Tomás González-Martín el 26 abr, 2014 Es un piloto de otra galaxia. No se atiene a las reglas de la física y de la química. Tumba la moto a noventa grados y no se cae. ¿Quién puede competir contra eso? Alzamora alucina. Y Juliá, padre del mago, no lo entiende todavía, aunque lo haya visto desde hace quince meses de marzo. En el cole estudió la ley de la gravedad. Para su hijo, eso no existe. No lo estudió. No le tocó en ningún curso. Rossi decía hace cuatro años que se veía reflejado en Márquez. Hoy, aunque no le guste, observa que el chaval puede ser un genio todavía superior a él. Valentino conquistó siete coronas de MotoGP y Marc solo lleva una, pero el español ganó su primer Mundial en el año de su debut, mientras el italiano necesitó dos temporadas para conseguirlo. A ese dato de precocidad sobrenatural hay que sumar que “MM93” ya es líder destacado del campeonato en su segunda campaña en la máxima cilindrada. Dos grandes premios, dos victorias. Y mañana aspira a celebrar el tercer triunfo consecutivo, en Termas de Río Hondo. La lección que dio en la primera sesión de entrenamientos del Gran Premio de Argentina desvelaba otra vuelta de tuerca de la calidad “inhumana” del ilerdense. En una pista muy sucia, culpa de unas obras que se acometían cerca del trazado suramericano, Márquez estuvo lento inicialmente. Estudiaba el asfalto. Luego lo atacó como si fuera suyo. Dicen que el circuito de Termas es favorable a Yamaha, porque las curvas enlazadas aprovechan bien el chasis de la M1 de Valentino y de Lorenzo. Marc ha roto con esos pronósticos habituales. Desde ahora hay circuitos de Honda, circuitos de Yamaha y circuitos de Márquez, que son todos. Este niño ha destrozado los moldes. Escuchaba que esta carrera en Argentina no conviene a las Honda y se partió de risa. Cogió la HRC el niño de Cervera y acabó con las curvas enlazadas y con las que están sin enlazar. ¿Cómo? Tiene una táctica. Una cualidad innata. Un don. El catalán coge la moto y la cruza en cada curva tumbado a noventa grados, raspando el suelo con la barbilla. Anula todas las tonterías de las curvas Honda y las curvas Yamaha. Las supera pegando un manotazo de platino con sus dos manos en una diagonal imposible y deja a los rivales boquiabiertos. Este chico no es un piloto normal. Es estratosférico. No puedes luchar contra ese liderazgo técnico y mental. No sufre, no está nervioso. Sabe lo que va a hacer. Y sabe que lo va a conseguir con naturalidad, porque está dotado para ello. Puede ser el gran genio de la historia del motociclismo, de la leyenda de todos los Mundiales, que comenzaron a disputarse en 1949. Escuchen bien esta profecía. Está escrita el 26 de abril de 2014. Hablaremos. Y no precisamente del Gobierno, sino del mejor gobierno de una moto por parte de un ser ¿humano?. Otros temas Comentarios Tomás González-Martín el 26 abr, 2014