Steve Gunn no habla de ello, pero lo cierto es que después de la gira que realizó en 2014 con Kurt Vile, y el disco que grabaron juntos («Parallelogram»), su nombre se ha acercado de refilón a ese agujero llamado «indie» que todo lo engulle. Si a eso unimos que su anterior trabajo, «Way Out Weather», fue considerado por algunas publicaciones especializadas como uno de los mejores de 2014, digno de haberle llevado a un nuevo estadio de reconocimiento, resulta complicado entender por qué es prácticamente imposible encontrar una entrevista suya en la prensa española.
Quizá porque su música no sea tan fácil como parece, virtuosa y sobria a partes iguales, y repleta de bellas, pero también complicadas, partes instrumentales no aptas para ser apreciadas en la primera escucha. Quizá porque, aunque le hayan puesto en el punto de mira de la escena del indie actual, haya fichado por Matador y su último sencillo, «Ancient Jules», apunte maneras para situarse entre lo mejor del año, su corazón se encuentra aún más cerca de John Fahey, Jack Rose o Michael Chapman que de la música que se escucha en los festivales de verano.
Al fin y al cabo estamos hablando de un guitarrista que se compró el primer disco de los Stooges el mismo día que «A Love Supreme» de John Coltrane. Que descubrió a Miles Davis, Sun Ra y el folk americano de los años 30 y 40, sin que Fugazi dejara de ser una de sus bandas favoritas («fueron una gran inspiración para mí») y mientras escuchaba a Rites of Spring, Void, Negative Approach y otras bandas hardcore de Dischord, Touch and Go o SST.
Y sobre todo, porque hablamos de un músico elogiado últimamente por muchos, pero que ha recorrido la mayoría de sus casi 15 años de carrera a la sombra de primera división. En concreto, desde que se marchó a vivir a Nueva York apenas dos meses después del 11-S, transitando entre las tradiciones del folk y la música experimental y grabando nada menos 18 discos, ya fueran en solitario o junto a otros músicos respetados como Mike Cooper, John Truscinski, Mike Gangloff, Tom Carter, Ilyas Ahmed, Meg Baird o el nombrado Kurt Vile. Puede que sea hora de recoger el fruto con su último álbum, «Eyes On The Lines», que presenta en ocho conciertos en Europa, tres de ellos en España: mañana en Madrid, el jueves en Valencia (Estrella Son Galicia) y el viernes en el Primavera Sound de Barcelona.
—¿Cómo te sientes ahora con el hecho de que algunos críticos etiqueten tu música cercana al «indie»?
—No me importa cómo la gente llame o etiquete a mis canciones, siempre y cuando las escuchen y saquen sus propias conclusiones al respecto.
—Hagamos un poco de memoria entonces. ¿Cuáles son tus primeros recuerdos musicales?
—Mis primeros recuerdos son escuchando la radio. Mis padres me regalaron una cuando era un niño y yo comencé a escucharla obsesivamente. Crecí en Filadelfia, donde había muy buenas emisoras que ponían todos los tipos de música. Cuando me hice un poco más mayor, recuerdo merodear cerca del aparato esperando a que emitieran mis canciones favoritas para grabarlas en una casete. Creo que mi primer héroe musical fue Michael Jackson.
—¿Y cuándo entró el folk en tu vida?
—Empecé a apreciar la música folk un poco más tarde, después de descubrir el punk rock, el rock and roll y el jazz. Realmente empecé a apreciar el folk más tradicional después de comenzar a escuchar un montón de viejos discos de blues. Hay una recopilación de música popular que realizó el historiador Harry Smith a principios de los 60 para el Smithsonian Folkways Recordings [sello discográfico sin ánimo de lucro del Instituto Smithsoniano]. Se trata de una colección de música folk de principios de los años 30 y 40 de todo el país que es continuamente citada como una de las principales influencias de muchos de los cantantes que se introdujeron en el folk a finales de la década de 1960.
—¿Aún sigues la escena punk?
—No, no sigo ninguna escena punk actual, pero aún escucho mucha música de ese tipo. Me gusta, principalmente, el hardcore de principios de los 80, bandas como Black Flag, Void, Negative Approach o Minor Threat. También escucho mucho reggae y rap. Lo cierto es que me gusta una gama muy amplia de estilos.
—¿Recuerdas el momento en que te convertiste en músico profesional?
