esta ciudad en respuesta a las influencias globales. Ideada por Glenn Adamson, director artístico de Doha Design, a fin de complementar el programa de exposiciones, estrictamente centradas en el momento contemporáneo, con una muestra que prestara atención a la historia local y su paisaje urbano, Colors of the City ha sido comisariada por el historiador del arte y la arquitectura Péter Tamás Nagy, aquí entrevistado.
La exposición traza la historia arquitectónica de Doha del último siglo a través de una variedad de estilos, como el «Arabic Deco», «Doha Classicism» y las adaptaciones de estilos euro-norteamericanos e indios, así como la era del Brutalismo. La segunda parte de la muestra está dedicada a la obra del arquitecto Ibrahim Al Jaidah, autor del Estadio Al Thumama, construido para el Mundial de Fútbol de 2022, reflejando cómo en sus diseños se equilibran una mirada cosmopolita con los elementos propios del patrimonio arquitectónico regional. Mediante maquetas, fotografías, entrevistas y películas, Colors of the City recorre la historia arquitectónica reciente de Doha, descubriéndonos que existe un patrimonio arquitectónico valioso que precedió a la Doha del siglo XXI, antes del meteórico desarrollo que puso a esta ciudad en el foco global.
¿Cómo surge tu interés en la arquitectura catarí?
Hace tres años, Qatar Museums, el organismo oficial que está a cargo de la restauración y dinamización del patrimonio arquitectónico de este país, comenzó a buscar un profesional que se ocupara de la investigación de sus edificios. Yo acababa de terminar mi doctorado y me contactaron. Mi formación académica se había centrado en la historia del arte y la arquitectura islámicos, pero el tema específico de la arquitectura catarí era totalmente nuevo para mí. En las primeras entrevistas que mantuvimos ya señalamos algunos potenciales temas de investigación que luego han seguido evolucionando y ampliándose. Lo particularmente interesante en este caso es que, a diferencia de lo que sucede en la mayor parte de países, aquí en Qatar la investigación sobre el tema ha sido tan escasa que se descubre con rapidez información completamente nueva.
Los primeros resultados de ese estudio que iniciaste hace tres años se presentan en Colors of the City. ¿Cómo se ha llevado a cabo el proceso de traducir una investigación a una exposición?
Ese era el reto crucial: investigar, comisariar y diseñar la exposición debían ir de la mano. Mi única experiencia previa hasta la fecha consistía en la redacción de artículos académicos y aquí debía dar con el modo de presentar dentro del formato de una exposición una investigación que aún no ha llegado a un punto de conclusión. Me parece que el resultado pone muy claramente de manifiesto cuáles son mi formación y trayectoria; algunos visitantes han señalado que Colors of the City parece más un análisis expuesto que un proyecto concebido por un comisario, y están bastante en lo cierto.
Mi investigación prosiguió durante todo el proceso de comisariado e iba teniendo puntualmente al tanto de ella a los diseñadores de la exposición, Karl Bassil y Carla Khayat de Mind the Gap Agency. Compartimos numerosas sesiones de trabajo apasionantes y agotadoras, que a menudo se alargaron hasta bien entrada la madrugada. Son unos avezados diseñadores de exposiciones y su ayuda fue fundamental para mí a la hora de lograr convertir la narrativa de mi investigación en un montaje espacial. Fue un reto duro y también una cuesta arriba dentro de mi aprendizaje, pero su magnífica profesionalidad logró que lo sacáramos adelante. Igualmente, lnterspace, la compañía de producción, ha llevado a cabo en tiempo récord un trabajo impecable.
¿Quiénes fueron los primeros arquitectos internacionales que participaron en el proceso de construcción de la Doha moderna?
Esa es una pregunta sumamente interesante y la que constituye el núcleo de mi investigación. El reto que se plantea para responderla es el siguiente: no existe casi ningún documento fechado durante las décadas de 1950 y 1960. Ni contratos, ni dibujos… Por ello, ante esa carencia abrumadora de fuentes documentales, decidí abordar el tema desde el enfoque del historiador del arte. Así fue cómo, buscando analogías entre rasgos estructurales, decorativos y técnicos de los edificios, pude ir comenzando a formular hipótesis acerca de los orígenes de los arquitectos o maestros de obra que trabajaron en Doha durante ese periodo.
