En las últimas elecciones autonómicas del 21 de diciembre, los independentistas obtuvieron, en lo que ahora interesa, los siguientes resultados: JUNTSxCAT, 948.233 votos, que representan el 21,66% de los votantes, y se tradujeron en 34 escaños; ERC-CatSí, 935.861, el 21,38%, y 32 escaños; y CUP, 195.246, el 4,46% y 4 escaños. Si clasificamos ideológicamente a estas formaciones políticas, se puede decir que JUNTSxCAT es el centro-derecha, ERC-CatSí, la izquierda, y CUP un movimiento antisistema radical.
Pues bien, como ya sucediera durante la legislatura anterior, el movimiento antisistema de la CUP, que solo representa a 195.246 votantes (un despreciable 4,46%), está mangoneando a los otros dos partidos que, juntos, representan a 1.884.094 votantes; o sea el 43,04% de los que emitieron su voto.
Seguramente, muchos de ustedes pensaran que el dominio que ejerce la CUP sobre los otros dos partidos es una consecuencia de la aritmética parlamentaria. Y no les falta razón, pero, a mi modo de ver, esta dominación de los antisistema obedece también al hecho de que los otros dos partidos, para conseguir la anhelada secesión de Cataluña, tuvieron que aceptar de algún modo los parámetros ideológicos de los antisistema para convertirse en compañeros de viaje a la “República Independiente de Catalunya” de nunca jamás
Y claro ahí, en ese terreno del radicalismo exacerbado, vence el original sobre la copia: los antisistema de la CUP, como no tenían que seguir a nadie no se movieron un ápice de donde han estado siempre, mientras que los otros dos partidos, para seguir a la CUP, tuvieron que “investirse” de un radicalismo que los descolocó de muchos de sus postulados programáticos.
A todo lo anterior hay que añadir que, una vez que la antigua CiU y ERC iniciaron la senda con difícil retorno de la declaración unilateral de independencia, les interesa más el follón que la normalidad. Va a estirar todo lo que puedan este período de “pendencia” contra la Constitución lo más que puedan, sin que les importe en absoluto el daño que están causando a su “amada” (¿¿) Cataluña, como le recordaron ayer a Torrent los empresarios alemanes de Cataluña.
Alguna vez escribí que los independentistas se asemejan a una secta y el tiempo me da cada vez más la razón. Y es que me parece incomprensible que esta parte abducida de los habitantes de Cataluña, que ha visto cómo huían al extranjero algunos de sus líderes, mientras otros se “cagaban y desdecían” ente los Tribunales, no haya dado todavía un golpe sobre la mesa proclamando un “basta ya”. Lo cual me hace pensar que el independentismo tiene ya mucho de negocio y que va a costar enormes esfuerzos quitarles la boca de la “ubre”.
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