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¿Es la baja natalidad un problema?

Maria C. Orellana el

En España sigue cayendo el número de nacimientos, lo que muchos achacan a la masiva incorporación de la mujer al mundo laboral, unida a la incertidumbre económica que tienen los jóvenes respecto al futuro. La sociedad contempla este dato con mucha preocupación y los expertos demógrafos proponen medidas urgentes que estimulen la natalidad como ayudas fiscales, guarderías low cost o incentivos laborales.

De acuerdo con el INE, este año han nacido un 24 % de bebés menos que los casi 520 mil que hubo en 2008, cifra máxima en treinta años, pese a que aquel año nuestro país estaba ya inmerso en una grave crisis, con una tasa de paro galopante (que afectó a ambos sexos) e igual o mayor incertidumbre económica que 2018. Interesante.

Hoy escucho a varias amigas de mi hija Isabel, estudiantes de bachillerato, afirmar rotundamente que no piensan tener hijos. Aunque probablemente muchas de las afirmaciones adolescentes quedarán en el armario del olvido en unos años, es algo que jamás oí a mis amigas y compañeras de clase a su edad. Han pasado más de treinta años desde entonces, pero sospecho que estas niñas, pese a que están en la edad del enfrentamiento con sus madres, no aspiran a repetir los malabares para la conciliación laboral con la gestión familiar que han observado en sus casas.

Pero subiendo quince años, en la oficina convivo con muchas chicas millennials en torno a la treintena dentro de un mercado laboral próspero (el de la ingeniería del software) que ni imaginan quedarse embarazadas, porque no se dan las mínimas condiciones de pareja. Con relaciones amorosas efímeras y de compromiso limitado ¿quién se arriesga a la aventura de una maternidad que probablemente finalizará en solitario?

Pues de mi escasa muestra estadística y conocimiento de psicología, deduzco que las improbables ayudas económicas o laborales no serían suficientes para paliar un problema con raíces sociales más complejas. Pero aquí voy a ir contracorriente, porque niego la mayor: yo no creo que el bajo número de nacimientos constituya hoy un problema demográfico y la razón está a la vista.

Los mismos que lamentan el descenso progresivo de la población en España se quejan de la amenaza de la entrada masiva de inmigrantes (por cierto, en su mayoría jóvenes, niños y mujeres embarazadas). Y todo apunta a una explosión demográfica sin precedentes en África durante este siglo. Pues ahí lo tienen. ¿O es que hay quien considera relevante el color de la piel para las cotizaciones sociales que alimentan el estado europeo del bienestar?

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