Entre diciembre y enero estuve haciendo trabajo de campo en India, ya que el fenómeno que denomino «Doha Deco» encuentra sus analogías más evidentes en edificios construidos allí. El Art Déco adquirió una gran relevancia en India durante la década de 1930, la cual se mantuvo vigente hasta los años 60, incorporando a menudo elementos vernáculos en su repertorio. Lo prolongado de esta cronología es significativo porque en el momento en que aparece en Doha, a mediados de la década de los 50, el Art Déco ya era un estilo pasado de moda en la mayor parte del mundo y, dadas las similitudes que pueden constatarse entre edificios del sur de Asia y Doha, he llegado al convencimiento de que la mayor parte de arquitectos o maestros de obra procedían de allí. Por ese motivo, Colors of the City presenta 120 imágenes de edificios Art Déco situados en India y Pakistán. Pero este es sólo un capítulo de la historia.
En torno a la misma época se aplicaban ornamentos clasicistas en la arquitectura de Doha, particularmente jarrones y zarcillos. Aunque el Neoclasicismo tuvo popularidad en muchos lugares del mundo durante el siglo XIX, en esa época ya estaba notablemente desfasado, salvo en Irán, país donde numerosos edificios aún recurrían a ornamentos que seguían diseños clasicistas e incorporaban a la vez elementos locales. Muchos de estos resurgieron posteriormente en Qatar. Las analogías indican que el «Clasicismo de Doha» puede atribuirse a los iraníes que, como los indios, llegaron al país en ese momento. Al respecto nos consta un testimonio oral, el de Yusuf Al Zaman, quien recuerda que había un artesano iraní trabajando en la portada de su casa cuando tuvieron noticia del asesinato de John Kennedy (es decir, finales de noviembre de 1963). Aunque esa puerta hoy ya no existe, sí se conserva una fotografía en la que pueden apreciarse sus coloridos ornamentos clasicistas.
En síntesis: aunque desconocemos el nombre de los arquitectos, sí que nos es posible rastrear sus orígenes y situarlos en el sur de Asia e Irán. El Hospital Estatal de Doha, finalizado en 1956 y diseñado por el arquitecto británico John R. Harris, destaca como clara excepción a esta regla.
En la exposición se muestran casos de arquitectura brutalista. ¿Hubo más expresiones de arquitectura planteada en el estilo moderno internacional?
Sí, desde luego. Pese a haber llamado a la tercera sección de la muestra «Doha Brutalism», el título «Doha Modernism» podría haber sido igual de apropiado.
Los edificios que se muestran en este segmento datan de las décadas de 1970 y 1980. De este periodo sí se conserva documentación, por lo cual conocemos los nombres de los arquitectos que los diseñaron: el Hotel Sheraton, diseñado por el estadounidense William Pereira; el Cine Gulf del arquitecto iraquí Rifaat Chadirji; el Ministerio de Asuntos Exteriores del libanés William Sednoui… La lista sigue, lo importante es que todos fueron arquitectos de prestigio y parte del estilo moderno internacional. Que hayamos finalmente optado por denominar a esta sección «Doha Brutalism» se debe al evidente efecto impresionista de algunos de los hitos clave de este periodo.
¿Qué hitos consideras clave de este periodo?
Uno de los proyectos más icónicos de este periodo es el de la Universidad de Qatar. Su campus es gigantesco, el primero del país. Fue finalizado en 1985. Lo considero un proyecto particularmente logrado porque su autor, el arquitecto egipcio Kamal El Kafrawi, estudió a fondo la arquitectura vernácula y decidió centrarse en la torre del viento. La mayor parte de estructuras que integran este edificio son módulos octogonales dispuestos uno al lado del otro y coronados con una torre de viento. Estas torres no son únicamente elementos decorativos, también cumplen una función: ventilan canalizando el paso del aire al interior del edificio. Es decir, son un sistema pasivo de aire acondicionado.
