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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

La soledad en la pandemia

José Manuel Otero Lastres el

La palabra pandemia, según el Diccionario de la RAE, viene del griego “pan” “demos”, que alude a “reunión del pueblo”. No soy quién para atreverme a corregir a nuestra más alta autoridad lingüística, pero me parecería más exacto hablar de “todo el pueblo” que de “reunión del pueblo”. De tal suerte que una pandemia, referida a una enfermedad, es la que recaería sobre “todo el pueblo” y no sobre “el pueblo reunido”. Lo cual se ajusta más a la propia significación que da el Diccionario de dicha palabra: “enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o ataca a casi todos los individuos de una localidad o región”.

Pues bien, en la pandemia que venimos sufriendo ha habido muchísima soledad. Pero, en este caso, entendida específicamente como la carencia involuntaria de compañía. Como han referido muchos de los valientes sanitarios que estuvieron en primera línea cuidando de los contagiados por el coronavirus, se les rompía el alma al ver que muchos abandonaban este mundo sin tener a su lado a ninguno de sus allegados. Es verdad, como dijo la ministra Robles, que nadie murió solo, que tuvo a su lado en el momento tal vez más trascendental de su vida a otro ser humano (un militar, un policía, un sanitario) que le tendió la mano para irse tocando la de uno de sus semejantes. Pero también es cierto que no sabemos si pudieron sentir soledad, aunque estaban acompañados por otros.

La palabra “soledad” significa también “pesar y melancolía que se siente por la ausencia, muerte o pérdida de alguien o de algo”. Y de esta soledad, que se mira desde el lado de los que se quedan, la pandemia también nos dejó mucho. El coronavirus ha impregnado de pesar y melancolía muchas vidas de familiares y amigos que no se esperaban una desaparición tan alevosa del ser querido.

Por eso, creo que esta maldita pandemia no solo se llevó traicioneramente vidas de personas que morían en una soledad acompañada, sino que provocó un sentimiento, una impresión del alma, de pesar y melancolía, en muchísimos ciudadanos del montón que perdieron a sus familiares, amigos o allegados y en otros muchos a los que su profesión los puso en la necesidad de asistir, lo que mejor que pudieron y con lágrimas en los ojos, a un número muy elevado de desconocidos a los que les tocaba morir en sus manos.

 

Sociedad
José Manuel Otero Lastres el

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