Asisto esta semana a dos interesantes eventos tecnológicos, el Microsoft business summit en Madrid y la celebración anual de Raona, este año en el MACBA de Barcelona. Ambos giran en torno a la transformación digital, que debe permitir a las empresas relacionarse mejor con sus clientes, potenciar a sus empleados, hacer sus procesos más eficientes y conseguir mejores productos y servicios.
Dicen que el desarrollo de los microprocesadores en los años 70 supuso la tercera revolución industrial. A los amantes de la tecnología, aquella época nos evoca fascinantes escenas de friki-hippies encerrados en sus garajes de la costa oeste americana, ideando el embrión de los ordenadores del futuro que años después se verían increíblemente potenciados por la irrupción en nuestra vida de Internet.
Pero yo creo que estamos viviendo un momento tecnológico mucho más emocionante, que puede suponer la cuarta revolución industrial a nivel global que ha surgido a partir del boom de la movilidad, las redes sociales, el cloud, las tecnologías de Big Data. Y es que el presente se parece cada vez más a lo que hasta hace poco llamábamos futuro, con la proliferación de los drones, el Internet of things, la inteligencia artificial, los bots…
Fuera de la clasificación por edades en generaciones X, Y o millennials a la que nos tienen acostumbrados los profesionales del marketing, yo me considero perteneciente a la Generación C: Gente conectada, que consume información con sus dispositivos en su entorno personal y profesional, que comparten sus experiencias y se interesan por las de los otros en comunidades en la red, que crean y buscan contenidos de calidad.
Por eso me encanta trabajar para una empresa de frikis de la tecnología. Bueno, yo prefiero llamarlo “early adopters”…
La imagen, publicada en evangelidigitalización, muestra dos instantáneas tomadas en la plaza de San Pedro del Vaticano con apenas ocho años de diferencia, entre la proclamación como Papa de Benedicto XVI en 2005 y la de Francisco I.
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