La mayor parte de arquitectos de aquella época trataron igualmente de incorporar elementos vernáculos en sus proyectos, pero, en mi opinión, la Universidad de Qatar destaca en ese sentido, tanto en lo estético como en lo funcional.
¿Hay alguna conexión entre estos edificios construidos en Qatar por arquitectos procedentes de la región árabe y la arquitectura de sus países vecinos y capitales (como Bagdad, Teherán o Beirut) o Qatar plantea un caso singular?
Existen abundantes similitudes, no sólo porque se tratara de arquitectos procedentes de otros países árabes, sino también porque las tendencias internacionales eran, digamos, bienes comunes. Durante el trabajo de preparación de la exposición tuve el privilegio de aprender del arquitecto palestino Hisham Qaddumi, que fue consejero especial del emir y responsable de la Oficina Técnica del Amiri Diwan, supervisora de la mayor parte de los proyectos construidos por el Estado en las décadas de 1970 y 1980. Qaddumi recuerda que esta Oficina estableció como requerimiento indispensable la incorporación de elementos vernáculos, cataríes o islámicos, en el diseño arquitectónico. Un claro ejemplo es el de la Universidad de Qatar, que antes he mencionado, donde se reinventaba la tradicional torre de viento de un modo extremadamente moderno.
Quizá un mejor ejemplo lo ofrezca la nueva ala de la sede del Amiri Diwan, finalizada en 1988. Qaddumi me contó que muchos arquitectos enviaron propuestas para este proyecto, pero que la Oficina Técnica las iba descartando una por una, aduciendo que no lograban materializar un sentido de identidad local. Como consecuencia, el proyecto fue demorándose hasta que la Oficina Técnica, integrada por unas setenta personas, finalmente planteó una propuesta que el emir consideró correcta. A primera vista y de lejos parece un edificio brutalista: severo y duro. Sin embargo, a medida que uno se aproxima a él puede comenzar a distinguir varios detalles decorativos que siguen la configuración de tallas en yeso propias de la decoración de la arquitectura tradicional dohana. El diseño interior, espléndidamente revestido en mármol, incluye unos intricados paneles de madera pintados y tallados que fueron realizados por artesanos marroquíes, encargados especialmente para este proyecto.
Ibrahim Al Jaidah es presentado como el puente entre la arquitectura moderna y la actual. ¿Cabe ver su Estadio Al Thumana, construido para el pasado Mundial de Fútbol, como una reivindicación de la arquitectura catarí ante la producida por arquitectos extranjeros?
Sí. Ibrahim Al Jaidah es una figura muy respetada, tanto por su trabajo como por su profundo conocimiento del patrimonio arquitectónico. El concepto básico de Colors of the City era, como señalas, recalcar cómo su carrera marca un puente entre ambas épocas. Jaidah estudió muchos de los edificios presentados en la primera parte de la muestra y la segunda parte de esta está enteramente dedicada a sus logros como diseñador y CEO del Arab Engineering Bureau. Le estoy enormemente agradecido por toda la ayuda que nos ha brindado, dándonos acceso a sus archivos privados y profesionales y cediendo material para la exposición.
Una entrevista mantenida con él nos ha aportado un nuevo documento de historia oral. En ella nos relató cómo su interés en las construcciones tradicionales y los primeros edificios modernos hechos en Doha se había iniciado ya en su infancia. Cuando arrancó su carrera profesional en torno a 1990, la arquitectura tradicional fue su principal fuente de inspiración, algo que puede advertirse claramente en las maquetas presentadas en la exposición. En esa época comenzó también a fotografiar esos primeros edificios modernos de Doha, muchos de los cuales ya han desaparecido. Su último libro contiene información de incalculable valor sobre ellos.
