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Blogs Un poco de silencio, por favor... por Israel Viana

Robyn Hitchcock y Peter Buck, perlas de una juventud lejana

Robyn Hitchcock y Peter Buck, perlas de una juventud lejana
Robyn Hitchcock y Peter Buck, durante uno de los conciertos de su última gira conjunta
Israel Viana el

Reconozco que este concierto para mí tenía un doble motivo de celebración. Por un lado, ver por primera vez a Robyn Hitchcock, 15 años después de comprarme un primer disco suyo en Londres. Uno de esos personajes cuya figura trasciende a su música, como le ocurre a otros como Tom Waits o Leonard Cohen, aunque éste se encuentre unos cuantos escalones por debajo en lo que a popularidad se refiere. Es evidente que el éxito comercial y la larga carrera de Hitchcock no han ido de la mano, pero si hablamos de influencia, eso es otra cosa. Y en lo que respecta al otro motivo de celebración, no menor para mí, era estar a escasos tres metros de distancia de uno de mis primeros ídolos de juventud, Peter Buck, mientras toca la guitarra.

No sabría cuál de las dos cosas me hacía más ilusión, porque, más allá de sus discutibles últimos discos junto a Michael Stipe y Mike Mills, el guitarrista de REM fue uno de los culpables de que yo empezara a consumir música en serio; de que mi madre me pillara «in fraganti», en más de una ocasión, pegando botes en mi habitación mientras tocaba la raqueta a ritmo de «Drive 8», «Shaking Through», «Carnival of Sorts», «I Believe» o «Harborcoat», y también de que empezara a soñar con tener algún día una Rickenbacker. Un sueño que pronto se convirtió en obsesión al descubrir a Guy Piccioto de Fugazi, y que, a día de hoy, aún no se ha cumplido (…ni parece que vaya a ocurrir pronto).

Pero a lo que vamos. Resultó curioso y hasta excitante ver a Buck en la pequeña sala El Sol –en un concierto organizado por Son Estrella Galicia– haciendo todo aquello que no podía hacer en REM. Incluso no sacar «mi» Rickenbacker. Y eso incluye colocarse en medio del escenario, cantar (o berrear), hablar con el público (incluso en español), bromear continuamente y, sobre todo, ensuciar las canciones hasta donde le venga en gana. En definitiva, sacar ese lado canalla que siempre se le ha supuesto, con la excusa de presentar el disco grabado bajo el nombre de Peter Buck Band, que es, además, el primero en solitario de un miembro de la banda de Athens.

Rodeado de sus amigos de Young Fresh Fellows (Scott McCaughey y Kurt Bloch) y Bill Rieflin, batería de REM en los últimos años de la banda, Buck explotó su vertiente más salvaje y gamberro desde el primer tema, «So Long Johnny». Con esa voz de cazallero, más propia a veces de un cantante de blues, es fácil entender porque no hizo coros en REM, en los 31 años que duró la carrera del grupo. Sin embargo, ese vozarrón le viene al pelo al estilo garajero que luce ahora. Escuchar en directo sus «I’m Alright», «Vaso Loco», «10 Million BC» y hasta sus gritos en «I’m Alive», no ha sido la mejor experiencia musical de mi vida, ni a estado a la altura de lo que podía esperar de aquel ídolo mío, pero por lo menos ahora parece divertirse más de lo que lo hacía en la última década con REM, y eso ya está bien.

Y aunque no lo parezca, el rey de la noche no era el autor de exitazos como «Losing my Religión» o «Man on the Moon», sino ese Hitchcock con aires de Lord Byron, cuya influencia sobrepasa con creces a su reconocimiento comercial y las ventas de sus discos.

Desde que fundara The Soft Boys en 1972, el músico inglés ha ido creando un universo propio con el que se ha granjeado una legión de fans declarados, que van desde los propios REM, hasta figuras como Ray Davies, de The Kinks; John Paul Jones, de The Who; Johnny Marr, de The Smiths; Jeff Mangum, de Neutral Milk Hotel; Howe Gelb, Nick Lowe o bandas tan populares ahora como The Decemberists, muchos de los cuales han tocado en sus discos.

El surrealista, sarcástico y divertido personaje salió acompañado de Rieflin, McCaughey y Buck, que repetían sesión. Y en una hora y media demostró que, aunque su voz haya cambiado con los años y se haya vuelto más hipnótica, su discografía es tan amplia que podría hacer decenas de conciertos sin repetir una sola canción, emocionando por igual a sus nuevos y viejos seguidores, que en la sala El Sol, eso sí, superaban casi todos los 30 tacos.

Sonaron «What you is» y la preciosa «Goodnight Oslo» antes de recuperaran algún clásicos de The Soft Boys como «The Queen Of Eyes». Y continuó la noche después entre bromas, discursos despistados, momentos mágicos como el de «NY Doll», melodías perfectas como «Sally was a Legend» y mucha complicidad entre los músicos.

Una bonita velada con sabor añejo en la que cupieron versiones de John Lennon y The Beatles («Isolation» y «I Saw Her Standing There»), y que acabó con la banda al completo (incluido Kurt Bloch) haciéndole un pequeño homenaje a Ray Manzarek (The Doors) con la versión de «Roadhouse Blues». Apostaría mi brazo a que Hitchcock podría volver dentro de 20 años, con bonitas y extrañas nuevas canciones, y aún tendría a tres o cuatro decenas de fans esperándole en cualquier sala del mundo. O eso me gustaría creer.

Listado de canciones del concierto de Robyn Hitchcock en la Sala El Sol, el 22 de junio de 2013.
Artistas
Israel Viana el

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