—La verdad es que creo que, oficialmente, me convertí en músico profesional el año pasado, porque estuve tanto tiempo de gira que no tuve tiempo de hacer otra cosa. De hecho, hasta después de toda esa gira no fui consciente de que había hecho la transición y de que me convertido en un músico a tiempo completo.
—¿Fuiste un guitarrista autodidacta?
—Mis padres me apuntaron a clases durante un corto periodo de tiempo cuando era joven. Aquellas lecciones fueron muy útiles para comprender los conceptos básicos de la guitarra, pero después de unos años dejé de recibirlas y comencé a practicar por mi cuenta. Años después me involucré en la música de manera más seria y reconozco que, a veces, me gustaría practicar durante todo el día.
—¿Y cuál fue el primer guitarrista del que te convertiste en fan?
—El primero que realmente tuvo un fuerte impacto sobre mí fue Jimi Hendrix. Recuerdo escucharle con mi padre cuando era niño, mientras él me contaba quién era aquel músico y qué representaba. Solía escuchar una copia que me regaló mi padre, y que aún conservo, de «Are You Experienced?» [su disco de debut, publicado en 1967, que rápidamente le encumbró como uno de los músicos de rock más importantes de la época por su innovador forma de de tocar la guitarra]. Jimi sigue siendo uno de mis guitarristas favoritos.
—Vives en Nueva York desde hace muchos años, una de las ciudades más grandes del mundo, icono de la modernidad, y sin embargo mucha de tu música tiene un aire rural, como alejada del mundanal ruido. ¿No sientes eso como una especie de brecha?
—Vivo en Nueva York, así es, pero creo que mi música representa cómo veo yo la ciudad desde la perspectiva en la que me encuentro, y no cómo es ella físicamente ni cómo suena. Supongo que mis canciones son una especie de ventana a través de la que yo observo calmadamente esta ciudad.
—Te mudaste allí un par de meses después de que se produjeran los atentados del 11-S contra las Torres Gemelas, en 2001. ¿Recuerdas cómo te sentiste al llegar a la ciudad poco después de los ataques y si aquello afectó a tu música?
—Fue, efectivamente, un momento extraño para mudarse a Nueva York. Una época muy triste que para mí. Supuso un cambio realmente histórico y una especie de despertar para todos. De hecho, hasta esa época yo trabajaba en la música de una manera privada y, después de aquello, empecé a involucrarme mucho más y a centrarme en ella en serio.
—¿Cómo es un día de rutina para ti cuando no estás metido en una gira tan exhaustiva como la del año pasado?
—Cuando no estoy en la carretera me gusta tomarme días libres. Si hay alguna guitarra cerca de mí, la cojo y empiezo a tocar, pero lo que realmente me gusta es caminar mucho. Después de una gira como la que he hecho, me gusta darme largas caminatas y descubrir la ciudad de nuevo.
—Tu último disco, «Eyes On The Lines», cuenta diferentes historia personales. ¿Hay alguna que te toque la fibra emocional más que otra?
—Para mí lo más especial del hecho de contar una historia en una canción es cómo los oyentes la interpretan. Realmente disfruto mucho cuando la gente viene con sus propias conjeturas acerca de lo que creen que se está contando en el tema. Algunas de estas interpretaciones son muy originales e imaginativas, y eso es maravilloso.
—¿Cuándo y dónde conociste exactamente a Kurt Vile?
—Kurt y yo somos del mismo pequeño pueblo a las afueras de Filadelfia, así que le conozco a él y a su familia. Pero no fue hasta años después cuando volvimos a reencontrarnos en uno de sus primeros conciertos en solitario, en Filadelfia. Inmediatamente me convertí en un seguidor suyo y mantuvimos el contacto. Ha sido muy bonito verle progresar con los años.
—¿Y cómo surgió la idea de que grabarais un disco juntos?
—Todo surgió de un amigo, que nos preguntó a ambos si queríamos grabar juntos para su sello, Three Lobed Recordings. A nosotros se nos ocurrió la idea de hacer una serie de versiones y creo que salió bien. Fue una gran oportunidad para pasar un buen rato y grabar en el estudio de nuestros colegas en Filadelfia.
—¿Alguna vez piensas en el futuro y en si podrás dedicarte a esto toda la vida?
—Sí que pienso en el futuro y sé que me queda mucha música por hacer, así que voy a estar haciendo esto todo el tiempo que pueda.
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