Tomás González-Martín el 28 sep, 2013 Camina hacia las plusmarcas absolutas de la historia del motociclismo mundial y mira hacia atrás con cariño. Marc Márquez solo tiene 20 años y a esta edad está rompiendo todos los récords que Rossi, Lorenzo, Biaggi y Pedrosa establecieron en su día. Debutante esta temporada en el campeonato del mundo de MotoGP, es líder del cotarro y favorito a batir la última marca que le queda: ser campeón en su primer año en la cilindrada reina con 20 años y nueve meses. El chaval, en plena ebullición por ese objetivo, recuerda con amor de hombre, de compañero, a todos los que le ayudaron. Y quiere homenajear a todos los mecánicos de su vida. Como gran piloto, sabe que los mecánicos son los que te permiten demostrar en la pista toda tu clase. MM93 la ha plasmado con arte desde 2010, tras una carrera de evolución tan dura como voluntariosa. Cuando tenía 13 años era muy pequeño, no crecía y las madres de otro pilotos decían: “¿Cómo puede permitirse que ese niño corra, si no ve por encima de la moto?”. Salía el instinto protector de madre. No le veían como rival de sus hijos. Eran comentarios que Márquez y Juliá, su padre, escucharon desde muchos años antes, cuando Marc era todavía más bajito, siempre delgado. Parecía que se iba a partir en dos de lo pequeño y enjuto que era. Marc y papá escuchaban, callaban y siguieron compitiendo. Repsol vio las condiciones del niño, cuando todavía era muy bajito, y le fichó. Su calidad era innata. Como se dice de Messi y de Isco, tenía el punto de gravedad muy bajo y eso significaba que, para Márquez, las manos eran como su corazón: estaba muy cerca de las manetas de la moto. Traducía sus sentimientos interiores en los mandos de la máquina. Sus manos eran guantes de seda para la moto. Tan pequeño era que ver por encima de la cúpula le hizo calibrar todo desde los detalles más mínimos. Marc quería ser Rossi y traspasaba ese sentir a la moto. Y su pilotaje era perecto. Y su agresividad, increíble en un nene tan pequeño. Peleaba deportivamente en la pista con todo el mundo. Perdía en los choques de hombros por falta de peso. Pero su clase era superior. Y cuando creció, ya nadie le echó de la pista para impedirle ganar. Y demostró que era un superclase. Y conquistó el primer título mundial en 2010. Ascendió en 2011 a Moto2 y fue el mejor, pero un accidente ocular le privó de la corona. En 2012 arrolló en Moto2. Subió a la categoría reina en la presenta campaña. Y ha dejado boquiabierto al universo del motociclismo. Quiere brindar por sus mecánicos, por los ayudantes que le apoyaron para llegar hasta aquí. De bien nacido es ser agradecido. Otros temas Comentarios Tomás González-Martín el 28 sep, 2013