Mi amiga Amaya me convenció para colaborar algunos fines de semana con el Technovation Challenge, un proyecto mundial en el que niñas de diferentes paÃses aprenderán en tres meses a diseñar, promocionar, financiar y construir en equipo una aplicación móvil que resuelva algún problema relacionado con su comunidad.
Cuando el primer dÃa me presenté al equipo al que me han asignado como mentora, encontré a cuatro niñas preadolescentes perfectamente sentadas, muy educadas esperando recibir instrucciones con la cabeza baja. Vi en sus miradas tÃmidas el miedo a hablar para no meter la pata. Mis primeras palabras para mis cuatro pupilas fueron que, para ésta y cualquier otra tarea en su vida, tenÃan que ser valientes, aunque no fueran perfectas.
Y es que, como hicieron nuestras madres con nosotras, enseñamos a nuestras hijas a evitar el riesgo y el fallo. Obedecer, estudiar mucho para sacar buenas notas, sonreÃr, vestir monas, ser formales… Los chicos en cambio juegan duro, hacen el bruto con la bici o el monopatÃn, se rompen huesos o dientes, van despeinados, con manchas en los pantalones, pero no importa. Y cuando son adultos, ya sea para ligar, pedir una promoción laboral o negociar un acuerdo, saben asumir riesgos y obtienen recompensa por ello.
En los años 80 Carol Dweck, profesora de psicologÃa en la universidad de Stanford, hizo un estudio para ver cómo reaccionaban los estudiantes brillantes cuando se les asignaba un trabajo demasiado difÃcil para su capacidad. ¿El resultado? Las chicas eran las primeras en abandonar (curioso: a mejores notas, más abandono) mientras los chicos lo consideraban un reto y redoblaban esfuerzos.
Y de mayores, más de lo mismo: Cuando buscan trabajo, las mujeres solo solicitan puestos en los que cumplen un 100% de los requisitos, mientras que a ellos les basta el 60% para considerarse aptos.
Las mujeres son educadas para aspirar a la perfección, lo que les hace ser mucho más cautas en sus acciones personales y profesionales. El programa de Technovation quiere enseñar a las niñas del mundo a asumir riesgos y aunque fallen, a no rendirse. Un aplauso.
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