El Estadio Thumama es un edificio imprescindible, no sólo en la trayectoria de Jaidah, sino para todos los cataríes ya que, como dices, es el único estadio del país obra de un arquitecto local. Toma su forma de la taquiyah, el gorro tradicional. Aunque no es el único estadio de Qatar que toma su inspiración de la tradición vernácula, el Estadio Bayt («bayt» significa «tienda») es otro ejemplo.
No hay duda de que su logro con el Estadio Thumama supone una reivindicación firme del diseño catarí. No en vano se le otorga un lugar de privilegio a la maqueta de este proyecto dentro de Colors of the City.
¿Entre los miembros de las generaciones más jóvenes de arquitectos cataríes hay interés en recuperar el legado de la arquitectura tradicional local?
Aunque no soy arquitecto, mi impresión general al respecto es que se trata de una cuestión que depende del cliente. Si el cliente pide un edificio que no tenga nada que ver con la tradición catarí, el arquitecto tendrá que entregar un proyecto que cumpla con esa petición. De cualquier manera, diría que el lugar de procedencia del arquitecto no es importante: puede apreciarse y valorar el patrimonio local antes de comenzar a esbozar un proyecto. Hay profesionales de gran talento, como Hisham Qaddumi e Ibrahim Al Jaidah, cuyo inmenso conocimiento de este les permite manejarlo con soltura, y hay también arquitectos foráneos que se esfuerzan por entender la arquitectura catarí. El mejor ejemplo que se me ocurre de esto es el Museo Nacional, obra del francés Jean Nouvel. En mi opinión, la investigación que desarrolló para concebir su proyecto puede considerarse ejemplar. Realizar este edificio llevó casi una década y media, trabajando en estrecha colaboración con los clientes (la familia real catarí) a fin de crear un edificio que fuera significativo para el país y constituyera a la vez un hito futurista. La inspiración de Nouvel en la rosa del desierto fue muy ambiciosa, buscó elevar esta forma a símbolo, dotándola con una nueva capa semántica que la convirtiera en símbolo nacional.
En tanto que los arquitectos dispongan de tiempo y recursos, podrán contribuir a redefinir el lenguaje arquitectónico del siglo XXI. Esto quiere decir que, cuanta mayor investigación sobre el patrimonio catarí haya a su alcance, más factible será que puedan valerse de ese conocimiento para tomarlo como fuente de inspiración. Sin estudios detallados y académicamente sólidos sobre el pasado, la construcción del futuro carecerá de un territorio firme sobre el que asentarse.
Doha es el paradigma de una ciudad del siglo XXI. ¿Podrá ese patrimonio arquitectónico conservarse y desafiar la voracidad del mercado inmobiliario y el insaciable deseo de edificios ícono?
Esa es una pregunta con relevancia para cualquier lugar del mundo en la actualidad. ¿Preservar el patrimonio arquitectónico supone un beneficio colectivo? Mi respuesta a esa pregunta es afirmativa; ahora bien, ¿debemos sucumbir a la transformación del patrimonio en inmuebles destinados a la inversión comercial? En algunos casos, esta parece ser la única solución viable.
Nuestra misión en Qatar Museums es guardar el patrimonio local de la manera más auténtica posible y creo que toda la arquitectura presentada en Colors of the City es merecedora de esa protección. En la antigua y anticuada perspectiva, el concepto «patrimonio» equivalía a «antiguo» (esencialmente, anterior a 1950); el reconocimiento de la arquitectura moderna como patrimonio es muy reciente y es algo que estamos tratando de lograr y difundir. La perspectiva general está transformándose y espero que esta exposición constituya un empuje en esa dirección. Hemos querido mostrar al público lo extraordinarios que son esos edificios y porqué merecen ser salvaguardados, restaurados y catalogados como patrimonio cultural. No obstante, soy plenamente consciente de que, por desgracia, muchos de estos edificios que hemos presentado en esta exposición ya no seguirán en pie para cuando tenga lugar la próxima Bienal de Doha.
Imágenes: (c) Julián Velásquez, Cortesía de Qatar Museums
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