Noche de resultados electorales. Zapeo en la television y en todos los canales me encuentro acaloradas discusiones sobre los posibles pactos y estrategias políticas que llevarían a gobernar a uno u otro líder. Todos coinciden en que el cambio político ha llegado, el fin del bipartidismo, empieza una nueva etapa.
Pero qué va, yo tengo claro desde el inicio de la campaña, desde hace meses, quién va a ser investido presidente del gobierno. Sí, como siempre. Siempre los mismos. Siempre los hombres. Otra vez un hombre.
Por favor, no me malinterpretéis. A mí me gustan los hombres. Estoy casada hace muchos años con uno adorable al que admiro. Tengo estupendos amigos. Y cada día en la oficina trabajo codo con codo con compañeros varones por el interés común de nuestra compañía.
Ser feminista no es odiar a los hombres, es defender que las mujeres deben tener los mismos derechos y oportunidades que los hombres (esto es la definición del diccionario, no lo digo yo).
Sí. A mí me gustan los hombres, pero me frustra (por no decir algo más fuerte) que siempre sean ellos los que nos gobiernan.
Tampoco esta vez ha sucedido. De nuevo tendremos que esperar para celebrar que una mujer sea la presidenta de España. Otros cuatro años. O quizá otros cuarenta.
Añado una nota positiva: en estas elecciones se ha alcanzado un record de representación femenina, con un 39,4% de mujeres en el Congreso y un 41,6% en el Senado. Poco a poco…
mujersociedad