Hemos dejado pasar los días para hablar de Marc Márquez y su difícil odisea para volver a aspirar al título mundial. El campeón español suma seis coronas de MotoGP y ocho en total y persigue igualar los siete cetros de Valentino en la cilindrada reina y los ocho de Agostini, plusmarca universal.
Es para quedarse estupefacto cuando escuchas que Honda duda. Márquez ha demostrado esta temporada, con su hombro dolorido, que es el mejor. Ha ganado varios grandes premios y si la visión doble de su ojo, una vieja dolencia, no le frena, volverá a ser aspirante al entorchado a partir del próximo mes de marzo.
Alucinantes son las críticas de Rossi recordando el Mundial de 2015 y criticando su duelo con Marc diciendo que el ilerdense quería que Lorenzo ganara la corona. El italiano aduce con amargura, sin saber perder desde entonces, que Márquez le esperaba en pista para ponerle nervioso y tirarle. Él, que hizo la vida imposible a Biaggi, Sete y Stoner, ridiculizándoles y echándoles a la prensa en contra, se queja del comportamiento de Márquez.
Es insufrible escuchar y verle llorar un día sí y otro también para ensuciar la imagen de MM93, cuando es él, Valentino, quien pegó un codazo en plena carrera a Jorge Lorenzo cuando veía que el mallorquín le ganaba el cetro. Cuando es él, Rossi, quien tiró años antes a Gibernau en Jerez.
Márquez debe superar este aluvión de acusaciones y volver a estar en forma para aguantar toda una temporada a un buen nivel. Si los hombros le dejan ,volverá a ser el favorito. Y sus rivales lo saben.
Marc piensa que estará en los entrenamientos de invierno, recuperado de su problema en la vista. Quiere volver a ser campeón. La ambición ha marcado su carrera y esa la tiene para recuperar el cetro perdido. Ha de olvidar a Valentino, porque esa es una situación irrecuperable. Valentino justifica todos sus males en Márquez. Mala decisión. Es menospreciar su propia carrera. La única verdad es que Lorenzo y Márquez, dos españoles, acabaron con su reinado y el italiano no lo sporta.
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