Tomás González-MartÃn el 21 oct, 2010 Jorge Lorenzo se ríe cuando le recordamos su “victoria” frente a las monjas del Colegio Mixto La Milagrosa, de Palma de Mallorca. El lugar donde estudió de pequeño. Donde tuvo que luchar entre la pasión por las motos, inyectada por su padre, y la exigencia de sacar buenas notas, impuesta también por “papá”. Las monjas le decían a Jorge que “eso” de las motos no era algo serio, que con las motos no llegaría a nada. Los hechos le dieron la razón al piloto, pero entendía la postura de las monjas: “Ellas sí tenían razón en cuanto a lo importante que eran los estudios, no respecto a su opinión del motociclismo”. Buenos consejos le dieron ellas para que clavara los codos sobre los libros. Porque su amor por subirse en las máquinas de dos ruedas le hizo olvidar los libros durante algunos cursos y engañar a Chicho Lorenzo. “Hubo una época en la que no estudiaba. Un trimestre tuve seis suspensos y escondí las notas a mi padre, con la connivencia de mi madre. Cuando papá se enteró, se enfadó mucho. Me puse a estudiar y lo aprobé todo”. Jorge demostró de esta manera que, si se quiere, se puede. Que si se tiene voluntad, se logran las metas. El campeón del mundo de MotoGP da una lección a los jóvenes de hoy con estas opiniones repletas de sinceridad y de autocrítica. La misma exigencia y autocrítica que se impuso en el motociclismo para poder triunfar. Cuando llegó la oportunidad de debutar en el Mundial, su padre entendió que tenía que dejar los estudios·. “Giorgio” desvela algunas de estas vivencias en la entrevista que publica el XL Semanal de este fin de semana. deportes Comentarios Tomás González-MartÃn el 21 oct, 2010